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Alba Espejel y la violencia que viven las periodistas en Puebla

Por La Redacción

Puebla, Pue.- Alba Espejel Linares ha trabajado durante siete años como reportera en el estado de Puebla. Desde esta entidad ha observado la violencia con que Miguel Barbosa Huerta, actual gobernador, trata a sus compañeros y compañeras. De esto no estuvo exenta, pues vivió una situación que incluso le acarreó acoso en redes sociales y afectaciones emocionales. 

Los hechos ocurrieron en 2020. Alba recuerda que la pregunta que realizó aquel día no la consideró “fuerte”, en comparación con otros cuestionamientos que han realizado sus compañeras y compañeros. 

La periodista rememoró que en diciembre de ese año estaban derrumbando una escuela en el municipio de Tecamachalco, los pobladores no querían, por lo que fueron los padres de familia y se pelearon con los policías. Antes de Alba, una compañera le pregunta “oiga, gobernador, ¿cuál es la situación de la escuela en Tecamachalco?” y él responde “pues ya hablé con la alcaldesa, ya todo está bien”. 

“Era mi turno y yo quería ver si se habían peleado pobladores con policías, entonces le pregunté al secretario de gobernación: “yo quiero saber más acerca del saldo, ¿hubo alguien lastimado o algo por el estilo?” y, pues, el gobernador me dijo “le digo que cuando el gobernador ya habla, ningún otro puede hablar, ¿sale?, aprende de eso por favor y ya no preguntes”. Me silenciaron y pasaron a la siguiente pregunta o creo que ni hubo, porque cuando se enoja mucho como que ya cortan las preguntas”.

No era la primera vez que Barbosa le respondía “feo”, asegura, pero esta ocasión fue diferente.  “Cuando empecé a ver que en redes estaba publicando un buen al respecto, que la Red de Periodistas se pronunció, no supe qué hacer. De verdad fue por eso, fue un tema que no sé por qué le molestó tanto, o no sé si fue porque primero le pregunté al Secretario de Gobernación en vez de a él, la verdad es que creo que nunca voy a saber qué le molestó porque siento que de verdad hay dos temas que sé que son para él más delicados, que no le gusta tocar, pero nunca creí que por ese tema se fuera a molestar tanto”, afirmó. 

Después de este incidente Alba acusa que recibió odio en redes sociales, ya que en los videos que me comentaban había muchísimos usuarios le decían “pues es que también la reportera no hace bien su trabajo”, “no, la reportera tuvo la culpa”, “es que esa vieja también lo que anda preguntando”, “de seguro ella está en contra de la cuarta transformación”.

“La verdad sí me pegó. Hasta una vez sí lloré, justo porque esa noche cuando vi que sí lo estaban retomando muchos medios nacionales. Hasta yo tenía miedo por mi trabajo, qué tal si por esto como que el gobernador se enoja y pide que me corran o algo así. Me llegó mucho miedo, pero hablando con compañeros, me dijeron que no iba a pasar y que yo no hice nada malo. La verdad es que sí emocionalmente me afectó”. 

Ser mujer periodista en Puebla

Durante siete años Alba ha cubierto varias fuentes, desde el ayuntamiento de Puebla, educativa, “pero lo que más me gusta son los derechos humanos, organismos sociales, los temas de género y cubrir el interior de mi Estado. Y pues los primeros dos años pandémicos cubrí el gobierno del estado de Puebla”.

En entrevista con CIMAC, Alba -egresada como Comunicación para el Desarrollo- detalló que al inicio de su carrera periodística pudo observar el machismo que por años ha acarreado esta profesión. 

“Mi jefa decía ‘bueno, vamos a mandar a una cobertura a nuestro compañero hombre’ y yo pensaba ‘¿por qué si es mi fuente lo van a enviar a él?’. Y me decían ‘no pues porque él corre menos riesgo, porque van a ir a un municipio alejado y para que no te falten al respeto’, cosas así. Eso fue solo al inicio, pero afortunadamente ya no he vivido ese tipo de casos, pero al principio sí me pasaba esto: que preferían darle la cobertura a un hombre que a mí por los riesgos que yo podía tener en la cobertura”.

Así poco a poco se abrió paso en el camino de la reportería y señala la importancia de que las mujeres sean consideradas en las agendas. 

