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Periferias: precarización, corrupción y resistencia

Por Lucía Melgar Palacios

«El futuro del mundo», escribe Emiliano Ruiz Parra, es la proliferación de barrios marginales, carentes de servicios, que van construyendo y poblando personas precarizadas.  Estas —sugiere el autor de esta magistral crónica de la transformación de un rincón del noroeste de Ecatepec en una ciudad perdida o slum— pueden ser vistas a la vez como víctimas del sistema socioeconómico depredador que predomina en México y el mundo, o como pioneras de una ola expansiva de la urbanización salvaje, que invade el poco campo que queda a medida que crecen las poblaciones urbanas necesitadas de vivienda que las políticas urbanas vigentes han vuelto inalcanzable.

Sin ocultar la faz obscura de Ecatepec, estigmatizado como infierno “en el imaginario mexicano” por la concentración de feminicidios, violaciones, robos y otros delitos, pero sin cargar tampoco las tintas, Ruiz Parra reconstruye la historia de la transformación de un espacio rural en zona industrial, cada vez más explotada, en cuyas orillas confluyen descendientes de campesinos, familias de trabajadoras no calificadas, antiguos obreros cuyos oficios y especialidades desaparecieron; un gran conjunto de seres  humanos que, desde los escritorios, algunos ven como “población superflua” o como “daño colateral” del neoliberalismo salvaje del siglo XXI.

Lejos de la perspectiva fría y distante que impide ver lo humano en medio de la miseria, el periodista recupera las luchas de personas de carne y hueso, con principios, sueños y aspiraciones de futuro que lograron crear una comunidad, así fuera problemática, en terrenos hostiles, sujetos a los vaivenes de la (mala) política, la corrupción de políticos, “emprendedores” y líderes.

Entre ellos destacan en particular dos tipos de agentes de cambio: líderes que defienden los intereses comunitarios, anclados en la tradición o en el sentido de la legalidad y aspiración a una vida digna; y mujeres pioneras que arriesgan su mínimo ahorro, multiplican su trabajo, arriesgan su seguridad y están dispuestas a someterse a la doble explotación del endeudamiento eterno y una lejanísima fuente de trabajo, con tal de llegar a ser propietarias de un pedacito de tierra donde vivir, ellas y su familia.

Estos personajes, el líder campesino Jesús Fragoso, el maestro José Encarnación, las pioneras Leti Solano, Imelda Reyna y otras mujeres incansables, tienen vida y voz propia, una historia que contar y digna de ser contada como ejemplo de resistencia y resiliencia ante la adversidad. Son también —nos recuerda su cronista— representativos de la transformación del paisaje en ciudad y de esta en megalópolis desquiciada que se expande hasta terrenos inhabitables, aplanados y “urbanizados” a fuerza de trabajo, esfuerzo y esperanza inagotable.       

La adversidad que enfrentan estas mujeres y hombres, sus hijas e hijos, no es solo la de las lluvias torrenciales que destruyen techos de lona o pudren los pocos muebles, o la del terreno plagado de alimañas o abierto al merodeo del ladrón o del violador. A los riesgos de “civilizar” la naturaleza se añaden los manejos retorcidos de líderes que ven en estos nuevos pobladores fuente potencial de cuotas y apoyos clientelares, de políticos que cambian las leyes para apropiarse de terrenos en nombre del “Estado” para facilitar su apropiación privada y su mercantilización, sin importarles si son o no adecuados para vivienda.

La adversidad de la corrupción y negligencia, delineada a través de la historia de Golondrinas y sus alrededores, es comparable a un enjambre sísmico, con el agravante de que desastre y  sufrimiento no se deben a causas naturales, sino a la codicia de unos cuantos y a la corrupción de un sistema político donde, sin importar el color, proveer de luz, agua, drenaje o pavimento no representa para sus agentes la obligación de garantizar derechos humanos básicos, sino una oportunidad de medrar y manipular a otros en nombre del Estado o del partido, para fines propios.

Quien se pregunte por qué en México parece imposible resolver los problemas de una comunidad de 5 mil personas en Ecatepec o Guanajuato o Morelos encontrará en este libro material de reflexión: no se trata de una falla del “sistema” ni de “falta de recursos”. A la precarización promovida por “el sistema” se añade la depredación cultivada por políticos, empresarios y líderes de todos los niveles.  Este es un libro imprescindible para entender la modernización sin desarrollo que ahonda día a día desigualdades insostenibles.

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