Ciudad de México.- ¿Qué le dirías a tu hija si un día te dice “mi novio me golpeó”? preguntó Lily a su pareja en la película ‘Romper el círculo’. La historia te invita a hacer una reflexión y a quebrantar los patrones de violencia física y psicológica hacia las mujeres que se replican de generación en generación dentro de los matrimonios o relaciones de pareja.
‘Romper el círculo’ o Its end with us en inglés es una película dirigida y protagonizada por Blake Lively y Justin Baldoni, con una historia inspirada en el libro de la escritora Colleen Hoover quien a su vez se basó en el matrimonio de sus padres. De esta forma le dio vida a Lily Bloom, una mujer recién graduada de la universidad de 23 años quien intenta abrir una florería en Boston y a su vez, intenta superar la violencia física y psicológica que su padre ejerció en su madre cuando era una niña.
Pronto conoce a Ryle Kincaid, un neurocirujano de 30 años y hermano de su mejor amiga Jenny. A medida de que ambos se enamoran y deciden formalizar una relación, Lily descubre comportamientos en su pareja que le hacen recordar a sus padres que más tarde son ocultados por una actitud positiva y amable por parte de él que le provocan confusión.
De acuerdo con un informe de ONU Mujeres, en 2023 cada 10 minutos una mujer muere a manos de su pareja. La violencia hacia las niñas y mujeres sigue siendo una urgencia que tratar en el mundo. la misma organización reveló que 1 de cada 3 mujeres ha experimentado violencia sexual por parte de su pareja alguna vez en su vida. En el último año, 1 de cada 8 mujeres entre los 15 y 49 años han sufrido violencia en la relación.
Esta violencia se manifiesta de diferentes formas hasta escalar a la violencia feminicida, en 2022 se registraron casi 89 mil asesinatos a mujeres de manera intencionada, cifra que es catalogada como la mayor registrada en veinte años. A diferencia de los asesinatos hacia los hombres en la esfera privada que representan el 12%, son las mujeres las que corren mayor riesgo con el 55%.
También se encontró que se han logrado avances significativos en el mundo con la implementación de leyes y políticas para prevenir y responder a la violencia contra niñas y mujeres. En 2023, 104 países contaba con leyes integrales en materia de violencia doméstica y el 78 de ellos tiene compromisos presupuestarios para combatirla.
Asimismo, según informó ONU Mujeres, la presencia del feminismo ha impulsado políticas para terminar con la violencia hacia las mujeres. Movimientos como “Ni una menos” en América Latina o “Nuestras hijas de regreso a casa” y “Voces de la ausencia” han ayudado a crear conciencia sobre los feminicidios, a demandar justicia y exigir la rendición de cuentas. Con este panorama, es vital abrir la conversación sobre los ciclos de violencia que existen en las relaciones de pareja y romper con ellos.
Los patrones de violencia en la relación de Lily y Ryle
El matrimonio de los padres de Lily se basó en el abuso de poder. Su padre, alcalde de una ciudad ficticia llamada Plethora, ejerció violencia física y sexual contra su madre, quien siempre se negó a dejar la relación. Por este motivo, Lily les guardó rencor a ambos y prometió que nunca estaría en la posición de su madre porque al ser una víctima indirecta del abuso, sería capaz de ver las alertas.
En el caso de Ryle, vivió marcado por la muerte de su hermano Emerson a quien asesinó por accidente con una pistola mientras jugaban a los vaqueros cuando eran niños. Gracias a los roles de género que asocian la masculinidad con la fuerza, el control y la invulnerabilidad emocional, es que el protagonista nunca aprendió a gestionar sus sentimientos y emociones. De igual forma, nunca tuvo una relación formal y estable hasta que conoció a Lily, lo que más tarde surtirá efectos negativos en ella.
El momento en que los protagonistas se conocen es la primera bandera roja que nos muestran del personaje masculino. Mientras Lily está en la azotea de un edificio después de huir del funeral de su padre, conoce a Ryle quien comienza a patear y azotar una silla frustrado por no poder salvar la vida de uno de sus pacientes. Después de charlar, pasa del enojo al coqueteo y comienza a presionar a Lily para que tengan relaciones sexuales a lo que ella se niega y se va.
En la película aparecen varios momentos en que es presionada por Ryle para tener un encuentro sexual. Aunque ella también está atraída por él, le pone un límite en el que establece que no le gustan los encuentros casuales, sino las relaciones formales. Por lo que, el protagonista decide formalizar por primera vez una relación con ella y más tarde se casan de manera apresurada.
Si tomamos el violentómetro como medida de lo que acontece en la película; se puede ver que durante la relación de los protagonistas hubo mentiras y engaño; ley del hielo; celos; control; destrucción de artículos; manoseos; caricias agresivas; golpes; empujones y jaloneos; y un intento de violación. Estas agresiones hacen que Lily deje de justificar las acciones de Ryle y se da cuenta que ha repetido el patrón de violencia de sus padres al estar en una relación abusiva.

