Ciudad de México.- El auto cuidado sexual, es la práctica pondera la seguridad del cuerpo a través de una serie de recursos de autodefensa, siempre reconociendo que los derechos sexuales y reproductivos son esenciales para planificar, disfrutar y gozar de una mejor calidad de vida y esto resulta absolutamente revolucionario para las mujeres al ir en contrasentido machista que exige de ellas despojarlas de todo poder de decisión.
Paralelamente, cuando se habla del autocuidado sexual en el feminismo, también atraviesa el discurso político que sostiene que la dimensión del cuerpo es el único instrumento que se tiene para resistir, luchar y conseguir la autonomía. Para ello, se debe gozar del derecho a decidir, de consentir y de acceder a sistemas de salud.
Para entender cómo se relaciona el autocuidado como una clave en la sexualidad, primero hay que seguir la línea sobre cómo las mujeres han sido excluidas de sus derechos sexuales; una serie de obstáculos que han fomentado que las mujeres no gocen del autocuidado.

El sistema y sus estructuras: Cuestionando la mirada médica
A lo largo de la historia, se ha teorizado sobre la debilidad de las mujeres; un control colonizador sobre el cuerpo feminizado que oscila entre dos vertientes, primero, la labilidad de las mujeres y su sacrificio de cuidar de otras personas a lo largo de la vida. Belén Nogueiras García explica en “La salud en la teoría feminista”:
«Las mujeres, así debilitadas y desposeídas, con escasa salud y baja autoestima no tendrán energía para enfrentarse a los múltiples y diversos obstáculos, tanto políticos, sociales, profesionales, económicos y relacionales».
Ejemplo de esto, se gesta en México, donde según recoge la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), las mujeres destinan 58 horas semanales al trabajo doméstico y del hogar. Asimismo, se ven atravesadas por una extrema pobreza del tiempo, donde 2 de cada 100 mujeres tienen la posibilidad de desligarse del trabajo de cuidados – doméstico y dedicarlo a otras actividades, entre ellas, la atención médica y sexual.
Asimismo, en 2021 la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición reconoció que el 78.6% de las mujeres de 20 años en adelante no se realizó una citología cervical. El 84.4% no ha recibido una exploración clínica de senos. En un panorama general, 4 de cada 10 mujeres no asiste a citas ginecológicas.
Por lo tanto, Belén Nogueiras advierte que existe una serie de factores estructurales que debilita a las mujeres y las aleja de recibir atención médica; lastima colectivamente y despoja del poder del cuerpo.
«Privarlas de todo aquello que les posibilita tener poder sobre sus vidas y hacerlas dependientes y esclavas de sus cuerpos, se muestra como uno de los intereses primordiales del patriarcado. De ahí que el empoderamiento de las mujeres, corporal, emocional, intelectual, económico y político, tanto personal como colectivo, sea uno de los objetivos centrales en la promoción y recuperación de la salud desde un marco feminista»

En un segundo plano transversal, se encuentra que la sexualidad de la mujer en México está más cerca de la vergüenza y el abuso que del placer, la responsabilidad y el disfrute.
De acuerdo con la Segunda Fase de Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes 2021- 2024, el 14.7% de las mujeres de entre 20 y 24 años tuvieron su primer encuentro sexual entre los 10 y los 14 años, a causa de convencimiento, manipulación o abuso; un síntoma del despojo violento que se ejerce contra la autonomía de las mujeres.
La conexión de todo esto se reduce en que, existe un serio problema estructural que priva a las mujeres de reconocer el poder de su cuerpo como territorio, atenderlo y aprender a habitarlo desde la empatía, la compasión y el amor.
El autocuidado también es nombrar lo imperante del abuso que acecha en México, señalar la falta de educación sexual como parte de un fenómeno colectivo y la pobreza del tiempo de las mujeres que las precariza para ejercer el autocuidado y atender su salud.

La autopropiedad del cuerpo es uno de los ejes más importantes para la liberación, según expone la teórica feminista Josefina Brown. Reconocer el placer, decidir sobre el sexo, la maternidad, la autoexploración, la masturbación, la planificación familiar, las relaciones sexoafectivas, priorizar la salud sexual y elegir cómo se conducirá nuestra corporeidad en el mundo, es un acto político.
«El control del cuerpo y la capacidad de las mujeres para decidir sobre sí mismas, es visto como el elemento que permitiría la emancipación de las mujeres. La sujeción del cuerpo de las mujeres a complejos mecanismos de prohibiciones, es punto nodal sobre el cual se asienta el dominio patriarcal. Es un cuerpo mucho más social que el de los varones, por cuanto, el cuerpo de las mujeres resulta apropiado por el esposo, la familia, la iglesia, el Estado» (Josefina Brown en Mujeres y ciudadanía en Argentina: debates teóricos y políticos sobre los derechos NO reproductivos y sexuales)