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Continúa paro de alumnas de Facultad de Arquitectura por no cumplirse demandas

Ciudad de México.- Cerca de cumplirse dos meses del paro indefinido que iniciaron las estudiantes organizadas de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), las autoridades piden terminar con la protesta pero no han resuelto las demandas universitarias.

Si bien la pandemia por Covid-19 interrumpió la toma de planteles que se llevaba a cabo desde 2018 en varias facultades y preparatorias de la UNAM (así como de otras universidades) por la violencia histórica contra las mujeres en esos recintos, la protesta y organización de las alumnas y profesoras aún continúa, ya que sus demandas centrales no se han cumplido. 

Un grupo de estudiantes que integran las diferentes colectivas de mujeres organizadas de la Facultad de Arquitectura de la UNAM –integrada por cuatro carreras (Arquitectura, Diseño Industrial, Urbanismo y Paisaje, la mayoría con mayor población masculina)–  accedió a conversar con Cimacnoticias acerca de lo que ha implicado mantener esta protesta desde la virtualidad y cuál es el avance en el cumplimiento de sus demandas. 

Encubrimiento de profesores

La organización estudiantil de las mujeres en la Facultad de Arquitectura tuvo como antecedente un doble feminicidio. La profesora de Arquitectura Graciela y su hija Sol, ambas de apellido Cifuentes, fueron calcinadas en su domicilio en agosto de 2018. 

“La Facultad hace un comunicado diciendo que lamentan su fallecimiento, como si hubiera sido cosa de nada. Así como ‘ah, se murieron así de la nada, quién sabe qué pasó’. Ahí es la primera bandera roja que nos dimos cuenta que la dirección no tenía la más mínima idea, acercamiento, de qué es la violencia contra la mujer”, explicó una de las estudiantes. 

Un año después, en 2019, inició la serie de paros indefinidos en diferentes facultades de la UNAM. En total, 20 planteles mantuvieron paros activos o totales para exigir mecanismos para prevenir, atender y sancionar la violencia contra las mujeres en las instancias educativas.

En noviembre de 2019, durante una protesta feminista, un grupo de alumnos de la Facultad de Ingeniería agredió físicamente a las manifestantes. A la par, durante el movimiento de denuncia #MeToo, en redes sociales, salió a la luz una denuncia de violencia que habría cometido el propio coordinador de carrera del Centro de enseñanza de Diseño Industrial (CIDI). 

Estos hechos unieron a las mujeres organizadas del CIDI con las de la FA, separadas por un edificio, y otras colectivas de las cuatro carreras. “Ahí las diferentes colectivas chiquitas que existían en la Facultad nos reunimos y decidimos hacer una asamblea para votar un paro de 72 horas”, relataron. Ese fue el primer paso de los muchos que vendrían después. 

Las alumnas delinearon ahí un pliego petitorio, obtuvieron un espacio físico para organizarse al interior de su Facultad, ahora identificado como “la espacia”, se autonombraron “Mujeres Organizadas de la FA” y consiguieron que se abriera la materia obligatoria de “perspectiva de género en la formación profesional”.

La organización de las alumnas de la FA se mantuvo a la par del pulso de las otras facultades, no obstante, en 2020 llegó la pandemia por Covid-19. Este hecho fue aprovechado por la Universidad para evadir los paros presenciales de las alumnas y continuar las clases pero ahora desde la virtualidad. Esto, sin embargo, no acabó con el ímpetu que las alumnas ya se habían contagiado entre sí. “Quedamos ya sentidas, con muy a flor de piel este sentimiento de que sí estábamos trabajando juntas, organizadas y en colectiva”, expresaron.

La reactivación de las protestas

Las estudiantes aprendieron a llevar la protesta feminista a la virtualidad. Aunque con otro ritmo por la apatía de una pate del alumnado, la acción feminista universitaria continuó a través de las redes sociales con difusión de denuncias, asambleas virtuales, sesiones en vivo y otras estrategias de comunicación. Las jóvenes también aprovecharon para informarse y reunirse con colectivas de estudiantes de otras facultades, como las «Mujeres Organizadas de la Facultad de Filosofía y Letras», incluso de otros países, para aprender nuevas herramientas de protesta. 