En este país la unión en pareja ha supuesto un signo de violencia para las mexicanas, ya son al menos 18 millones 872 mil 700 de mujeres (Endireh 2022) quienes han señalado vivir violencia cuando han estado en una relación romántica y esto nos da cuenta de una estructura patriarcal vigente.
De acuerdo con la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés), la violencia por razón de género contra las mujeres, ya sea cometida por Estados, organizaciones intergubernamentales o agentes no estatales, particulares y grupos armados entre otros, sigue siendo generalizada en todos los países, con un alto grado de impunidad.
Se manifiesta en una serie de formas múltiples, interrelacionadas y recurrentes, en diversos ámbitos, del privado al público, incluidos entornos tecnológicos y trasciende las fronteras nacionales en el mundo globalizado contemporáneo.
Por ejemplo, en México, de 47.3 millones de jóvenes de 15 años y más que tienen o han tenido una relación de pareja, el 39.9 por ciento ha experimentado algún tipo de violencia, en esa misma encuesta se mencionó que las mujeres enfrentan: actos abusivos, de poder, omisiones intencionales que pretendan dominar, someter, controlar o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica o sexual a las mujeres.
De acuerdo con el estudio ‘Descripción y caracterización del Ciclo de Violencia que surge en las relaciones de pareja’ el ciclo de violencia en las parejas se divide en tres y cada una posee tres subcategorías.
La primera se caracteriza por violencia psicológica, verbal o económica a través de la incertidumbre o pensamientos repetitivos de la pareja en torno al rompimiento de su relación dado que el agresor ha amenazado de forma directa o indirecta.
Aquí hay un detonante (palabras o conductas) por los que el agresor justifica su comportamiento y que la mayoría de veces son falsos o irreales. También incluye los actos de tensión, aquellos que preceden a la violencia física y causan dolor emocional.
Después continúa la segunda fase, la cual se compone de violencia física y sexual en donde hay presencia de violencia donde hay un comportamiento directo en la pareja para “impartir una lección”. Por este motivo, continúa la parte de defensa o autoprotección donde no siempre se asume el papel de sumisión ante el agresor, sino que se responde de distintas maneras.
Finalmente, en la última etapa se busca la reconciliación donde el agresor se compromete a la no repetición y la víctima se apega a la esperanza. Aquí hay presencia de justificación que son las explicaciones que da el agresor cuando la víctima no cede y la aceptación cuando se normaliza el ciclo de violencia.
En todo el proceso hay una dependencia que no permite que se rompa el ciclo por temor a perder al otro, permitiendo la violencia y sus repeticiones. Muy pocas veces se da el rompimiento, cuando la víctima cambia los imaginarios sobre la posibilidad de que el comportamiento del agresor cambie y es consciente de que si no se sale de la relación, la situación puede permanecer así por años.

Esta película logra reflejar el círculo de la violencia en pareja con un tono didáctico al representar con escenas cada una de las etapas y con ello, permite identificar claramente a espectadoras y espectadores, situaciones que culturalmente pueden parecer como «no dañinas» o que incluso son toleradas pero que han generado daño a la vida, salud o integridad de las mujeres.
Claves feministas para la negociación en el amor
Desde que somos niñas a las mujeres se nos socializa con tener una meta clara y específica: tener una pareja a largo plazo con la cual se perpetúe la estructura familiar más aceptada, no obstante, el INEGI este 2023 ha publicado información que revela: las relaciones ya no son para toda la vida y las investigadoras feministas nos han dotado de un catálogo importante de textos, libros y aportes culturales para transformar la forma en que amamos.
En su libro Claves feministas para la negociación en el amor (Siglo XXI Editores, 2022), la antropóloga feminista habla, entre muchas otras cosas, sobre varios tipos de amor. A pesar de sus diferencias, estas ideas románticas se vuelven una sola en el interior de quienes, según la historia patriarcal, nacimos naturalmente para amar y ser amadas.
De ahí que –afirma Lagarde y de los Ríos– las mujeres alberguemos una síntesis de distintas formas de amar. Desafortunadamente, estas formas suelen provocarnos daño en lugar de felicidad, dependencia en lugar de realización y, en el peor de los casos, nos llevan a relaciones violentas en vez de acercarnos a una armonía con nosotras y con las y los demás.
Lagarde afirma que una de las caras más peligrosas del amor burgués es la idea de la mujer como propiedad. Esta concepción posesiva del amor nos somete y expone a violencias que pueden ir desde los celos hasta algo tan terrible como un feminicidio. Pero la tragedia del amor no solo viene de su conceptualización burguesa.
A finales del siglo XVIII, nació el romanticismo como una respuesta a todas aquellas doctrinas que priorizaban el desarrollo racional en lugar de los sentimientos y la subjetividad. Claro, entre estos sentimientos importantes se encontraba el amor.
En este pensamiento, el amor reivindicaba todo lo que hasta entonces estaba prohibido. El amor regresó a ser erotismo antes que solo reproducción, y la intensidad y la pasión tenían permiso de apoderarse de hombres y mujeres. Además, las parejas podían estar juntas no por obligación, sino por afinidad, y no necesitaban contratos sociales como el matrimonio para amarse en libertad.
