El Gobierno del Distrito Federal (GDF) pretende eliminar las Cocinas Populares de la Ciudad de México, que por más de 35 años han ofertado desayunos a un mínimo costo a personas de escasos recursos, especialmente niñas, niños y adultos mayores, lo que afectaría a las mujeres y jefas de familia que ahí laboran, ya que por su trabajo reciben una despensa mensual.
En conferencia de prensa, mujeres integrantes de 36 cocinas denunciaron la medida que pretende implementar el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa, y que en realidad, además de ser una agresión a la labor que por años han desempeñado, es una práctica violatoria al Derecho Humano a la alimentación del que deberían gozar todas las personas.
Las Cocinas Populares y Unidades de Servicios Integrales fueron creadas por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), y promovidas por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Se estableció que esas cocinas serían operadas por Comités de Mujeres, quienes se encargarían de la preparación de alimentos y del desarrollo de actividades sociales; a cambio de su labor, en lugar de dinero, recibirían al mes una despensa.
Leticia Chávez Rodríguez, dirigente de la Coordinadora Popular de Madres Educadoras (Copome), explicó que en 2013 el DIF-DF anunció la suspensión de los apoyos de despensas para las mujeres de los Comités, y en las Reglas de Operación publicadas en 2014 finalmente desapareció el programa que apoyaba a los Espacios de Alimentación, Encuentro y Desarrollo (EAEyD), como fueron llamadas las cocinas a partir de 1989.
Expuso que en 2009 cuando el GDF creó el Programa de Comedores Comunitarios, ellas fueron invitadas a participar, pero lo rechazaron al conocer que los lugares sólo ofertarían comidas a un costo de 20 pesos, ya que ellas (instaladas principalmente cerca de escuelas de barrios populares) tienen como función ofrecer desayunos a 6 pesos.
Leticia Chávez dijo que tan sólo en 2013 las 36 cocinas prepararon 324 mil 381 raciones alimentarias para 5 mil 105 personas en situación de exclusión o extrema pobreza, por lo que el DIF-DF entregó 30 mil despensas, más de la mitad a hogares con jefatura femenina.
Denunció que uno de los argumentos que utiliza el GDF para negar el apoyo de despensas a estas mujeres es que de hacerlo se duplicarían los servicios de apoyo, ya que muchas de ellas son adultas mayores y pueden acceder al programa de pensión alimenticia.
“Lo que el gobierno se niega a entender es que estamos hablando de mujeres que comenzaron a trabajar hace más de 30 años, cuando no eran adultas mayores, y que están exigiendo un pago que les corresponde por un servicio que prestan”, expuso Chávez Rodríguez.
Otra de las justificaciones es que existe un nuevo programa en el GDF, adscrito al de Asistencia Alimentaria, en el que se entregan despensas a personas de escasos recursos.
No obstante, para solicitar una despensa de ese tipo primero hay que “convencer al DIF” de que se necesita la despensa, luego enviar una carta explicando detalladamente por qué se cree necesario recibir la ayuda, y después acreditar una serie de requisitos como contar con un teléfono en casa para recibir llamadas.
Pero “estamos hablando de mujeres que trabajan en cocinas populares y no tienen teléfono”. A lo que se suma que la despensa será otorgada sólo por un año y los dos años posteriores no, “¿entonces quienes somos pobres vamos a comer un año y dos años no?”, cuestionó Leticia Chávez.
Carmen Retana, integrante de la Unión de Mujeres de Ixtlahuaca y de una de las Cocinas Populares ubicada en Iztapalapa, consideró que retirar el apoyo de despensas y eliminar las cocinas es violatoria al derecho a la alimentación, que se consagró en 2011 en la Constitución, debido a la exigencia de las mujeres porque esa garantía fuera elevada a rango constitucional.
Finalmente recordó a las autoridades capitalinas que el desayuno en las personas adultas mayores y principalmente en los niños de 0 a 6 años es primordial, pues “una buena alimentación en los menores garantiza su futuro y adecuado desarrollo y estamos hablando de que atendemos a cientos de niñas y niños cuyas familias no tienen los recursos necesarios para garantizarles esa alimentación”.
De acuerdo con un análisis realizado por estas mujeres, de desaparecer el subprograma se afecta el derecho a la alimentación de mil 313 niñas, niños y adolescentes, así como a 691 mujeres y hombres de mediana edad, 470 personas adultos mayores, y mil 597 mujeres integrantes de los Comités.
Por ello exigieron al jefe de Gobierno que en lugar de detener el apoyo a las cocinas, cree un Programa de Apoyo de Desayunadores Comunitarios (como piden las mujeres que ahora se llamen las cocinas populares), con presupuesto adecuado para su operación y mantenimiento; además de que se entreguen sin excepción alguna las despensas para las familias integradas a los Desayunadores.
Las mujeres anunciaron que mañana a las 10:30 horas marcharán del Hemiciclo a Juárez a la sede del GDF, para manifestar sus demandas.
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julio 2014
El 20 de junio de 1949 la Asamblea Nacional Constituyente aprobó en Costa Rica (CR) el derecho al voto de las mujeres; la lucha previa de las costarricenses por esta garantía está plasmada en el documental “Ciudadanas en Movimiento”.
Presentado ayer en el Museo de la Mujer en esta ciudad con la presencia de la doctora en Historia Eugenia Rodríguez Sáenz, el filme retrata seis décadas de movilizaciones de mujeres por conquistar el derecho al sufragio, punto de arranque para la integración de las costarricenses en la vida pública.
Con motivo del 20 aniversario del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (Ciicla), Rodríguez Sáenz, con la participación de la artista Rossella Matamoros Jiménez, montó la exposición “Ciudadanas en Movimiento. La conquista del sufragio femenino en Costa Rica (1888-1953)”, de la cual forma parte el documental.
Organizado en tres segmentos, el filme primero muestra el papel dentro de la sociedad que les fue asignado a las costarricenses hasta la segunda mitad del siglo XX, y que consistía únicamente en el ámbito privado, como amas de casa, madres y esposas.
No obstante, en esas épocas existieron mujeres que sin estar organizadas o tener conocimientos de feminismo, comenzaron pequeñas luchas individuales por reclamar sus derechos.