“Somos morras de veintitantos años que estaría pocamadre estarnos preocupando por hacer nuestro servicio social, por hacer nuestras tesis y no. Da mucho coraje (…) cómo es que nosotras, antes de ponernos a pensar en la equidad de género, nos cruza la violencia. Somos morras de veintitantos años que estaría chingonsísimo que tenemos la oportunidad de nuestras vidas de estar en la universidad, pero es muy fuerte escuchar las denuncias más horribles que te puedas imaginar y después tenerte que pelar con señores de 60 años, defendiendo tus derechos”, reflexionó una de las alumnas. . 

Si bien tras el inicio de la pandemia hubo una tensa calma en términos de la protesta universitaria y feminista en la FA, una gota derramó nuevamente el vaso y las estudiantes se vieron orilladas a intensificar la protesta. 

En marzo de 2021, las «Mujeres Organizadas» recibieron una denuncia contra un profesor por un hecho de violencia sexual del cual las autoridades de la FA –que dejaron la administración un mes antes– tenían pleno conocimiento pero habían decidido no suspender del cargo al agresor bajo el argumento de que desde la Rectoría se había hecho el acuerdo de detener todos los procesos de denuncia contra los docentes. 

“¿Cómo puedes permitir que este tipo con una denuncia tan grave por agresión sexual siga frente en un salón de clases. Esto fue como una pieza de dominó que se cae y las demás piezas siguen”, reflexionaron las estudiantes. Tras este hecho, las alumnas convocaron el 22 de marzo a una nueva asamblea resolutiva bajo la cual obtuvieron más de 4 mil 200 votos a favor de iniciar un paro indefinido por la violencia contra las mujeres. 

El paro trajo a esta colectiva más casos de alumnas y profesoras violentadas por otros estudiantes o maestros, muchas de las cuales eran denuncias formales que las autoridades universitarias habían dejado sin solución o castigo para los responsables. En menos de seis horas, las alumnas tuvieron conocimiento de al menos 26 profesores que estaban siendo denunciados formal y públicamente por violentar a las universitarias. 

Así, el 26 de marzo las mujeres organizadas presentaron un pliego petitorio con 23 demandas, entre las que piden disculpas públicas por parte del personal directivo, rendición de cuentas, la conformación de una Comisión de Género, apoyo psicológico y una Unidad de Atención a las denuncias, y destitución de profesores con denuncias formales. 

Esta es la tabla de demandas con tipo de acuerdo, fecha límite de cumplimiento y autoridad responsable de llevarla a cabo. 

A decir de las alumnas, las autoridades sólo han simulado cumplir con las acciones toda vez que cuando se les piden cuentas alegan que se resolverán en otra mesa de trabajo y trasladaron muchas responsabilidades a ellas. En total, ellas estiman un avance del 30 por ciento en el cumplimiento de todo el pliego petitorio. 

Aún sin resolver las demandas y con la reafirmación de la comunidad universitaria en una segunda asamblea de querer continuar el paro indefinido, el pasado 19 de mayo la dirección de la Facultad, a cargo del recién electo Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, pidió a las estudiantes levantar el paro. 

“Es muy cansado ver a la dirección siempre culpabilizándonos de que estemos en paro sin cuestionar por qué estamos en paro (…) ”, señalaron. Pese a esta presión, las alumnas decidieron no ceder y, por el contrario, buscarán nuevas estrategias de movilización y protesta, incluso en el plano virtual. 

Para las estudiantes, tanto la administración pasada que dirigía la FA, como la nueva, cojean del mismo pie: no tienen idea de la violencia contra las mujeres al interior de la Facultad, a pesar de que ésta impide a las estudiantes agredidas concluir sus carreras, continuar en la universidad o incluso temer por su vida. 

A pesar del desgaste que implica, esta razón da sentido a continuar su lucha: “lo más importante para nosotras ha sido reconocernos y reconocer que si bien la dirección se ha negado a generar respuestas ante el pliego, el cambio ya está. Este tren ya partió hace mucho. Si ellos han elegido ser los antagonistas de esta historia, lo sentimos mucho, pero ya no nos vamos a callar. Vamos a seguir (…) si bien estamos enojadas y cansadas de toda esta indiferencia que muestra la institución, estamos llenas de cariño para darnos entre nosotras para no dejar de luchar por nosotras y por las que vienen”, expresaron. 

21/AJSE/ LGL

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