Inicio Veracruz: herbicida daña milpas y complica la vida de mujeres

Veracruz: herbicida daña milpas y complica la vida de mujeres

Por Livia Díaz/corresponsal

Un problema derivado de la pobreza está afectando a los campesinos, pues por aliviar su situación, abrieron la caja de Pandora.

Se trata del «Matayerba» o herbicida, que por la necesidad de sembrar, y ante la imposibilidad de pagar peones para remover la tierra con azadón o tractor, utilizaron dicho producto, sin saber que esto iba a terminar con su milpa. Al problema se añade que a partir del huracán Dean, la zona de cultivos se transformó, quedando casi toda la tierra en malas condiciones.

En la milpa, plantas que crecen solas son parte de la cosecha, y los campesinos están «ya a lo que Dios dé», informaron las mujeres. «Si llueve seguido, los pozos están llenos de agua; si no llueve, no cosechamos», dijeron Damiana Maldonado Ramos, presidenta de la Sociedad de Padres de Familia de la escuela rural federal «Josefa Ortiz de Domínguez», y Lourdes Santiago Marcial, Tesorera del Comisariado Ejidal.

La siembra en el Mesón es de temporal, no se tienen otras formas de riego. «Si hay agua, que sea de lluvia se siembra y se cosecha, si no, se quedan sin cultivo.» Mientras estas mujeres eso dicen, se observó que al aparecer unos rayos de luz, en una mañana muy nublada, sacaron el chile pequeño a secar al sol en una casa; en tanto al apagarse el molino ya no se escuchaba en la zona más ruido que el de unas palomas que estaban enjauladas.

Un lejano radio dejó saber que se transmitía el noticiero de medio día. Ellas, que se abastecen de pipas que envía una semana sí, y otra no, el Ayuntamiento. En alguna ocasión, Televisa hizo un reportaje sobre eso, dicen «saliendo la noticia, y llegando el agua.» Piensan que deberían llegar al menos 3 pipas por semana «porque no alcanza.»

«No alcanza para todos.» Hace unos cuatro años pagaron todo el sistema de agua potable, tanto la introducción, como lo necesario para tener tomas. Les dijeron que iban a poner un tanque de almacenamiento y abasto en lo alto del cerro, por lo que pagaron. Pero a la fecha, siguen sin darles este servicio.

Todas las casitas son de madera, cartón y láminas. Tienen ollas, tinacos o cubetas para guardar «para los trastes y la ropa y bañarse.» Si urge mucho, pueden subir a dos manantiales, «con pipa de burro», dicen Lourdes sonriendo, mientras explica que con una tranca y dos cubetas, se hace una de agua caminando entre uno y dos kilómetros más o menos.

En aquella región –al otro lado del cerro– se dice que «cuando hay barrunta, espantan los caídos». Entonces el pueblo sabe que viene un temporal. «Los caídos avisan.» Generalmente cuando esto sucede «Los caídos gimen y gritan. Se escuchan sus quejidos.» La leyenda se refiere a los periodistas que fallecieron cuando se estrelló un avión que acompañó la comitiva de la gira del candidato presidencial Luis Echeverría Álvarez, el 25 de enero de 1970.

Tal versa la creencia popular en una comunidad apartada de la ciudad, pero a la que la gente ha ido acercándose. Una colonia se está trazando en un cerro que queda de frente a la comunidad rural que fue fincada por 28 ejidatarios, en una población conformada hace unos 32 años, en donde radican actualmente unas 40 familias de origen totonacas y huastecas.

Con la luz llegó un molino de Nixtamal. Es «lo único que tenemos», dice Damiana, mientras que Lourdes explica que poco a poco han ido llegando los que venden tortillas, agua purificada, víveres, el microbús que pasa cada media hora, y tienen la escuela primaria Josefa Ortiz de Domínguez, clave CCT-30DPR1415W.

«Ya no baja como antes la onza (gato montés), la zorra y el coyote; y los pollos, por alguna rara enfermedad, no duran y se mueren.» Algunos de la comunidad tienen burros y caballos para el transporte a los campos. El ejido se conforma de 24 ejidatarios que poseen entre media y una hectárea de tierra, que en el lapso de un año, cosecharon «tan solo poquito maíz.»

El huracán Dean, y otros que le siguieron, barrieron con los platanares y los árboles de frutas. Casi todos los árboles que se ven, «son nuevos.» Sobrevivieron algunos zapotes y palos de rosas, pero los naranjales y mangos, y otros comienzan a crecer en los lotes, que fueron muy afectados por los vientos.

En esta comunidad, hay un par de mujeres totonacas que saben trabajar con barro, pero desgraciadamente la zona de donde lo tomaban, ya está cerrada, y está privada a las artesanas que ya abandonaron la actividad.