“Creo que cuando nosotras escribimos y cuando llevamos un tema somos más cuidadosas. Por ejemplo, en los temas de feminicidios, que es en lo que también me he dedicado mucho, nosotras cuidamos más la imagen de la víctima, los familiares, tratamos de no revictimizarlas porque, pues, desgraciadamente nosotras sí decimos “pudo haber sido mi hermana”, “pudo haber sido mi prima” y creo que a los hombres les falta mucho eso, tener empatía y ponerse en los zapatos de una mujer. Entonces me he dado cuenta de que en la mayoría de las notas donde revictimizan a una mujer, o en donde ponen su nombre completo, o esos detallitos que ya debemos de cuidar, son hombres”. 

Y es que señala que en la entidad, los casos de feminicidio se cubren como “nota roja” y esta fuente es tratada por hombres principalmente ya que tienes que viajar mucho de noche y tener un trato cercano con policías. 

“Apenas veo que muchos medios ya están metiendo a mujeres, pero son muy pocas las mujeres que cubren nota roja. Por lo menos en Puebla, si es feminicidio, es nota roja, entonces lo cubren esos compañeros. Por ejemplo, yo trato de darle seguimiento y ya cuando hay seguimiento, ya me dejan meterlo en las notas locales, pero eso se da mucho en Puebla, que la nota roja es de hombres”, aseguró. 

Lucía Moguel Osorio (LMO): ¿De todo este contexto y los impactos de tus notas, cómo podrías calificar el ser una mujer periodista en puebla? 

Alba Espejel Linares (AEL): Pues, sí es complicado, por ejemplo, ahorita que ya entendí un poco más, cada vez que digo a un conocido o un familiar que soy periodista, me dice “¿no tienes miedo porque los están matando?” y, por ejemplo, cuando pasó eso con el Gobernador, mi mamá me dijo “es que tengo miedo”. En años pasados se daba que, si un funcionario se enojaba con un periodista, lo mandaban a matar o así, entonces mis familiares conocidos perciben mi trabajo como peligroso. Y, pues, yo he tratado de decirles que no me va a pasar nada y, por ejemplo, en esa ocasión le dije a mi mamá que hablé con mis jefes y también creo que tuvo que ver que no amaneció de buenas, pero no va a pasar algo, no es como que me haya metido con su vida, nada. 

De hecho, en diciembre de ese año ofreció una disculpa. No fue para mí directa, pero bueno ofreció una disculpa a los reporteros que cubrían su fuente y ofreció una disculpa por cómo respondía. Se lo mandé a mi mamá diciéndole “para que te sientas tranquila, nos ofreció una disculpa y ya aceptó que hizo mal”.

Pero la verdad es que si se lo mandé fue para que ella se sintiera tranquila, porque a veces se está muy intranquila de cuántos periodistas han muerto en el año. Mi mamá sí a veces teme por mí, y ese miedo hace que, pues, tú también lo sientas. Antes me gustaba mucho meterme a transparencia y buscar cositas que no me cuadraban, pero si le bajé fue por esto. Está mal porque es la esencia de nuestro trabajo, investigar y buscar cosas que no estén muy bien. Entonces sí creo que por lo menos yo ya me he vuelto temerosa de mí trabajo, trato de ser muy cuidadosa y creo que eso está mal porque no deberíamos tener miedo a que nos vaya a pasar algo. 

Por ejemplo, ves que pasó lo de Cecilia Monzón, la abogada que asesinaron, ese mismo día entre las compañeras reporteras hablamos y dijimos “imagínate que un día nos toque que llevemos un caso que no le guste a alguien o ligamos algo que le incomode a otra persona y que por eso nos maten”. Sí es preocupante, aunque ella no era reportera o periodista, sí estaba muy metida con nosotros y sí le gustaba llamarnos para apoyarnos. Siento que si bien no debemos vivir con miedo ni estamos en una situación de riesgo como en otros Estados, siento que nos hemos vuelto miedosos. 

LMO: ¿Cuáles han sido o qué acciones tomas justo de precaución? ¿Qué ya no haces que antes sí hacías o qué has notado que hacen tus compañeros y compañeras que antes no hacían para justo minimizar riesgos? 

AEL: Algo muy leve que creo que no deberíamos hacerlo es que en las conferencias primero escribía mi pregunta. Entonces yo ya sabía que iba a preguntar y me la decía a mí misma y me preguntaba “¿esto no le va a enojar?”. Trataba de cuidar mis preguntas, cosa que antes no hacía. Y si algo me aplaudo mucho es que soy muy amable con todos, entonces siento que nunca he sido grosera con él, pero ahora trato de buscar las palabras correctas para tener una respuesta. 