Sin embargo, para este tipo de amor que a simple vista parece ideal, la intensidad se traducía siempre en tragedia. He aquí una pista sobre el origen de nuestra idea de que amar es sufrir. Así se vislumbra que este tipo de amor tampoco es el mejor ni el más sano, o por lo menos no al que deberíamos aspirar por completo.
Matrimonios que no van bien
De acuerdo con las cifras del INEGI, en 2022 hubo 507 mil 52 bodas, de las cuales, el 98.9 por ciento fue entre contrayentes de diferente sexo y 1.1 por ciento del mismo. Asimismo, se identificaron ciertas características que se repetían en el matrimonio heteronormado, como que en el 65.2 por ciento de los matrimonios el hombre es más grande que la mujer; en el 52 por ciento de los matrimonios ambas partes trabajan y en el 53 por ciento de los matrimonios ambos contrayentes tenían la misma escolaridad.
El INEGI le preguntó a los matrimonios de México si sienten que su relación va bien. En las respuestas se pueden observar que la diferencia de apreciación de la relación, aunque en su mayoría fue favorable, varía si se le pregunta a una mujer u hombre, pues mientras el 6.4 por ciento de los hombres reconoció que su relación en pareja es mala, el 11.3 por ciento de las mujeres dijo que su relación no va bien.

Las mujeres son las primeras en manifestar su descontento en el matrimonio y que los hombres suelen ser los últimos en notar que la relación no marcha bien.
La misma Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh-2021) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi evidenció que los daños físicos más comunes que las mujeres viven tras enfrentar alguna situación de violencia por parte de su pareja a lo largo de la relación son:
- Moretones o hinchazón (30.3 por ciento)
- Hemorragias o sangrado (4.9 por ciento)
- Cortadas, quemaduras o pérdida de dientes (4.4 por ciento)
- Hospitalizaciones u operación (3.5 por ciento)
- Fracturas (3 por ciento)
Ya no son para toda la vida
En México, los índices de divorcio se incrementan cada año, lo que es un indicador de las relaciones de pareja actuales, ya no son “para toda la vida”, pues según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2011 por cada 100 matrimonios hubo 16 separaciones legales; en 2015, 20, y en 2019, 32.
En 2020 la cifra disminuyó a 28, debido a la pandemia por la COVID-19, pero en 2021 repuntó a 33 rupturas. En las estadísticas se descubrió que los centennials o generación Z manejan las tasas más altas de soltería entre los diferentes grupos de edad que fueron analizados.
Los grupos de edad fueron de 15 a 29, de 30 a 59 y de 60 en adelante. En general, en México hay 100 millones 600 mil personas en estos tres grupos de edad; de ellos, 36.9 por ciento correspondió a casadas; 33.1 por ciento, a solteras; 17.8 por ciento, a unión libre; y finalmente 12.2 por ciento estuvo en una relación previa (separadas, divorciadas o viudas). De esto destaca que de 15 a 29: el 72.7 por ciento están solteros; de 30 a 59: el 48.5 por ciento están casados y el 22.5 por ciento en unión libre, así como de 60 y más: 52.6 por ciento están casados y el 23.2 por ciento son viudos.
La tasa de divorcios, va al alza, pues pasaron de 15.1 divorcios por cada 100 bodas en 2010 a 32.9 en 2022, es decir, más del doble en 12 años. Además de que el 99.6 por ciento de los divorcios corresponden a parejas heterosexuales.
Al respecto, la académica de la Facultad de Psicología (FP) de la Universidad Autónoma de México (UNAM), Melissa García Meraz, señala que en nuestro país hay muchas parejas que se separan, pero no se divorcian de manera formal, las cuales forman una estadística que no conocemos o de las llamadas cifras negras, dado que los datos del INEGI solamente registran las relaciones formales que realizaron un matrimonio y un rompimiento legal.
A propósito del Día del Amor y la Amistad, que se celebra este 14 de febrero, la especialista menciona que a pesar de que hay más gente que llega a la disolución del vínculo, también hay quienes se casan. Aun cuando las tendencias mundiales marcan que numerosas relaciones de pareja terminarán en divorcio, hay varias personas que continúan casándose. Prevalece la idea de encontrar a tu pareja y al amor para construir una familia.
Los conflictos son diferentes en parejas casadas que en unión libre. Estas últimas los enfrentan de manera más abierta que quienes están en matrimonio. “Hay una especie de visualización de que cuando estás en matrimonio estás en una institución, que es algo muy formal y tienes más barreras para salir”, señala.
Cabe recordar que, de acuerdo con el Violentómetro –herramienta para detectar conductas violentas en los vínculos, desarrollada por la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género del Instituto Politécnico Nacional (IPN)– este tipo de agresiones registradas en las relaciones afectivas no son aisladas, ya que se derivan de un sistema machista que brinda permisividad, protección y tolera que estos actos escalen incluso hasta llegar su grado máximo: el feminicidio.