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MP de la CDMX archiva denuncia porque víctima de violencia sexual «no comprobó» agresión

Por Diana Hernández Gómez
CIMACFoto

Ciudad de México.- V.L.V.G. fue violada por dos hombres en abril de 2021. A pesar de haber levantado una denuncia la noche después de la agresión, las autoridades decidieron archivar su caso y sus agresores siguen en libertad. Ahora busca retomar la denuncia para que su agresión, como la de miles de mujeres más en México, no permanezca impune.

V. (quien mantiene su identidad reservada como medida de protección) tiene 25 años de edad. Es comunicóloga y es originaria de Guadalajara, pero se mudó a la CDMX desde hace dos años por motivos de trabajo. 

Ella se dedica al modelaje y, cuando llegó a la ciudad, únicamente conocía a su expareja y a su entonces amigo Erik N., quien la agredió sexualmente a las tres semanas de que ella cambiara de ciudad. V. lo denunció inmediatamente, pero las autoridades que debían otorgarle justica únicamente la revictimizaron y desecharon la investigación.

La noche de los hechos

El 3 de abril de 2021, Erik N. invitó a V.L.V.G. a tomar un trago a Coyoacán. Después un tiempo le propuso ir a su departamento para hacer una sesión fotográfica a lo que Valeria accedió. Precisamente por eso -cuenta- decidió no beber mucho, pues quería que la sesión saliera lo mejor posible.

Cuando llegaron al departamento eran cerca de las 9 pm. Mientras ella se arreglaba, Erik N. le sirvió un shot de mezcal. Ella tomó un sorbo pero no quiso beber más para salir bien en las fotografías; no obstante, ante la insistencia de Erik, al final tomó cerca de la mitad del vaso. Según narró la comunicóloga, eso fue suficiente para que comenzara a sentirse extraña.

“Empecé a sentir que estaba muy muy muy muy borracha. Ya no podía controlar mis movimientos, no podía controlar nada de mí. Me sentía como hasta en un estado de alucinación, porque según yo, yo sí estaba teniendo una sesión, hasta que después dije “pues cómo es posible que solamente con eso que tomé de de alcohol me sienta tan mal”.

V.L.V.G.

V. se sentía tan mal que decidió ir al baño; cuando salió encontró a Erik N. desnudo. Ella ya no tenía control de su cuerpo, por lo que Erik la condujo a una cama; después llamó a un amigo suyo y entre ambos agredieron a la joven sexualmente. En muchas ocasiones, V. intentó zafarse de ellos y les dijo que no estaba segura de que quería eso, pero ninguno de los dos se detuvo. 

En algún momento durante la agresión, Erik N. le dio un vaso con agua a V., pero ella percibió un sabor amargo, por lo que sospecha que la drogaron con una sustancia que también estaba en el mezcal. “En esos momentos yo nada más le pedía a Dios “que alguien venga a tirar la puerta, que algo suceda para que esto termine””, pensaba ella mientras todo sucedía.

Según recuerda, los hechos duraron entre dos y tres horas. Después de eso comenzó a recuperar el control de sí misma. Pudo levantarse e ir al baño, donde lo único que sentía era una confusión muy grande respecto a lo que había sucedido. Cuando salió, le avisó a los agresores que se iba a su casa.

Una vez en el taxi privado que solicitó, V. se puso a llorar. “No sé si me violaron”, le dijo al chofer, quien le ofreció contención y la llevó con la policía.

Negligencia de las autoridades bloquea justicia para V.

Cuando abordó el taxi, V. únicamente quería llegar a su casa a darse un baño, dormir “y desaparecer”. No obstante, el chofer le dijo que era importante levantar la voz para que eso que acababa de vivir ella no le pasara a nadie más. V. lo consideró y decidió ir a levantar una denuncia.

El conductor la dejó con un oficial que estaba a bordo de una patrulla, y él se encargó de llamar a diversos apoyos y a una ambulancia. El personal médico le dijo que aún estaba bajo el efecto de alguna sustancia y le preguntó si quería denunciar. V. aún estaba en estado de shock, por lo que seguía sin procesar lo que había sucedido y sin saber qué hacer, pero al final decidió ir al Ministerio Público (MP).

Llegó ahí cerca de la media noche y la atendió una abogada que comenzó a tratarla mal, e incluso le reclamó: “no te entiendo porque estás llorando”. V., molesta, le gritó “me acaban de violar, cómo quieres que esté”. Después de esto, la funcionaria se tranquilizó pero la mandó a descansar porque le dijo que no la podía atender mientras V. estuviera tan alterada.

V. le dijo que si se iba a casa ya no regresaría, por lo que la dejaron dormir en una “sala” en el MP. Ella, sin embargo, no pudo dormir: estuvo vomitando toda la noche. Finalmente la atendieron entre las 12 y la 1 de la tarde, tras unas ocho horas de estar en la sala. 

Le hicieron un antidoping en el que no se detectó ninguna sustancia; además, al haber pasado tanto tiempo antes de ser revisada, tampoco mostraba algún efecto del alcohol. De igual forma, el examen físico no mostró golpes o moretones porque, al no poder controlar su cuerpo, sus agresores dispusieron de ella sin la necesidad de usar la fuerza física. 

Por su parte, la psicóloga con la que habló anotó en la carpeta de investigación que V. bebía desde los 15 años y se exponía ella misma a situaciones de riesgo. Y, cuando se reunió con la abogada que le asignaron en el MP para llevar el caso, ésta le dijo que como ella había 300 casos más, insinuándole que no esperara una atención especial.

A pesar de este trato revictimizante, V. logró interponer una denuncia y se abrió la carpeta de investigación CI-FIDS/FDS-7/UI-FDS-7-02/00256/04-2021 oficialmente el 4 de abril de 2021. Esta carpeta estuvo a cargo del licenciado Victor Hugo Carmona.

V. fue canalizada con el psiquiatra debido al estrés postraumático que experimentó. Además, acudió a todos los llamados de las autoridades. Aun así, entre septiembre y octubre de 2022 (a un año y medio de que V. levantara la demanda), dichas autoridades decidieron que el caso sería archivado porque la víctima no pudo demostrar que ella podía repeler el incidente. 

Antes de eso ya habían intentado rebajar el delito a abuso sexual en lugar de violación agravada y, además, nunca notificaron al agresor sobre la denuncia interpuesta en su contra.

V. piensa retomar el caso

V. hizo el trabajo de las autoridades e investigó quién es el segundo agresor (un diseñador habitante de la CDMX). También se enteró de que no es la primera víctima de Erik N.: otras mujeres jóvenes de agencias de modelaje habían pasado por lo mismo. Sin embargo, dada la fama que tiene en el gremio, nadie se ha atrevido a denunciar como V. 

Y, aunque ella sí alzó la voz, su decisión no la exenta de la posibilidad de encontrarse a Erik, algo que en algún momento la llevó a dejar su trabajo y cambiarse de casa. Así, mientras ella tiene que cambiar su vida por una agresión, el violador sigue bajo la impunidad apoyada indirectamente por la negligencia de las autoridades.

Actualmente, V. está pensando en retomar su caso. Para ello está considerando acercarse a alguna organización o colectiva feminista, ya que carece de los recursos económicos para contratar asesoría legal privada. Pese a los obstáculos que rodean su camino en la obtención de justicia, no dejará de levantar la voz para que nadie más sea víctima de lo que ella ha atravesado: la indiferencia de las autoridades y la violencia misógina y machista de sus agresores.

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