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Una publicidad nada inocente

Por Lucía Melgar Palacios

Si usted ha tomado el metro o el metrobús en meses recientes, le habrá llamado la atención la abundancia de carteles verdes que publicitan a RT Noticias

Quizá se haya preguntado qué medio es ése, por qué han proliferado sus anuncios, omnipresentes en algunas estaciones del Metro y con pantallas de noticias en directo en las del Metrobús. Cuando la mayoría de los medios nacionales (y muchos internacionales) enfrentan escasez de recursos, resulta sin duda extraño que RT en Español gaste tanto en publicidad y más si es el único anunciante en una sola estación, como sucede en la del Auditorio.

La extrañeza desaparece cuando se sabe que RT Noticias es propiedad del gobierno ruso y forma parte de la “maquinaria de propaganda y desinformación” que éste suele activar en época electoral para influir en la decisión ciudadana y favorecer a candidatos/as afines al Kremlin, como documentó el lunes 5 de febrero Dolia Estévez (Eje Central).

La actual campaña masiva en el transporte público, explica la periodista, fue autorizada por Martí Batres y la SEDUVI. Esta publicidad invasiva resulta muy lucrativa para el gobierno local. Nos corresponde entonces preguntar por qué se autoriza tanto espacio a un solo anunciante y, sobre todo, qué ganan Batres y el gobierno local con esta transacción, además de dinero.

Según Estévez, hay quienes piensan que el gobierno ruso favorecería un triunfo de Sheinbaum, hipótesis plausible aunque no comprobada. Sea como fuere, las autoridades están cobijando a un medio cuya señal ha sido prohibida en la Unión Europea, en el marco de las sanciones a Rusia, por ser precisamente un instrumento de propaganda y noticias falsas.

Habrá quienes minimicen esta estrategia mediática con el argumento de que otros medios internacionales también manipulan a la opinión pública. Medios como Fox News ciertamente desinforman y dañan los principios democráticos. Antes, La Voz de América, financiada por el gobierno de E.U.A., pretendió “alentar la democracia”, con sesgos diversos, durante la Guerra Fría o la Revolución Cubana. Hoy  podemos reconocer sesgos oficialistas en diarios antes críticos como La Jornada, periódico favorito del gobierno, o antigubernamentales (pero no antidemocráticos) en otros medios.

La recurrencia de la manipulación política de la realidad no justifica, sin embargo, la tolerancia, o más bien complicidad, de las autoridades capitalinas con la desinformación rusa que favorece a regímenes autoritarios y, para justificar la política de Putin, manipula la historia y escamotea los hechos, muy al estilo estaliniano.

Así, según RT, la invasión de Ucrania no es tal sino una “operación militar especial” contra un régimen de “nazis y neonazis. Cuando retoma un artículo del Financial Times sobre la “resiliencia de  la economía rusa” pese a las sanciones occidentales, elude el tono crítico del texto original y sugiere que Putin es tan listo que ha burlado las trampas de Occidente.

La forma de presentar las noticias y las palabras que usa o evita un medio dejan ver el sesgo de quien “informa”. Para RT, Nayib Bukele es “uno de los líderes más valorados del mundo” que,  para reelegirse, cumplió con la condición de “no ejercer el poder seis meses antes de la elección”. 

Aunque menciona las violaciones de derechos humanos que conlleva su política de “mano dura” y reproduce un tuit del medio crítico El Faro, RT repite que El Salvador se ha convertido en “el país más seguro” de América Latina, sin ahondar en el afán represivo y las maniobras ilegales del dictador (RT, 4 y 5 de febrero).

En contraste con la Unión Europea, los gobiernos latinoamericanos no han tomado medidas para limitar los daños que puede causar esta propaganda. Puede costarles caro ignorar que RT en Español tiene el mayor público fuera de Rusia y ha logrado su mayor popularidad en América Latina (Wilson Center, 2023).  

No es mera coincidencia que RT enEspañol busque mayor alcance en México justo cuando se inician procesos electorales aquí y en Estados Unidos. La complicidad implícita del gobierno capitalino con esta fuente de desinformación y propaganda autoritaria es un riesgo para nuestra vida democrática. Como ya han pedido algunos opositores, el gobierno local nos debe una explicación de esta (no tan extraña) complicidad.  

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