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Mujeres musulmanas en México; la islamofobia y el uso del velo

Por Luz Cecilia Andrade

Ciudad de México.- Las narrativas de algunos medios de comunicación han ayudado a difundir prejuicios contra mujeres musulmanas portadoras del velo y aunque México tiene una minoría poblacional que profesa la religión del islam, lo cierto es que en este país también se difunden ideas desde la islamofobia, así lo explica Berenice Hernández en su artículo Las Narrativas también migra, junto con ellas los prejuicios: Cómo afecta la islamofobia a las mujeres musulmanas en México.

De acuerdo con el censo de población del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2015 había 3 mil 760 personas simpatizantes del islam y en 2020 había más de 7 mil 500 musulmanes en México y ellas también han representado una resistencia del movimiento «Mujeres, vida, libertad» y se han manifestado en la Ciudad de México.

Es importante distinguir que una persona musulmana es quien practica la religión del Islam; un error común es pensar que todas las personas árabes son musulmanas, porque en el mundo árabe también hay minorías cristinas.

Hoy la población musulmana mundial se contabiliza en torno a mil 500 millones de personas, es decir, casi una cuarta parte del total. La mayor parte habitan en el continente asiático, norte y centro de África, Oriente Medio y Oriente Próximo, es decir, en los 57 países miembros de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI).

Y parte de las mujeres que practican el islam cubren su pelo con telas que tienen distintos nombres dependiendo la región: burka, el niqab, el chador, la amira, el shayla y el khimar.

En algunos países comenzó una imposición de esta prenda. Por ejemplo, La imposición del hiyab a mujeres y niñas en Irán se remonta a 1981, luego de la revolución iraní de 1979. Actualmente el artículo 638 del Código Penal Islámico establece que “las mujeres que aparezcan en lugares públicos y caminos sin usar un hiyab islámico serán sentenciadas a diez días a dos meses de prisión o una multa de 50 mil a quinientos riales”. 

Es de resaltar que las alas ultraconservadoras se alojan en todas las religiones del mundo, ninguna está exenta de ello. En el caso del islam ha habido un hastío por las condiciones en las que viven las mujeres en Irán y estalló el 16 de septiembre del 2023, cuando Mahsa Amini, de 22 años, murió en un hospital de Teherán en circunstancias sospechosas.

La policía aseguró que luego de trasladar a Amini al hospital sufrió un ataque al corazón y entró en coma; sin embargo, testigos afirmaron que la joven fue brutalmente golpeada y un grupo de observadores independientes determinó que Mahsa Amini murió como consecuencia de un derrame cerebral ocasionado por dicha agresión. 

Personas que presenciaron los hechos relataron que la Patrulla de Orientación -policía de moralidad religiosa del gobierno de Irán– arrestó a Amini por no usar el hiyab de acuerdo a las normas del país.

A Mansa Amini la asesinó el patriarcado, machismo y misoginia islámica.

Exigencia a mujeres musulmanas de occidentalizarse

Actualmente, “los medios y el feminismo hegemónicos desean que las mujeres musulmanas se comporten de la forma que se espera de ellas: como víctimas sin agencia aguardando a ser rescatadas. La narrativa orientalista e islamófoba que atraviesa los cuerpos de estas mujeres, impide que comprendamos su cotidianidad y su diversidad y la interseccionalidad  que  atraviesa sus experiencias. ¿Y qué pasa con las mexicanas musulmanas?”, se pregunta. 

La especialista y pos-doctorante de la División de Historia del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) hace una crítica no solo a los medios de comunicación que perpetúan la islamofobia hacia las personas mexicanas de ascendencia islámica que residen en el país, también cuestiona cómo los feminismos “hegemónicos” pueden llegar a descartar y cancelar los usos y costumbres de las mujeres desde una posición prejuiciosa y poco entendedora de sus contextos: 

“El feminismo hegemónico exige a las mujeres musulmanas demostrar que están dispuestas a occidentalizarse o se les verá como falsas feministas. Sin darse cuenta, las feministas hegemónicas que las orillan a elegir el feminismo occidental como la única vía de liberación del patriarcado, están reproduciendo un discurso colonialista, patriarcal, racista, orientalista e islamófobo.”, señala. 