Muestra de ello fueron las 393 mujeres que de 1834 a 1889 denunciaron ante los tribunales de la época a sus parejas por abusar de su condición de esposo y prácticamente tratarlas como esclavas.
En un segundo momento, el documental retrata la transición de las mujeres del hogar al colegio, que se dio en un momento en el que la maternidad era considerada una “profesión científicamente elevada”, por lo que las mujeres debían recibir educación para cumplir con esa tarea.
El tercer segmento, denominado “de la escuela a las calles”, refleja la movilización y organización de las mujeres por exigir el derecho al voto, movimiento que se gestó dentro del magisterio.
De 1890 a 1949 fueron presentadas 14 iniciativas de ley para aprobar el voto femenino. El documental da cuenta de los argumentos “machistas” de quienes se oponían a que las mujeres acudieran a las urnas.
Tales argumentos derivaron en que incluso en 1913 fuera aprobada una ley que impedía expresamente a las mujeres votar, y las colocaba en la misma categoría que los enfermos mentales o delincuentes, a quienes también se les excluía del sufragio.
Finalmente en 1949, un año después de que concluyera la Guerra Civil costarricense, se instalara la Asamblea Nacional y se eliminara la participación de los dos partidos principales hasta ese entonces, fue aprobado el voto femenino.
En julio de 1950 por vez primera las mujeres ejercieron su derecho al voto en unas elecciones locales, y a nivel nacional lo hicieron en 1953, comicios en los que resultaron electas tres mujeres al cargo de diputadas federales.
Al conversar con las asistentes a la proyección, la historiadora Rodríguez Sáenz explicó que el objetivo del documental es visibilizar la importancia de las movilizaciones de mujeres para conquistar sus derechos, especialmente al voto.
Agregó que CR y México comparten muchas similitudes en la forma en que la población femenina conquistó el derecho al sufragio, y que “desgraciadamente” también comparten pensamientos “misóginos” vigentes, “aunque en algunos casos, como el del Distrito Federal, la participación política de las mujeres ha logrado conquistar derechos históricamente reclamados, como los de la comunidad de la diversidad sexual”.
A pregunta expresa de esta agencia, la historiadora expuso que si bien en CR las mujeres han logrado estar presentes en los puestos de elección popular y de que incluso una mujer (Laura Chinchilla) fue presidenta de mayo de 2010 a mayo de 2014, esto no necesariamente se tradujo en que ellas tengan todos los derechos.
“Las mujeres que hemos tenido al frente del país no han apoyado la agenda feminista y muchas han resultado más conservadoras que los propios partidos, por ello la lucha no se puede detener y tenemos que seguir reclamando nuestros espacios”, aseveró.
14/AZM/RMB
En México, una de cada seis mujeres ha sido víctima de violencia sexual alguna vez en su vida. Esa es una cifra que preocupa, igual cuando sabemos que cada cinco minutos se comete una violación en el territorio nacional.
Pero si eso nos parece grave, lo más triste es que de cada 10 denuncias por estos hechos, sólo hubo 2.3 juicios y en no todos la víctima tuvo acceso a la justicia.
Estos datos concentrados en un reportaje de Adriana Navarro Ramírez reflejan la “estadística” del delito, uno que lamentablemente aún mucha gente se pregunta “¿a poco es delito tocarle la chichi a alguien?”.
También están el hostigamiento y abuso sexual cuando se trata de toqueteos y/o exposición a órganos genitales o actos sexuales frente a niñas y niños, cosa cada vez más común por parte de docentes contra sus alumnas y alumnos con la plena complicidad y anuencia de sus supervisores que se protegen las espaldas acallando las denuncias o quejas.
Pero el delito continúa en las páginas o espacios de los medios de comunicación por el desconocimiento de los términos adecuados para proteger los derechos de las víctimas en primer lugar, y confunden abuso con violación, o simplemente pasan por alto el derecho a proteger la identidad de la familia y de los espacios educativos para evitar revictimizar a las niñas y niños afectados.
El problema es que en medio de una sociedad en la que se privilegia la información que venda, difundir la información garantizando la protección de los derechos de las víctimas pasa a segundo plano. Se difunden los nombres de los agresores y con ello se identifica también a la víctima, dando y exhibiendo los detalles públicos de la agresión.
En el caso específico que ha denunciado el Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche sobre el abuso sexual de niñas cometidas por un maestro de cuarto año de primaria, indigna que pese a todas las pruebas y testimonios y una recomendación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, el juez determine el auto de libertad y sólo dicte sanciones administrativas contra el docente.
Ése es el reflejo de lo que la sociedad piensa y cómo justifica que una niña sea violentada sexualmente, o cómo minimiza el que haya sido abusada sexualmente; es el mismo argumento que justifica que una mujer sea violada, que culpa y las responsabiliza de “provocar” las agresiones sexuales, que esconde y no denuncia, y que niega la interrupción legal del embarazo a las víctimas de violencia sexual.
Ninguna persona debe ser violentada o abusada sexualmente impunemente, pero en este país se ha naturalizado la violencia desestimando la denuncia, agrediendo en su entorno comunitario a quienes se atreven a denunciar y se les condena a vivir la violencia comunitaria de sus pares que de esa forma silenciosa recriminan a la víctima su atrevimiento de poner en evidencia una sociedad machista que agrede sexualmente.
Los “usos y costumbres” en la sociedad mexicana siguen victimizando, señalando, criticando y cuestionando a las mujeres que se atreven; la vergüenza o el miedo vence a las familias que prefieren callar y permitir que sus hijas sean abusadas sexualmente antes que reconocer que esto está ocurriendo para denunciarlo. Y esa es la peor de todas las formas de violencia que una niña pueda vivir.
Las cifras son alarmantes, pero más debería alarmarnos ser parte de una sociedad cómplice de los agresores, de ser pasivos frente a la violencia sexual contra nuestras niñas y niños en espacios escolares, de no ser capaces de defender y proteger a nuestra niñez.
De justificar que “a fin de cuentas no la violó, sólo la toqueteó”. Y eso sí habla de una sociedad que está pudriéndose en la indiferencia.
