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Qué pasó aquí

Por Cecilia Lavalle

Un día amanecimos con la noticia. Unos señores en cargos muy importantes habían hecho un pacto para transformar el sistema democrático de nuestro país. Y transformar no necesariamente implica mejorar. Lo sabemos.

Los coordinadores parlamentarios de todos los partidos en la Cámara de Diputados -con la notable excepción y oposición del partido Movimiento Ciudadano- en menos tiempo de lo que me toma escribir estas letras (imagino) redactaron, acordaron, firmaron.

Ese pacto le quitaba el silbato a uno de los árbitros fundamentales de nuestra democracia: El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y, a cambio (por supuesto), les daba manga ancha a las cúpulas partidistas, con lo cual se ponían en riesgo avances democráticos conseguidos en las últimas décadas.

Acto seguido celebraron (supongo) y ordenaron “hágase nuestra voluntad”. 

Ignoraron o minimizaron –algo que suelen hacer señores poderosos- que, en medio mundo, feministas hemos ido mejorando las reglas de la democracia moderna desde hace como dos siglos y medio. 

Para empezar las sufragistas que nos consiguieron derecho al voto. Para seguir, un movimiento amplio de mujeres nos aplicamos para obligar a los partidos políticos a postular a mujeres mediante acciones afirmativas. Porque, claro, lo de votar lo fueron digiriendo, pero eso de que las mujeres también tuvieran poder se les atoraba.

Y yo puedo entender que los señores poderosos que pactaron, tan ocupados ellos en defender privilegios, no sepan de historia de los derechos de las mujeres. Pero hay hechos recientes.

Por ejemplo, en 2009, tras la enésima trampa para que llegaran hombres en lugar de mujeres a la Cámara de Diputados, se conformó la Red Mujeres en Plural, actualmente la más grande y sólida organización de la sociedad civil que trabaja por los derechos políticos de las mujeres.

Desde esa Red y en alianza con otras organizaciones de la sociedad civil, con legisladoras, juristas, académicas, periodistas y un amplio etcétera, hemos conseguido ensanchar las puertas democráticas de México. 

Botones de muestra: La sentencia 12624 del TEPJF, la reforma Constitucional por la Paridad (2014), Jurisprudencias del TEPJF por la paridad vertical y horizontal (2015), reforma Constitucional por la Paridad en Todo (2019), reformas para tipificar la Violencia Política contra las Mujeres por Razón de Género (2020), entre otras.

Con esos cambios, con disposiciones del INE y con sentencias del TEPJF, hoy las mujeres ocupan la mitad de las Cámaras y de casi todos los Congresos estatales, hay siete mujeres gobernando el país al mismo tiempo, y por primera vez hay minorías con asientos en la toma de decisiones del Poder legislativo.    

Todo eso ignoraron, minimizaron, o no les quedó claro. Muchos señores poderosos ven borroso cuando se afectan sus privilegios.

En cuestión de horas, ciudadanía organizada (de manera destacada Mujeres en Plural) les obligó a ponerse lentes. Muchas legisladoras resistieron la presión de las cúpulas de sus partidos y honraron el legado. 

Los señores poderosos deben haberse preguntado ¿Qué pasó aquí? La respuesta, en voz de mi querida Lucía Lagunes, es: Rompimos el pacto patriarcal. 

Y, por si aún no está claro, ni es la primera vez, ni será la última.

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