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Realizan en Culiacán, Foro sobre violencia contra mujeres

Por Angélica Jocelyn Soto Espinosa
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Ciudad de México.- Hace 42 años ningún país en el mundo aceptaba la violencia contra las mujeres como un problema del ámbito público; en 1994, América Latina se convirtió en la única región en tener una convención para prevenir, atender y erradicar la violencia contra las mujeres; y actualmente la violencia feminicida continúa, por lo que se requiere fortalecer la estrategia política internacional para conseguir más avances. 

Así se señaló en el Foro “Violencia Contra las Mujeres en México. Paz y justicia: hasta que la vida digna para las mujeres se haga costumbre”, que llevó a cabo la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), y el Instituto Nacional para las Mujeres, este 11 de noviembre.

El evento, de alcance internacional, se llevó a cabo en Culiacán, Sinaloa, donde, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, es el municipio con más presuntos delitos de feminicidio de enero a septiembre de 2021. 

Al participar en el foro, la integrante de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belém Do Pará) la abogada y politóloga Line Bareiro Bobadilla, resaltó que en 1979 ningún país aprobó el artículo que elaboró la Comisión redactora de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) sobre la violencia contra las mujeres. 

Hasta hace 42 años ningún país del mundo aceptaba que la violencia contra las mujeres era un problema público, sino que la naturalizaba y aceptaba como un tema privado, explicó la también in vestigadora y experta en los derechos de las mujeres. 

Bareiro dijo que si bien la Convención Belém Do Pará –el marco normativo internacional más importante sobre violencia contra las mujeres– se firmó en 1994, desde muchos años atrás el movimiento feminista llevó a cabo muchos intentos para visibilizar las diferentes violencias contra las mujeres. 

Por ejemplo, explicó Bareira, en 1981, durante el Primer Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe, se decidió que el 25 de noviembre fuera el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en memoria de las hermanas Mirabal que fueron asesinadas por la dictadura en República Dominicana. 

Después, relató, en 1989, un grupo de mujeres que integraban la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de los Estados Americana (OEA) se propusieron llegar a la Cuarta Conferencia de la Mujer, que se llevaría a cabo en Beijing en 1994, con una convención para erradicar las violencias contra las mujeres. “Era un momento excepcional y era un instrumento diseñado por mujeres poderosas”, explicó Bareira. 

Desde la década de los 80 e inicios del 90, la mayoría de los países de la región ya se habían democratizado, y algunos como Ecuador y Bolivia se propusieron incluso construir mayor democracia representativa, participativa y paritaria. Este consenso por la democracia fue clave, explicó la también integrante de la Comisión de la CEDAW, porque las mujeres que ocuparon algunos espacios tenían poder político. 

“A medida que tenemos más representación, más poder institucional, más audiencia, aumenta nuestro poder y educación”, observó la experta. 

El otro momento clave para el adelanto de las mujeres fue la llamada segunda ola del feminismo en América Latina, en 1990. Esa década, relató, fue “el tiempo de las grandes conferencias y de los acuerdos mundiales”. Por ejemplo, en 1993, en Viena, Austria, se reconoció por primera vez que los derechos de las mujeres eran Derechos Humanos; y en 1994, en el Cairo, Egipto, se reconocieron por primera vez los derechos sexuales y reproductivos.

De acuerdo con Bareira, basadas en la antropóloga Margaret Mead (que desarrolla la perspectiva de género), el grupo de mujeres que integró la CIM invitó a diferentes juristas feministas de toda la región de AL para redactar esta convención. 

Además de las juristas, las integrantes de la CIM contaron con el apoyo de la embajadora de la OEA y feminista Ana Lucina Maldonado, quien consiguió a las comisionadas un viaje para redactar la Convención, así como asistencia técnica. En 1990, estas mujeres ya habían conseguido el primer borrador de esta Convención.  

La politóloga dijo que el acierto del grupo de la CIM fue que concibieron la Convención Belém Do Pará como piso y no como techo para los derechos de las mujeres, ya que construyeron un marco en el que cupo desde la violencia familiar como la violencia política. 

Bareira relató que una preocupación de las feministas era que de presentar la Convención ante el Comité Jurídico de la OEA, ésta fuera considerada inviable y no se aceptara; frente a ello, su estrategia fue presentar año con año esta propuesta en las Asambleas, tanto de la OEA como de la Comisión de la Condición Jurídica de la Mujer (CSW), de las Naciones Unidas.  

El día que esta Convención se presentó para ser votada ante ambos organismos, 28 cancilleres se pararon a aplaudirla, con lo que no sólo consiguieron que se aprobara por aclamación sino también por unanimidad. 

Luego de este recorrido, la abogada feminista reflexionó que es cierto que la violencia contra las mujeres aún no se soluciona, sin embargo, es importante reconocer cuánto ha avanzado el movimiento feminista en estos 42 años: actualmente tenemos estadísticas, instituciones, y la violencia es un motivo de preocupación del Estado, señaló. 

La experta reconoció que para erradicar la violencia contra las mujeres en la región falta mucho, ya que América Latina actualmente es el continente más violento del mundo y el más desigual socialmente hablando. No obstante, se tiene que aprender de las mujeres que en el pasado desarrollaron la Belém Do Pará y aprender estrategia política e internacional, ya que consiguieron que la región fuera la primera en el mundo en tener un mecanismo de este tipo. 

A veinte años de esta Convención, explicó, se presentó el Convenio del Consejo Europeo sobre Prevención y Lucha contra la Violencia contra las Mujeres y la Violencia Doméstica, conocido como el Convenio de Estambul,  que hasta ahora sigue sin aprobarse plenamente. 

Por su parte, la secretaria Técnica del Mecanismo de Seguimiento de la Convención Belém Do Pará, Patricia Mejía, dijo que la Convención es resultado de un proceso que se construyó con el trabajo de mujeres que se hicieron presentes y se hicieron de poder; sin embargo, la región de América Latina sigue siendo “profundamente patriarcal”, y las legislaciones y sistemas de gobierno aún tiene rezagos profundamente patriarcales que no sólo operan en la institucionalidad sino en el cerebro, normas sociales y las dinámicas sociales que deben ser transformadas. 

21/AJSE/ LGL

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