Twitter: @argentinamex
*Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
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Mujeres panameñas debaten sobre defensa de la tierra
Panamá.- Mujeres panameñas líderes y defensoras de los recursos naturales participaron en el Encuentro Nacional “Defensa Cuerpo- Territorio- Defensa Tierra”, en la ciudad de Santiago de Veraguas, a fin de estrechar lazos de colaboración para defender los bienes naturales de sus comunidades.
Durante dos días, las mujeres analizaron y debatieron sobre temas relacionados con la minería, las hidroeléctricas, los monocultivos, la calidad del agua y el turismo, los cuales afectan su salud y el medio ambiente. (Con información de la agencia Púlsar)
Premian a indígena peruana por defender el medio ambiente
Madrid.- La indígena peruana Ruth Buendía Mestoquiar fue galardonada hoy con el XXIII Premio Bartolomé de las Casas, que otorgan el Ministerio de Asuntos Exteriores de España y la Casa de América de Madrid, por su arduo trabajo en defensa del medio ambiente en su país.
Desde 2006 la defensora es presidenta de la Central Asháninka del Río Ene, la cual agrupa a diversas comunidades nativas. Buendía Mestoquiar ha luchado también por el acceso a los servicios públicos, de sanidad y educación en esas localidades. En abril pasado ganó el Premio Ambiental Goldman en Estados Unidos,
Quinta edición del Femstival en Centro Cultural de España
México.- Del 5 al 10 de agosto se llevará a cabo en el Centro Cultural de España en México la quinta edición del Femstival, espacio alterno para las expresiones feministas que busca modificar, ampliar y alterar los códigos de poder que controlan y limitan el cuerpo y la mente a través del género.
Habrá actividades académicas, exposiciones, teatro, música, proyecciones de películas y talleres. Para consultar horarios y eventos ir a http://ccemx.org/2014/07/11/femstival/.
El Centro Cultural de España se encuentra en el pasaje cultural Guatemala 18-Donceles 97, colonia Centro, en México, Distrito Federal.
14/GMV/RMB
Emigrar o casarse, única opción para niñas indígenas en Oaxaca
El sol había comenzado a enrojecerse anunciando el atardecer cuando a gritos llamaron a Macario, un hombre esbelto dedicado al campo.
Animado y algo bebido, José, un joven de 21 años, había llegado con ocho cartones de cerveza, 20 litros de mezcal, 10 rejas de refresco y un par de gallinas, para pedir en matrimonio a Diana, la hija menor de aquel campesino.
Ella se puso de puntillas para observar desde la ventana de la casa. Tenía los ojos de un negro profundo y la mirada con el reflejo de sus 12 años de edad. La petición no la sobresaltó porque en Yucunicoco las niñas esposas o los matrimonios a temprana edad son una práctica común al margen de toda restricción legal.
Vinculado al alto índice de migración, en Yucunicoco los matrimonios de niñas y adolescentes con hombres mayores o de su misma edad forman un círculo negativo que mantiene a la población dentro de los indicadores más altos de rezago social.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) precisa que la comunidad ocupa el primer lugar con mayor número de personas mayores de 15 años que sólo cuentan con educación básica (51 por ciento de su población).
De la misma forma, Santa María Yucunicoco encabeza la lista con mayor número de viviendas sin drenaje, con piso de tierra y sin energía eléctrica; además de que la mayor parte de sus habitantes no son derechohabientes de algún servicio de salud.
Sin fuentes de empleo o actividades productivas que abran otras expectativas, las y los jóvenes no tienen a su alcance opciones para un proyecto de vida más allá que lo que la migración o el matrimonio les ofrece.
Mientras que un 20 por ciento de quienes acuden a la telesecundaria decide por la primera opción, el resto opta por ser padre o madre de familia.
PRÁCTICAS CULTURALES
En la escuela Leyes de Reforma trabaja Mauricio, un joven de ojos rasgados y nariz pequeña. Anda en el patio con unas botas de lluvia y sudadera de marca americana.
Recién cumplió 19 años, pero desde hace dos tiene esposa –una joven del municipio triqui de San Martín Itunyoso–, por quien pagó una multa de 60 mil pesos, un toro, 30 rejas de refresco, 30 cartones de cerveza, 20 litros de aguardiente y tortillas, por haberla llevado a su casa.
Y es que en medio de la pobreza, las familias ven en el matrimonio de las niñas la solución al problema de alimentar muchas bocas, tanto por el “intercambio” de dinero y regalos, como por liberarse de un integrante.
El gobierno del estado de Oaxaca ha fracasado en abatir esa práctica; tan sólo de enero a mayo de este año, de los 62 mil 679 eventos obstétricos, 13 mil 811 fueron de mujeres entre 12 y 19 años de edad, (22 por ciento de madres adolescentes).
Mauricio explica que en Yucunicoco, como en la mayoría de las localidades de Juxtlahuaca y otros municipios de la región triqui, las mujeres se casan o comienzan a vivir en unión libre a partir de los 12 años.
“Cuando van a pedir a las mujeres tienen que ir a su casa y estar toda la noche hasta que convenza a los padres de la novia dándole de tomar cerveza, aguardiente, así hasta que casi se emborrache para que dé las respuestas. Desde ese momento las mujeres quedan apartadas y ya no pueden salir a los bailes o a la escuela. No pueden salir solas a la calle”, expresa.
Detalla que para él, el matrimonio sólo retrasó un poco sus planes de migración. Tiene contemplado irse en unos meses para pagar el dinero que pidió prestado para casarse.
Por ser todavía menor de edad, 17 años, Reyna, esposa de Mauricio, se quedaría en casa porque sin credencial de elector no podría trabajar en los campos de cultivo en Camalú, Baja California.
NIÑAS MADRE
Desde lo alto de las montañas hacia el centro de la población, los caminos en Yucunicoco caen haciendo curvas. Sobre esas sendas vienen marcados los pasos pequeños de las niñas madres, quienes llevan sobre sus espaldas a sus hijas e hijos envueltos en rebozo, o leña con mecapal (faja con cuerdas).
