Ciudad de México.- Desde hace décadas Haití atraviesa una emergencia humanitaria luego de enfrentar desastres naturales e inestabilidad política tras el magnicidio del presidente Jovenel Moïse y la proliferación de bandas criminales, lo que ha provocado que 300 mil mujeres y niñas vivan desplazadas en campamentos como parte de su estrategia de supervivencia, sin embargo, estos espacios de supuesta contención sólo han recrudecido su vulnerabilidad y desnutrición.
Esto ha derivado que 8 de cada 10 mujeres haitianas en estas condiciones de vida sientan tristeza y desesperación, un problema generalizado que también se agrava seriamente en las infancias haitianas desplazadas, pues el 75.9% de ellas declararon sentirse «tristes todo el tiempo«, especialmente, por no tener alimento suficiente.
El contexto sociopolítico de Haití se traduce en altos niveles de inseguridad, violencia, control de territorios y crimen organizado; factores sistémicos que se han recrudecido tras la salida del primer ministro Ariel Henry.
Según el Equipo Humanitario haitiano, hay 580 mil personas desplazadas, el 98% son internas y los estragos primordiales atraviesan a las mujeres, niñas y adolescentes del país.
Por ello, ONU Mujeres y la Red para la Igualdad de Género en la Acción Humanitaria (REGAH) realizaron el informe «Haitian womens particular need through their leadership role».
Entre los hallazgos principales se encontró que estos campamentos de «refugio» no tienen ninguna clase de seguridad para las niñas y mujeres; no hay iluminación, los sanitarios están abiertos al público y no hay privacidad para realizar acciones cotidianas como tomar un baño o gestionar la menstruación.
Asimismo, se registró que las pandillas merodean constantemente estos campamentos y se han presentado enfrentamientos importantes cerca de estos refugios que cuentan con una pobre infraestructura, dejándoles en constante peligro de recibir una bala perdida.
«Se debe presionar a las autoridades estatales responsables de la seguridad para que mejoren la protección de los campamentos y a los actores humanitarios para que electrifiquen los campamentos», demanda la ONU.

Violencia de género repunta al interior de refugios
Al interior de los campamentos para personas desplazadas, las mujeres y niñas se ven seriamente atravesadas por la violencia de género, doméstica, sexual y la réplica de la explotación sexual.
Como ya se advertía, los campamentos no cuentan con espacios privados para el aseo, por ello, las mujeres, adolescentes, madres e hijas, se ven en la necesidad de buscar formas de autodefensa para realizar sus necesidades; lo hacen lejos del campamento y al aire libre, sin embargo, refirieron que, a pesar de buscar constantes formas de evitar el acoso, se sienten vulneradas y temerosas cada vez que tienen que orinar o tomar una ducha.
El 16% de ellas refirió haber sido víctima de acoso y su denuncia primordial es el acceso a la privacidad básica.
Asimismo, un registro preocupante es que 10.8% de las mujeres terminan dentro de redes de tráfico sexual bajo la promesa de que ganarán dinero y habrá mejores oportunidades en un futuro próximo.
El 20.6% de las personas entrevistadas señalaron haber conocido a alguna mujer dedicada a la prostitución al interior de los campamentos.
Las demandas de estas mujeres por mejores áreas de saneamiento y códigos contra el acoso han sido rechazadas, puesto que la mayoría de los comités de decisión están tomados por hombres quienes imponen las condiciones y el orden al interior de los campamentos.
En el informe, las mujeres denuncian que cada vez que intentan exponer sus preocupaciones o en su defecto, pedir que se les permita participar en la gestión del campamento y toma de decisiones, los miembros del comité les exigen favores sexuales a cambio de dejarles entrar.
Ante esta vulnerabilidad, las mujeres que intentan entrar a estos comités son relegadas a los grupos de limpieza; espacios únicos donde se les permite laborar por el bien comunitario.

Antes de la crisis y de verse forzadas a vivir al interior de estos campamentos para personas desplazadas, el 89.8% de las mujeres participaban en la toma de decisiones de su comunidad, esto, les permitía demostrar sus capacidades, mejorar la calidad de vida de otros grupos -como las infancias y las adolescentes y reforzar su autoestima.
Sin embargo, con la pobre representación, la misoginia, la violencia y la exclusión, estos espacios de contención para personas refugiadas no hacen más que perpetuar la cadena de subordinación.
El papel de las mujeres es clave en la administración, el cuidado, la autodefensa y la toma de decisión por el bien común, pero mientras este paradigma de exclusión sea invariable, los campamentos continuarán siendo espacios inhóspitos para las niñas, madres, adultas mayores y mujeres haitianas.
Desnutrición, pobre educación y salud mental: Mujeres, madres e infancias en riesgo
De acuerdo con las entrevistas realizadas por los dos órganos internacionales (ONU/ REGAH), todas las personas refirieron querer abandonar los campamentos, sin embargo, no hay otro lugar a dónde escapar de la crisis; no existe recurso, fuentes de ingresos, movilidad segura, ni posibilidad de habitar en un lugar con mejores condiciones.
El 88.1% de las mujeres que habitan en estos campamentos no perciben ninguna fuente de ingresos y pidieron apoyo para poder escapar a alguna de las provincias haitianas, para así, comenzar a trabajar en la informalidad y generar sus propios recursos.
La mayoría de las mujeres que desean trabajar son madres, quienes centran sus peticiones en dos demandas: Poder moverse con sus hijas e hijos a alguna provincia tranquila y que ahí, puedan recibir servicios básicos, principalmente, de alimentación y educación, pues el 90% de las infancias desplazadas no asisten a la escuela.
La desnutrición es uno de los ejes que más preocupó a las Naciones Unidas, refiriendo que las personas desplazadas no pueden adquirir alimentos nutritivos, algo que acarrea consecuencias importantes en la salud de las mujeres embarazadas, las madres lactantes y las infancias.
Aunado a esto, se suma el escueto sistema de salud haitiano, pues al interior de estos campamentos, sólo el 10.3% de las mujeres puede acceder a servicios de atención médica.
«Tengo 19 años y estoy embarazada. Al huir de los barrios, mi novio desapareció. No pude beneficiarme de la atención médica durante el embarazo porque no podía permitirme pagar las consultas, nunca pude ver a un doctor. Tuve que
dar a luz en el lugar del desplazamiento con la ayuda de una partera», señala una de las entrevistadas en el informe.

El círculo de feminización de la pobreza impera en Haití, sólo el 3 de cada 10 mujeres desplazadas tiene la posibilidad de comprar alimentos. Así, entre inseguridad interna y externa de los campamentos, vulnerabilidad económica, alimentaria, ataques sexuales e imposibilidad de desplazarse a provincias para rehacer su vida, las mujeres muestran los picos más altos de desesperación y angustia.
Según acota el informe, el 63% de los hombres señaló sentirse afectados por la situación del país; las mujeres, el 69.8%, quienes acotaron tener problemas emocionales debido a la magnitud de la violencia.