No se cuenta con otra forma de trabajo colectivo o una actividad manual, en tanto que las alternativas para la ocupación, como cría, o productoras, aunque les han ofrecido pie de cría de borregos, no llegaron a concretarse. «Para hacer eso se requiere bardear los terrenos y otras inversiones» –anticipa Lourdes.

Las casas no son de tierra, porque esta «se quiebra», no sirve el lodo para formar otras piezas como podrían ser ladrillos, o enjarre, por eso usan madera; consiguen leña para construir y también para cocinar todos sus alimentos. Al preguntarle a Damiana si usan gas, me miró extrañada, y me dijo que «quizá eso solo lo haga alguien que tenga dinero para eso.»

Pasó un aguacero por el Cerro del Mesón el lunes 30 de junio. «Por eso la tierra se lavó, si fuera leve la lluvia y constante, no hubiera sido posible llegar hasta la comunidad, ya que se forma lodo, y hace imposible el tránsito de los carros.»

La señora Santiago Marcial, explica que cuando llegó a esta zona hace 28 años, ya tenía su padre, el principal fundador y ejidatario, Cliserio Santiago Salas, no había carretera ni calles.

Era una vereda que caminaba cada cerro. Para comprar tenían que bajar a Las Vegas y para vender también. Ellos cultivaban calabacita, plátano, tomate chiquito, cilantro, y cebollín, «pero actualmente el matayerba que usan para la milpa, salió mal, porque ya no se dan las hortalizas, esa sustancia lo mata todo.»

Esto afecta principalmente a las mujeres porque esto llevaban a vender a las colonias. La Comisaría Ejidal, planea pedir ayuda y traer un tractor para revolver la tierra. No cuentan con recursos económicos para hacerlo.

«Si uno se va a la milpa le paga», informaron. «Aquí antes la gente nada más se dedicaba a la milpa. Para poder ganar una feria en la milpa, se necesita dinero. Antes tenían aunque sea maicito, elotes.»

«Con la llegada de las lluvias ya no va a subir el autobús», comentan. «El camino de acceso está engravado y enchapopotado, se dijo y anunció como asfaltado», sin embargo, el poco tránsito de autobuses y las lluvias, ya lo descascararon, y tiene serias averías, por las que se encharca y enloda, impidiéndole el paso a los carros.

Por las veredas que conducen al Mesón se advierten tres puentes, en arroyos que se encuentran secos. Al preguntar si esto es canal de riego, ellas informan que no, que están secos por la falta de lluvia.

La otra salida posible de la gente es hacia el Mollejón, los jóvenes que estudian en la secundaria Federal 4, en el Conalep y en la Nacional, caminan hacia esa zona, que todavía no se comunica por caminos, y hay una población cercana de Papantla, «Tres Flores» y «Unión 1.» La escuela está cuarteada, urge que se revise el edificio.

Las mujeres en la charla no deciden cuál es la prioridad, si remover la tierra, hacer mejor el camino de acceso, crear las calles, tener más agua o mejorar la escuela. Y es que el edificio escolar, no tiene castillos, por lo que ya se cuarteó.

Le han hecho reparos hechizos, y tapado docenas de grietas con cemento y pintura. Pero el par de aulas que la conforman, con el tiempo van revelando todo de nuevo. Entre el blanco y el azul de la pintura, se prevé con temor que se sigan abriendo las grietas hasta volverse un peligro para los niños.

Actualmente la escuela cuenta con dos profesores que atienden a los dos grupos. Cuentan con Enciclomedia y una computadora, además de un terreno amplio en donde se pudiera poner lo necesario como una cancha de juegos, un asta bandera, área de ceremonias y usos múltiples, y otros tantos, como los sueños que los habitantes de este ejido tienen.

Mientras caminamos entre lodo y piedras por las veredas de la comunidad, Damiana, que es también promotora del DIF, no sabe si la escuela tiene luz. Pensamos que no, puesto que no hay un solo foco, y los equipos con que se cuenta, están envueltos.

Aquí las mujeres se «alivian» con partera, que en la comunidad, aunque ya bajan varias a los hospitales, el más cercano a ellas es el Regional que se encuentra en Las Vegas. Contentas por llevar una vida relativamente tranquila, adonde aún hay paz, y les queda lejos la ciudad con sus conflictos y demandas, contaron que la salud es aceptable, no se conoce que haya enfermedades contagiosas ni crónicas, ni que sea deficiente la vida de los niños.

La segunda generación, con hijos adolescentes, está celebrando egresados de escolaridad media, y algunos quizá logren ir a la universidad. Lo que no tienen los jóvenes son sitios de esparcimiento, ni cancha de futbol, ni parque, o jardines adonde reunirse. La comunidad no cuenta con salón para realizar sus eventos, ni carpa o iglesia. Dicen, que en alguna época subía el cura a dar misa, pero tenían que pagarle y no duró más que tres visitas

08/LD/GG

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