Las calles están repletas de población infantil. Las y los niños juguetean entre el lodazal que se formó con la lluvia. Van y vienen de la escuela a las casas, siempre al ritmo de lo apresurado de su infancia.
En la clínica de la población, la encargada explica que las mujeres comienzan a tener hijos a partir de los 13 años. La experiencia de parir puede resultar fatal para la madre.
En promedio, agrega, cada mes son atendidas por embarazo (inicio, seguimiento y término) entre 15 y 20 mujeres desde esa edad y hasta los 45 años.
En promedio, las mujeres tienen entre cinco y hasta ocho hijos durante todo su ciclo reproductivo. Quienes logran emigrar tienen un menor número de hijas e hijos, y son quienes utilizan métodos anticonceptivos como control natal.
El índice de natalidad en esta localidad es de 3.1 hijos, cifra más alta que en localidades urbanas donde es de 2.3.
Verónica, tiene 18 años y un hijo de un año de edad. Ella dejó inconclusa la secundaria para casarse. En su caso, su padre pidió dinero para permitir la unión de Verónica con un joven de su misma edad.
La sonrisa de Verónica se hace grande. Divertida, suelta una carcajada cuando se le pregunta por qué decidió casarse tan joven.
Ella abraza a su hijo, Edgar, lo coloca sobre su pecho oculto tras una blusa gastada. “Nos queríamos, creo”, expresa. La joven y su familia viven en casa de sus suegros. Comparten el espacio con otras 10 personas en estrechas casas de madera y piso de tierra.
La idea de “Vero” es emigrar a Estados Unidos, pues el dinero escasea y no hay posibilidades de trabajo en su comunidad ni cerca de ella. Salir a la cabecera municipal, donde hay algunas fuentes de empleo, le representa un gasto de 80 pesos en pasaje: “Con un sueldo de 70 pesos al día no se puede vivir”.
14/CLV/RMB
Jóvenes que no fueron aceptados en universidades públicas –la mayoría mujeres, de bajos recursos, egresadas de Bachilleres y provenientes del Estado de México– protestaron hoy en demanda de mayores oportunidades de educación.
Mujeres jóvenes se manifestaron en el centro de esta capital luego de que en el reciente examen de admisión para educación superior, de 200 mil aspirantes a alguna licenciatura sólo 20 mil lograron ingresar, por lo que 90 por ciento de estudiantes quedó fuera.
Xóchitl Díaz, integrante desde hace seis años del Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (Maes) y que está por terminar la carrera de veterinaria en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señaló que son las jóvenes de bajos recursos y de zonas conurbadas quienes por lo general son rechazadas de las universidades públicas.
Indicó que la mayoría de ellas son egresadas del Colegio de Bachilleres (Cobach), donde la educación es deficiente. Agregó que incluso el mismo Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superio (Ceneval) –asociación civil encargada de los exámenes de admisión– reconoció frente al Maes que si las y los aspirantes tienen mayores recursos económicos, entonces tendrán más oportunidades de ingresar.
Por esto, añadió Díaz, es necesario que las pruebas de ingreso consideren la desigualdad socioeconómica que acompaña a las y los aspirantes cuando realizan el examen, y se elaboren estrategias que no perpetúen la falta de oportunidades.
La estudiante puso como ejemplo que en 2008 la UAM dejó de considerar el resultado de las evaluaciones como el 100 por ciento del criterio para avalar el ingreso, y ahora toma en cuenta el promedio final del bachillerato de la o el estudiante.
Con ello se logró que la tasa femenina de ingreso se elevara al doble, ya que antes de ese año ingresaban a la UAM sólo cinco de cada 100 mujeres, y ahora son admitidas 10 de cada 100, explicó la activista.
Así, el Maes solicitó hoy una mesa de diálogo con el secretario de Educación Pública, Emilio Chauyffet Chemor, y representantes de la UNAM, UAM, Instituto Politécnico Nacional y las universidades Autónoma de la Ciudad de México, Pedagógica Nacional y Autónoma del Estado de México, para saber qué opciones van a dar a más de 200 mil jóvenes rechazadas y rechazados.
DESIGUALDAD DE GÉNERO EN EDUCACIÓN
En diversos estudios, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) asegura que las mujeres indígenas y en pobreza sufren mayor desigualdad en el acceso a la educación que el resto de la población.
Cepal detalla que en Ecuador y Panamá –por ejemplo– 43 por ciento de las mujeres no indígenas ocupadas tienen al menos estudios de secundaria, pero las indígenas en esta situación representan el 9 y 13 por ciento, respectivamente.
En Brasil, México, Perú y Uruguay la diferencia entre la población indígena y no indígena con el mismo nivel de estudios es el doble.
Jóvenes entrevistadas por Cimacnoticias durante la marcha de hoy del Ángel de la Independencia a la SEP, en el Centro Histórico, dijeron provenir de municipios como Ecatepec, Chimalhuacán y Nezahualcóyotl (de los más pobres y poblados del Estado de México).
Todas ellas estudiaron en Cobach y el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep). Al menos seis de ellas egresaron con promedios superiores a 8.5 y 9. Cuatro han sido rechazadas más de una vez y en más de una universidad, y otras cuatro contaron que una hermana o hermano mayor pasó por lo mismo y dejó de estudiar.
A decir de madres de las jóvenes también presentes en la protesta, el ingreso familiar no supera los 10 mil pesos al mes para una familia de hasta seis integrantes. Sólo en uno de los casos, los padres tendrían los recursos para pagar una escuela privada, pero sin considerar gastos de transporte y alimento.
La mayoría de las jóvenes tiene entre 18 y 25 años. Una de ellas quiere ser ingeniera petrolera, otras diseñadoras, otra abogada y una más médica cirujana partera.
Más de la mitad siente presión por parte de su familia y la sociedad para empezar a trabajar, se sienten “señaladas y culpables” por no haber ingresado a la escuela, pero todas están convencidas de que no desistirán de intentarlo.
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A nivel mundial el desarrollo de las mujeres es 8 por ciento inferior al de los varones, a lo que se suma que un tercio de ellas sufrirá violencia de cualquier tipo a lo largo de su vida, según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) 2014, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Publicado la semana pasada, el informe “Sostener el progreso humano: Reducir vulnerabilidades y construir resiliencia” expone que además de que el desarrollo humano aumenta a un ritmo más lento que antes, la desigualdad entre los sexos y la violencia contra la mujeres son persistentes.