Berenice Hernández, División de Historia del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE)
Foto: Vía Canva

La especialista señala que la islamofobia es un concepto con historia. Desde 1997 este concepto se emplea para definir el miedo, los prejuicios y el odio hacia las y los musulmanes, mismo que conduce a la hostilidad y la intolerancia mediante amenazas, acoso, abuso, incitación e intimidación, en especial a las mujeres. 

La islamofobia es más común en países del norte como Estados Unidos, país que mantuvo por más de 20 años sus tropas militares hasta agosto de 2021. Gracias a los discursos mediáticos respecto a la cultura musulmana durante todo ese tiempo, la especialista Berenoche Hernández señala que los prejuicios sobre su cultura, usos y costumbres causaron eco en países vecinos como México, afectando a mujeres mexicanas de ascendencia musulmana. Incluso sus feminismos. 

Islamofobia cultural e ideológica

Alejandra Tapia Silva, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM señala para UNAM Global que tener una pareja musulmana, una mejor vida espiritual o curiosidad intelectual, son algunas de las razones por las que muchas personas, en especial mujeres mexicanas, deciden convertirse al islam.

No obstante, que sean más mujeres las que opten por esta religión también ha llevado a que sufran mayor discriminación:

“Hay quienes la denuncian por parte de su familia nuclear, las burlas en las calles por el uso del velo o por trámites tan sencillos como la solicitud de las identificaciones oficiales (INE y pasaporte), ya que necesitan ciertos permisos para poder fotografiarse con el rostro cubierto, incluso para entrar al banco”.

Tapia Silva

Ambas autoras señalan que son prejuicios negativos que principalmente los medios de comunicación han dicho por años, pues no todo lo que vemos es realmente así. 

Las feministas musulmanas, por ejemplo, se basan en lo que dice Mahoma en el Corán. Se trata de un discurso que va dirigido hacia la igualdad. “El mensaje no es de opresión ni de subordinación de la mujer, es un desafío desde dentro de la religión”.

Foto: Vía Canva

Bajo esta idea, tanto Alejandra Tapia como Berenice Hernández no justifican las posibles prácticas machistas y patriarcales que existan entre los hombres y ciertas costumbres de la cultura musulmana que se practica en México. No obstante, tampoco invalidan los discursos, usos y costumbres de las mujeres para llevar a cabo su religión y feminismos que se salen de la regla occidental. Esto se considera islamofobia. 

Cuando las mujeres del llamado “feminismo hegemónico” nombran que las mujeres mexicanas con ascendencia musulmana o convertidas al islam como mujeres “reprimidas” o “subyugadas” sin conocer sus contextos no solo invalidan sus realidades, también las discriminan desde el prejuicio. 

“Las  feministas  ignoran  cómo  funciona  su  propia  étnia  para  mitigar  algunos  aspectos del sexismo y, además, cómo a menudo las privilegia y contribuye a la dominación de otras mujeres. En consecuencia, la teoría feminista sigue siendo blanca y su potencial para ampliar y profundizar su análisis al dirigirse a las mujeres no privilegiadas sigue sin realizarse”, cita Berenice Hernández a Kimberlé Crenshaw, abogada y académica estadounidense especializada en la teoría crítica de la raza. 

A las musulmanas se les caricaturiza como parte de una religión y cultura que es observada como «inferior»; en muchas ocasiones se les considera como víctimas «pasivas». Estos pensamientos, provenientes de la islamofobia, las despojan de sus propias historias.

En resumen, las narrativas hegemónicas tanto de los de los medios hegemónicos del Norte global y provenientes del feminismo hegemónico, pueden afectar la inclusión de las mujeres árabes y musulmanas en México, más allá de las violencias domésticas que todas las mujeres comparten sin importar la religión ni la nacionalidad.

Las narrativas también migran, y con ellas, desde el punto de vista de Berenice Hernández, los discursos racistas y discriminatorios que provocan, a su vez, resistencias y narrativas de resistencia.

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