Oaxaca de Juárez.- Paulina Ríos y Rosa María Castro, dos figuras destacadas, la primera en el periodismo y la segunda en el activismo, son pioneras que, con su labor y rebeldía abrieron brecha para dejar de normalizar la violencia en contra de las mujeres. El camino ha sido forjado a partir de sus historias.
“Soy una mujer que en un tiempo fue muy miedosa, también que vivió violencia, pero después, con el paso de los años y las circunstancias, conocí que había otra forma de vivir. Desde entonces a través del periodismo me he empoderado, he conocido mis derechos y he buscado que también muchas mujeres dejen de vivir violencia y puedan vivir y exigir vivir una vida plena”, cuenta sobre su vida Paulina Ríos Olivera, quien, este 8 de marzo fue galardonada con el reconocimiento “Mujer Oaxaqueña 2024, Sara Artemisa Brena Torres”.
Nacida en la ciudad de Oaxaca, Paulina Ríos Olivera, directora y fundadora del portal de noticias Página 3, es una mujer que no tiene filtros, pero sí una rebeldía innata que la llevaron a transformar su vida y la de muchas mujeres a través del periodismo, profesión a la que llegó hace tres décadas por casualidad.
Era una mujer que estudiaba medicina y dejó la carrera porque ya tenía tres hijos, a los que posteriormente sumó dos más. Siempre deseó regresar a la escuela, pero al tener que enfrentar sola la responsabilidad de la crianza, tuvo que postergar esa meta.
En busca de trabajo entró a laborar como capturista en el extinto periódico El Extra. Es ahí donde se despierta su pasión por el periodismo y comienza a estudiar por cuenta propia. Después es asignada a la edición, y es ahí, cuando le ven madera para reportear. “Los reporteros no cuestionaban a las autoridades y yo les decía que tenían que hacerlo, que tenían que preguntar”.
“Salí, poco a poco como reportera y, conocí a Soledad Jarquín, que es la que me encamina a realizar periodismo con perspectiva de género. A partir de ahí, es cuando se me abren más los ojos y, digo: existimos y, tenemos que dar a conocer nuestras necesidades y problemas, así como, qué podemos hacer para solucionarlos”.
En ese entonces -recuerda- la violencia familiar estaba normalizada, no existía como un delito, era un asunto privado que solo se vivía dentro de cuatro paredes. A través del periodismo y el acompañamiento a las activistas, se aportó, para que la violencia familiar fuera un asunto público y se sancionara. De la misma manera, Paulina Ríos luchó por acompañar en el debate, de la eliminación de pruebas de embarazo en las empresas, que en aquel entonces era obligatorio, para la contratación de mujeres.
En aquel tiempo, el periodismo era predominantemente de varones. Las mujeres que lo ejercían se enfrentaban a acoso y violencia dentro de las redacciones y del funcionariado. “No era fácil que te dieran una entrevista porque decían: ´es que hay que ir a sentarse en una mesa´, en referencia a la mesa de los bares”.
Además de la falta de datos específicos en relación a las mujeres, otro de los obstáculos a enfrentar, consistía en el momento de defender el material escrito, ya que éste era minimizado por los jefes, tildándolo, de “notitas de mujeres”. Colocar la agenda de las mujeres en los medios de comunicación no fue fácil.
Para Pau, han sido varios los momentos difíciles que han marcado su vida, mismos, que la hicieron pensar en dejar el periodismo. Uno de ellos, enumera, fue dejar a sus hijos por mucho tiempo para trabajar en tres o cuatro empleos. Al ver la situación a la distancia, afirma que, valió la pena porque todos ellos son profesionistas.
A lo largo de su larga trayectoria, Paulina ha recibido múltiples reconocimientos y premios por su labor, el primero de ellos fue, el Premio Estatal de Periodismo en la categoría de Crónica, hecho que la motivó a seguir en este camino.
Su vida, también ha estado en riesgo a causa de un infarto cerebral debido al estrés. Afortunadamente, fue atendido a tiempo sin que quedaran mayores secuelas del caso. También, pasó por una etapa de suma depresión debido al feminicidio de la fotoperiodista María del Sol, hija de su entrañable amiga Soledad Jarquín.
Como toda una mujer de metas y desafíos contantes, hoy lucha por alcanzar uno de sus sueños: estudiar la licenciatura en periodismo. Así, a los 63 años de edad está matriculada en la Universidad Autónoma de Chihuahua para cumplir con este anhelo.
Rosa María, existencia y resistencia afro
Rosa María se identifica con orgullo como una mujer afrodescendiente, negra, orgullosa de su linaje y de sus ancestras. Nacida en la pequeña comunidad de Charco Redondo, su historia es un testimonio de resistencia.
“Desde niña, me enfrenté a muchas barreras y tuve que luchar para alcanzar mis sueños. Siempre fui soñadora y, al tener conciencia, mi abuela me transmitió lecciones feministas de una manera genuina. Me enseñó a ser autónoma, a aprender varios oficios, y me instó a prepararme para evitar la violencia que ella misma había vivido. Esto me llevó a la conciencia feminista desde temprana edad”, detalló.
Después de completar con sus estudios universitarios, Rosa María regresó a su comunidad en 1999, notando, que las desigualdades aún persistían. Las niñas y mujeres enfrentaban limitaciones en la educación y, la violencia de género continuaba siendo un problema. En 2010, fundó una organización con perspectiva de género, en busca de igualdad y de combatir la violencia contra las mujeres afrodescendientes.
Su trabajo se convirtió en una plataforma para abordar las desigualdades arraigadas en su comunidad y, sobre todo, en las mujeres quienes vivían una discriminación rampante,
Rosa María, comparte: “las mujeres afrodescendientes enfrentamos una cuádruple discriminación; por ser mujeres, por ser negras, por ser pobres y, a menudo, por ser analfabetas. No estamos representadas en los escenarios y programas gubernamentales, lo que aumenta la discriminación”
En este contexto, su sueño es claro, desea que todas las niñas y mujeres tengan la libertad de perseguir sus metas; sin restricciones, basadas en género, color de piel o situación económica.
A pregunta expresa, de cuál sería su sueño por alcanzar en la lucha por los derechos de las mujeres afrodescendientes. Responde: “Mi sueño es que todas las niñas y mujeres tengan la posibilidad de estudiar y trabajar en lo que deseen, sin restricciones, por su género, color de piel o situación económica. Quiero combatir el racismo sistémico y crear nuevas formas de convivencia, eliminando esquemas discriminatorios”.
En lo que se refiere a la irrupción en espacios políticos que antes eran exclusivos de los hombres, señala, para mí representa el resultado de la lucha social de los pueblos negros, especialmente, de quince años de resistencia y organización. Estamos cambiando la subrepresentación en estos espacios y, abriendo caminos para las generaciones futuras.
“Solo quiero agradecer a mis referentes; mujeres que han inspirado mi camino, como mi abuela, mi hermana Claudia, la maestra Sandra Villalobos, y a todas mis compañeras de lucha. Agradezco la fortaleza que me han dado y, espero, inspirar a las nuevas generaciones”, concluye Rosa María, la activista de piel de ébano, que ha logrado ser un factor de cambio en su comunidad.
LOA/CLV