El reporte da cuenta que a nivel mundial casi 1.5 billones de personas vive en pobreza “multidimensional” (que se refleja en carencias en salud, educación, alimentación y nivel de vida), al mismo tiempo que 800 mil personas están en riesgo de caer en ella si se enfrentan a desastres naturales, crisis financieras o conflictos violentos.
En América Latina (AL) el número de personas vulnerables ante la pobreza “multidimensional” es de 45 millones de habitantes.
En el documento también se analiza el Índice de Inequidad de Género, que mide la desigualdad en el desarrollo de mujeres y hombres con base en la representación política femenina en sus países, el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, participación en el mercado laboral, y acceso a la educación.
A nivel mundial el valor de desarrollo de las mujeres es 8 por ciento más bajo que el de los varones, ya que “las mujeres enfrentan diversos tipos de desventajas y discriminación”.
Las naciones con los índices de inequidad de género más bajos están en Europa y son encabezados por Eslovenia; mientras que las inequidades más amplias se concentran en el sur de Asia.
Globalmente las mujeres están en desventaja en la representación política nacional, pues en promedio ellas ocupan el 21 por ciento de los parlamentos. AL tiene el porcentaje de representación más amplio con el 25 por ciento, y en los Estados árabes la proporción es apenas de 14 por ciento.
De acuerdo con el informe, la pobreza en los servicios de salud reproductiva contribuye en mayor medida a las inequidades entre los sexos, especialmente en países en desarrollo.
Dentro de los problemas más preocupantes se destaca la muerte materna, que además de tener un alto impacto en las mujeres tiene implicaciones en las hijas o hijos, quienes se quedan sin cuidado materno y pueden ver interrumpido su desarrollo y enfrentar varios obstáculos a lo largo de su vida.
Por ejemplo, la razón de muerte materna en África Subsahariana es de 474 muertes por cada 100 mil niños nacidos vivos.
La falta de acceso a servicios de salud adecuados también se refleja en los nacimientos de hijas o hijos de madres adolescentes, lo que debilita el desarrollo humano para las mujeres jóvenes y sus descendientes.
Por otro lado, las deficiencias en la educación también son amplias entre mujeres y hombres; en promedio 60 por ciento de las mujeres de 25 años o más tienen al menos estudios de secundaria en comparación con el 67 por ciento de los varones con ese nivel de estudios.
Al mismo tiempo, las mujeres permanecen detrás de los varones con respecto a su participación en el mercado laboral, pues hay una presencia femenina de sólo 51 por ciento, mientras que la participación masculina es de 77 por ciento. Aunque se destaca que la participación de las mujeres es mayor en empleos forzados derivados de la trata de personas.
En tanto, la violencia contra las mujeres, de “proporciones epidémicas”, pone diversos desafíos para que ellas “puedan participar en la vida de su sociedad, así como en garantizar la seguridad” de esta población, ya que la violencia de pareja va ligada a las condiciones de pobreza.
En el informe se da cuenta de que alrededor de un tercio de las mujeres a nivel mundial experimentará violencia sexual u otro tipo de violencia física a lo largo de su vida, principalmente a manos de su pareja, quienes se han identificado como responsables de cerca del 40 por ciento de todos los casos de feminicidio en el mundo.
A lo que se suma que en 143 países las mujeres dicen sentirse temerosas de padecer alguna agresión basada en género, y sostienen que se sienten más inseguras que los varones ante la violencia.
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Madres solteras viven el drama de la guerra en Sri Lanka
En esta aldea se ubica uno de los rincones más apartados de la antigua zona de guerra de Sri Lanka.
Sus polvorientas calles son casi inaccesibles y carecen de iluminación, las conexiones telefónicas son irregulares y el puesto policial más próximo dista varios kilómetros, cerca del centro del distrito de Mullaitivu, devastado por el conflicto.
Aquí, a 322 kilómetros al norte de Colombo, incluso los hombres que no padecen ninguna discapacidad temen estar solos en sus hogares. Sin embargo, Sumathi Rajan, de 35 años, sabe que si ella no está en su pequeño comercio por la noche es muy probable que a la mañana siguiente no quede nada en él.
Determinada a preservar su única fuente de ingresos, Rajan duerme cada noche en el piso de su local, junto con su hijo de 12 años, pese a que corre el riesgo de que le roben o incluso la violen.
“Sé lo que tengo que hacer, sé cómo cuidar de mi hijo y de mí misma”, dijo a IPS/Cimacnoticias esta luchadora madre soltera, parada frente a su humilde negocio. En los últimos cinco años su vida fue sacudida por la crisis.
A comienzos de 2009, cuando el conflicto civil de casi tres décadas en el país dio señales de estar llegando a un sangriento final, Rajan y su familia, que vivían en plena área controlada por los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil, se prepararon para enfrentar un prolongado periodo de incertidumbre.
Las srilankesas jefas de hogar están entre las más resilientes de la ex zona de conflicto. En abril de 2009 Rajan y su hijo, entonces de apenas siete años, estuvieron entre decenas de miles de civiles tamiles atrapados en un estrecho territorio situado entre el océano Índico y la laguna Nandikadal, sobre la costa nororiental de la isla, mientras los Tigres libraban una sangrienta batalla final contra las fuerzas del gobierno.
Ambos escaparon vivos de los combates, pero sin más posesiones que las ropas que llevaban puestas. Durante los siguientes dos años y medio su “hogar” fue un enorme campamento de desplazados conocido como Granja Menik, en el norteño distrito de Vavuniya.
Cuando la familia finalmente volvió a Valipunam, a fines de 2011, Rajan tuvo que reconstruir su vida de cero.
Además de las difíciles decisiones que implicaba su condición de madre soltera, incluso antes de que tuviera que huir de la guerra, Rajan, prestamista, tuvo que volverse más firme con sus clientes a la hora de cobrarles y de sumarles intereses.