En cuanto a seguridad, algo que no hacía y que ahora hago es que, si salgo a un sitio, el que sea, le mando la ubicación a mi mamá, a un amigo y mi jefe de información. Y también, cuando veo algo raro, ya me volví tan paranoica de las fotos que, si siento que alguien me está tomando foto, también yo tomo foto y envió la ubicación. Por ejemplo, apenas fui a Casa Wayo la semana pasada justo por este caso del bebé, la abogada me habló y me dijo “oye, Laura, tenemos una cita con el Gobernador, entonces saliendo me gustaría darte una entrevista para contarte como va nuestro caso”. Le dije que la veía en la parada de camión que está afuera. Llego y, pues, estoy sentada ahí, en eso veo que los policías me están viendo, me están tomando fotos, empiezan a acercarse mucho y yo automáticamente le escribo a mi jefe “estoy en tal lado, me están tomando fotos tal” y él sabe a dónde me muevo y todo. Lo mando por cualquier cosa porque me hacen sentir insegura. Y ya nada más él ya tiene conocimiento de todo eso. 

AMLO “nos quedó a deber” 

Sobre las conferencias matutinas que diariamente realiza Andrés Manuel López Obrador, Alba señala que esta idea tiene un trasfondo muy discrecional. 

Al principio sonaba como algo muy prometedor. Creo que todos nos emocionamos, dijimos “ay, pues vamos a tener al presidente todos los días dando información”, “a todos nos va a dar la voz”, pero realmente se ha vuelto algo muy discrecional. Le da la palabra a quien quiere, él contesta lo que quiere, entonces realmente no hay una retroalimentación, o sea, a final de cuentas estamos escuchando un comunicado de prensa. Entonces creo que nos quedó a deber ahí. No fue lo que prometió. 

LMO: ¿Qué debería pasar realmente para que cumpla? ¿Qué quitarías y que pondrías? 

AEL: Para empezar, que se tome en cuenta a todos los reporteros porque, por ejemplo, en este último mes sí lo he escuchado completo y la verdad es que sí es como que a los reporteros que preguntan cosas que hasta parecen que ya están marcadas. Dices “¿realmente está preguntando esto?”. Y veo que otros compañeros están “aquí, aquí, por favor, aquí”, y pues no los pela y cuando veo, pues, son medios que no están a favor de su gobierno. Entonces, para empezar, que les dé la voz a todos. Después, que de verdad conteste lo que le están preguntando, porque ya me di cuenta de que le preguntan algo y empieza como que a hablar de otra cosa y otra cosa y dice “ay, aprovecho esta pregunta para platicar tal cosa”. Y al final de cuentas jamás respondió lo que le preguntaron. 

LMO: ¿Cómo consideras que ha impactado el discurso institucional con respecto a la libertad de expresión y el ejercicio periodístico que sale del ejecutivo a ustedes como mujeres periodistas? ¿Cómo consideras que les ha afectado esto?

AEL: Pues yo creo que en general a todos los periodistas, no solo a las mujeres. Yo lo cubrí en campaña. Él vino dos veces, pero con Barbosa una. Y la verdad es que la gente lo quiere mucho, muchísimo. O sea, yo me daba cuenta, le lloraban, le besaban la mano, le regalaban niños Dios. Entonces sí creo que cuando él habla mal de nosotros, obviamente genera un cierto odio hacia la prensa, entonces nos pone más vulnerables. Entonces yo creo que es eso, sus palabras no han dimensionado cuánto pueden afectarnos. Porque al final de cuentas nosotros estamos haciendo nuestro trabajo. 

Para Alba, es urgente que los funcionarios entiendan la labor periodística y  no “se lo tomen personal”. 

“Que nos dejen preguntar, que nos dejen investigar y obviamente hay investigaciones, sabemos que cuando se trata de gobierno y municipios, creo que si fueran más transparentes no tendríamos estos conflictos. Así como ellos piden respeto y orden para las preguntas, pues es lo mismo, que ellos sean honestos. La transparencia, que sean más transparentes, porque así nos ayudarían a hacer nuestro trabajo más fácil. Que dejen de llamarnos mentirosos sin tener pruebas y que dejen de promover este discurso de odio que la gente se toma muy a pecho y que por eso mismo le han quitado valor a nuestro trabajo”, sentenció. 

Con información de Lucía Elisa Moguel Osorio, investigadora en el Programa en el Programa de Libertad de Expresión y Género

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