Actualmente continúa con el negocio, enfrentando muchos de los mismos desafíos que hace tres años. “Cuando alguien no devuelve el dinero en la fecha acordada, voy a su casa a cobrarle”, aseguró.
A comienzos de este año su comercio se benefició de un subsidio de 380 dólares que le concedió el Comité Internacional de la Cruz Roja.
“Eso me ayudó a expandir el local”, relató Rajan, mirando con orgullo los estantes con todo tipo de productos, desde legumbres hasta champú. Pero con las nuevas mercaderías se renuevan los temores de robo. La mujer deposita sus magros ahorros mensuales de unos 25 dólares en la cuenta de su hijo, para mantenerlos a resguardo.
Historias como la de Rajan no son inusuales en la srilankesa Provincia del Norte, devastada por la guerra y donde entre 40 mil y 55 mil familias encabezadas por mujeres se esfuerzan por ganarse la vida, según agencias humanitarias y de desarrollo apostadas en la región.
Una evaluación de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), de junio de 2013, reveló que 40 por ciento de las mujeres –entre unos 467 mil retornados que fueron desplazados durante las últimas etapas de la guerra– todavía se sienten inseguras en sus propios hogares.
Además, 25 por ciento de ellas se sienten igualmente vulnerables al salir solas de sus aldeas. La situación es aún peor para las familias lideradas por madres sin pareja.
Se estima que los hogares de estas características son 40 mil, y que sus hijos son los más vulnerables a los abusos sexuales, según un informe de marzo pasado del Grupo de Promoción de Soluciones Perdurables, una coalición voluntaria de organizaciones y agencias internacionales.
Pese a esos problemas, las jefas de hogar están entre las más resilientes de la antigua zona de conflicto, según trabajadores humanitarios en la región.
“Estas mujeres tienen mucha fortaleza”, dijo M.S.M. Kamil, director del Departamento de Seguridad Económica de la Cruz Roja, en diálogo con IPS/Cimacnoticias.
Subashini Mellampasi, de 34 años y que cría sola a tres hijos de entre cinco y 14 años, es la prueba viviente. El mayor es sordomudo. Para peor, su esposo la abandonó a ella y a los niños después de que volvieron a su aldea, tras el fin de la guerra.
A comienzos de este año, la Cruz Roja le dio fondos para iniciar una pequeña empresa. Ella eligió criar cabras y compró una pequeña manada de una decena de animales. Seis meses más tarde, tiene 40.
Luego vendió 10 a unos 700 dólares, dinero que usa para construir una pequeña casa. Cada cabra le da un ingreso de entre 75 y 150 dólares. Mientras, se ocupa de los demás animales, y cada mañana los ordeña para alimentar con su leche a la familia.
De todos modos, como sus ingresos no son estables, también trabaja como limpiadora en la escuela de una aldea cercana, por 4.50 dólares diarios. Ella dice que necesita por lo menos unos 80 dólares al mes para sobrevivir, pero otras familias señalan por lo menos el doble de esa suma, especialmente las que usan transporte con regularidad.
“Hay miles de mujeres que no reciben ninguna clase de asistencia”, dijo Saroja Sivachandran, directora del Centro para las Mujeres y el Desarrollo en Jaffna, capital de la Provincia del Norte, entrevistada por IPS/Cimacnoticias.
“Son limitados los programas dirigidos a este sector extremadamente vulnerable. Necesitamos un programa amplio que abarque a toda la provincia y a todas las familias lideradas por mujeres solteras”, agregó.
Sin embargo, la ayuda financiera al país centroasiático se viene reduciendo desde el fin de la guerra. Tres pedidos conjuntos y sucesivos de asistencia en la región reportaron la falta de 430 millones de dólares.
Mientras la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) también reduce su trabajo en Sri Lanka, un programa sustancial para las madres solteras es, por ahora, apenas una promesa sobre el papel.
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“Está curado” es una frase que se utilizó en años pasados por las y los jóvenes en Sonora para expresar que algo es muy bueno, agradable, positivo o chingón.
Poco a poco cayó en desuso y fue sustituido por “es rifado”, término no sólo utilizado actualmente en la entidad, sino en otros estados y fue evolución de “se la rifa o se la rifó”, para describir que alguien hizo algo muy importante, trascendente, y positivo.
Y como ocurre siempre con el lenguaje y sus elementos, “rifado” evolucionó y ahora es un adjetivo que abarca personas, objetos y acciones.
El pasado 4 de julio, el procurador de Justicia de Sonora, Carlos Navarro Sugich, impartió una conferencia sobre prevención de la violencia contra las mujeres. En ella mencionó en repetidas ocasiones que “no está curado” violentar a las mujeres.
A pesar de que la frase estaba simbólicamente dirigida a los hombres que agreden a las mujeres, cuando le preguntaron si no sería útil que esa conferencia la impartiera también a hombres, él contestó que sí sería muy bueno, aunque era mucho más “agradable” el público que tenía en ese momento, refiriéndose a que el recinto estaba repleto de mujeres.
Incluso cuando finalizó la conferencia lo hizo agradeciendo “a ustedes mujeres encantadoras de Hermosillo, y hombres no tanto”.
Durante su exposición utilizó el ejemplo del caso de feminicidio de la doctora María Concepción de la Torre Martínez Escobar, a quien a mediados de junio pasado se presume la asesinó su pareja, médico también, y quien se encuentra preso, consignado por el delito de feminicidio.
En general lo que el procurador argumentaba es que las mujeres deben fijarse con quién se relacionan, y estar atentas a los signos de violencia que ejerza su pareja, por más mínimos que éstos sean.
En su exposición exhortaba a las mujeres a que si estaban en situación de violencia acudieran a denunciar al Ministerio Público, ofreciendo que las atenderían de inmediato y que darían curso a la denuncia.
Muchas mujeres se acostumbran a ser víctimas, decía el procurador. Hay muchos hombres que son tan débiles, que sólo tienen la fuerza física (sic) que ejercen contra ellas, pero que las mujeres podemos decidir no ser víctimas de esa fuerza física.
A las mujeres que escuchaban la conferencia las incitaba a que no se acostumbren a ser víctimas, a ver a los ojos a los hombres, a sentirse iguales, si no es que superiores (sic) que los hombres. La victimización tiene que ver con la seguridad que tenemos que vivir como mujeres y como jefas de familia, explicaba.
“Tienen las mujeres que entender que a lo mejor no pueden solas, pero sin ustedes están perdidas”. Este es un mensaje que les suplico, les exijo, les ruego, les imploro que reproduzcan con todas las mujeres que ustedes puedan, exclamaba el procurador.
El caso de Conchita, la doctora, no hubiera sucedido si alguna de sus amigas se hubiera animado a decirle algo al papá, o se hubiera animado a enviarnos un correo electrónico anónimo, o a decirle al policía municipal que pasaba por enfrente. Pero aguantaron sin decir, porque pensaban que no tenían por qué andar de “metiches”, enfatizaba el funcionario.
“Y yo no quiero que nadie, ninguna de ustedes sea la siguiente Conchita”. Yo las felicito mucho por animarse a romper el círculo de violencia, por animarse a entender que todas ustedes y cada uno de nosotros somos el principal componente del sistema de seguridad del estado. No las autoridades, sino cada uno de nosotros.
“Asúmanse guardianas permanentes de las mujeres. De ustedes, de sus hijas, de sus vecinas, de sus familiares, e incluso de las mujeres que no conozcan”, exclamaba con vehemencia el conferencista.
Una cosa es evitar que maten a una mujer y otra cosa es salvarle la vida. Aquí estamos hablando también de salvar la calidad de vida de una mujer, de la educación de nuestros hijos en las familias. Hablamos de evitar la erosión social.
Mi convicción es que reforzando la seguridad primero mental de las mujeres, la seguridad intelectual, que adquieran ustedes esta información… que existen casos reales… y reforzando la seguridad física de las mujeres “hay mucho que ganar”, finalizaba su mensaje el procurador de Sonora.
Quién iba a decir que mientras él rogaba a las mujeres a que no se descuidaran, una familia de Nogales, madre, hermanos, padre y otros familiares de Dina Elizabeth López Muñoz estaban desolados, en una lenta agonía emocional, por no saber en dónde se encuentra, pues desapareció desde el pasado 22 de marzo.
Dina es enfermera y madre de una niña de un año y siete meses. Tres veces llamó a la policía municipal de Nogales para pedir auxilio por el maltrato de su pareja, padre de su hija, Luis Alfonso Díaz.
El hombre la golpeaba, la encerraba con llave, le rompía sus uniformes y calzado especial de enfermera para que no pudiera ir a trabajar.
La tercera ocasión que llamó, tres semanas antes de la desaparición, al hombre lo detuvieron, pero salió pronto aparentemente con un pago todavía no esclarecido. Con esos antecedentes y siendo la última persona que la vio, pues él mismo la llevó al trabajo, las autoridades no ven indicios suficientes para investigarlo como probable responsable de la desaparición y posible feminicidio de Dina.
El pasado lunes 21 de julio Diana López Muñoz y Rosa Muñoz, hermana y madre de Dina, acudieron a la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Hermosillo para interponer una queja por negligencia contra la Procuraduría General de Justicia del Estado de Sonora, pues han pasado tres meses desde que fue encontrado un cuerpo de mujer desmembrado en Nogales, y al que se calculó que tenía el mismo tiempo de muerta que Dina de desaparecida.
Los exámenes de ADN no se han hecho porque la herramienta con que cuenta la PGJE está descompuesta, y esto ha dilatado el resultado, pero también ha exhibido a funcionarios de la Procuraduría como mentirosos, a decir de Diana y Rosa, pues siempre les argumentan algo diferente para justificar la falta de información.
No obstante, ese es uno de los elementos de la investigación, pero hay una laguna inmensa en la indagatoria sobre lo que ocurrió con Dina Elizabeth, de lo cual tampoco se sabe nada.
Después de esto, dos veces se ha comunicado el procurador del estado con Diana López Muñoz para decirle que pronto resolverían la situación. La segunda ocasión prometió que los resultados del examen de las muestras estarían listos este martes 29 de julio, pues las habían mandado a Mexicali para dar celeridad al resultado.
Hoy es el día para que el procurador cumpla lo que ofreció a todas las mujeres que lo escuchamos el 4 de julio, y proporcione los resultados a los angustiados familiares para inmediatamente después les explique el estado que guarda el proceso de investigación por la desaparición de Dina Elizabeth López Muñoz.
Pues para ellas, para las mujeres en Sonora y para todo el sistema de justicia que se detiene tres meses porque se descompuso una máquina, “no está curado”.
*Periodista sonorense, editora del sitio mujersonora.com, corresponsal de Cimacnoticias en Sonora, e integrante de la Red Nacional de Periodistas con Visión de Género.
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Los acontecimientos en Gaza me imponen dejar mi silencio vacacional y decir (podría decirse también vomitar) lo que pienso y siento. No me puedo quedar callada ante el exterminio genocida que se está llevando a cabo en esos territorios palestinos.
Siento un profundo dolor y rabia por la masacre en Gaza, donde están siendo las personas civiles las que se llevan la peor parte. Sobre todo las y los niños que ven morir de muchas maneras a sus seres queridos; que quedan marcadas de por vida por el dolor y la rabia; que pierden aparte de afectos y refugios emocionales, también, la esperanza en un cambio de la situación a corto plazo.
Crecer con las explosiones de las bombas, con tiros, con situaciones de hacinamiento, de ocupación y de privaciones, no es la mejor manera de construir un futuro para esas niñas y niños que sobreviven a la masacre, pero no al horror de ese tipo de vida.
Y ello sin hablar de las terribles pérdidas en vidas humanas que han sido arrancadas de cuajo sin ningún tipo de compasión ni piedad por algunos de los herederos de quienes en su día también fueron masacrados por el terror nazi.
El gobierno sionista de Israel justifica los bombardeos en hospitales, ambulancias y escuelas que se han convertido en albergues de gente que huye hacia ninguna parte, con que en todas partes se esconden terroristas de Hamas.
Pero sólo es eso, una justificación amoral del genocidio que están llevando a cabo con la población palestina de la franja de Gaza, con la única intención de aniquilarla y ocuparla definitivamente.
Vemos cómo es de baja la catadura moral de este gobierno sionista. Pero no podrían mantener este nivel de bajeza sin el consentimiento de Estados Unidos y Europa.
Los intereses de unos y otros, como no podría ser de otro modo, son económicos y principalmente armamentistas porque como todo el mundo sabe el Estado de Israel es uno de los principales consumidores de armas del mundo y la cuarta potencia militar del mundo…
Pero la hipocresía de Europa y EU y su catadura moral se hace patente ante la diferente actitud en la que se posicionan dependiendo de quienes sean los contendientes.
Así, se negocian medidas de bloqueo económico contra países que no les siguen la corriente, pese a que sean igual de sanguinarios en sus formas represoras contra la población civil.
Pero la diferente vara de medir es una constante en la política internacional, donde no importa el número de personas asesinadas si las relaciones comerciales del tipo que sean son fluidas o, si los intereses, aunque no sean transparentes, generen beneficios aunque sean inconfesables.
No importa que a diario y sin que caigan bombas haya mujeres que mueran en los “check points” por no recibir asistencia sanitaria, ni que sufran enfermedades generadas por el sufrimiento y la malnutrición a lo largo de toda su vida.
No importa que las y los niños se críen entre balas y bombas, incluso en los colegios que la ONU ha podido construir en aquellos territorios. No importa que para realizar un trayecto que en condiciones normales podría realizarse en media hora se tarden horas.
No importa nada que las personas asesinadas sean niñas, niños, personas adultas mayores o mujeres embarazadas. Nada importa a quienes dan las órdenes de disparar pistolas o bombas. Nada les importa a estos genocidas sanguinarios. Sean del credo que sean, de la nacionalidad que sean o de la orientación política en la que se encuadren.
Cuando el silencio cómplice acompaña estas acciones, esa complicidad se tiñe de sangre. De sangre mayoritariamente civil e inocente. Y se vuelve imperdonable.
Pero la complicidad no se ejerce sólo en los ámbitos políticos y económicos. También se lleva a cabo en los medios de comunicación que, bajo la fina cortina de la equidistancia, ponen a la misma altura a víctimas y verdugos.
Y eso también es ser cómplices de esta sangrante situación, puesto que esa pretendida equidistancia es totalmente falsa y en todos los sentidos, pero quizás sea el mejor argumento para aquietar algunas conciencias de todo tipo.
Hipócritas y cobardes que se esconden en alianzas de intereses para, de ese modo, seguir apoyándose mutuamente en sus miserables negocios de sangre y dolor de todo tipo.
Afortunadamente sigue existiendo el sentido de la justicia entre muchas personas y cada día somos más quienes denunciamos este tipo de nuevos holocaustos perpetrados por quienes en otro momento fueron las víctimas.
Y entre esos grupos de personas que defienden la paz justa y duradera entre los pueblos están grupos de personas judías que le piden a su gobierno deje de bombardear Gaza.
Y entre esos grupos se encuentran las Mujeres de Negro, que llevan más de 26 años realizando un magnífico trabajo demandando esa paz justa y duradera entre los pueblos, 26 años de lucha contra la ocupación en la que todos los viernes desde 1988 estas mujeres se han instalado en las principales plazas de las ciudades de Haifa, Tel Aviv o Jerusalén, o en los cruces de carretera con carteles que llaman a poner fin a la ocupación israelí.
En un principio, los manifestantes de extrema derecha comenzaron a atacarlas durante las vigilias. Ellas cosían grandes banderas negras y con pequeñas letras blancas escribían consignas en contra de la ocupación. Todo un ejemplo de valentía ante tanta miseria de intereses, tanta cobardía y tanta hipocresía.
Anoche, mientras intentaba conciliar el sueño reflexionaba sobre la situación en la que en ese mismo momento se encontrarían ese casi medio millón de personas hacinadas entre escombros, sangre dolor y fuego.
Recordaba las calles de algunas ciudades visitadas hace algunos años en Cisjordania, donde comienza a haber revueltas y personas heridas. Acabé con lágrimas.
Pero yo tengo una mullida cama donde refugiarme cada noche. Las niñas y niños de Gaza ya no tienen ni eso. Y me produce una extraña sensación de cobardía por refugiarme de mi dolor entre sábanas sabiendo que allá sólo tendrán lluvia de bombas una noche más.
¿Cuándo acabará esta barbarie? ¿Cuándo acabarán definitivamente los ruidos de las bombas? ¿Cuándo se podrá auxiliar a esas niñas y niños que lo han perdido todo, incluso la esperanza y la creencia en la bondad humana? ¿Cuándo callarán las bombas y se hablará de paz?
La miseria humana tiene rostro y son los de las niñas y niños de Palestina. Los de las personas mayores que, achacosas, han de huir hacía no se sabe muy bien donde. La de las personas con discapacidad intelectual asesinadas en el centro en el que se supone que estaban seguros por no tratarse de ningún objetivo militar.
La del personal médico que trabaja hasta el cansancio para salvar vidas que se empeñan en permanecer dentro de cuerpos destrozados por la metralla de las bombas. Ese es el rostro de la podredumbre y de la cobardía de quienes se esconden detrás de las bombas y del silencio cómplice de los negocios.
Ese es el ejemplo que damos a quienes vienen detrás: que los problemas se resuelven con bombas o bofetadas. El “ojo por ojo”, con la salvedad de que en Gaza por cada ojo de Israel caen más de 100 de Palestina. La terrible Ley del Talión impuesta por los sionistas que gobiernan.
Duro, muy duro, pero igual de real. Y esa realidad viene aliñada y compuesta según los intereses que cada cual quiera resaltar. Pero lo que sin duda es absolutamente real es que están ASESINANDO, MASACRANDO a la población palestina de Gaza.
Y que esto no es una guerra con combatientes equidistantes. Ni es algo lejano que no nos afecta a quienes vivimos cómodamente en la otra parte del mundo. Nos afecta, claro que nos afecta, puesto que cuando nos mantenemos en discursos de equidistancia o de silencios nos convertimos, de inmediato, en cómplices de esa barbarie, de ese terror, de ese genocidio llamado Gaza.
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*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.
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