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Depresión en mujeres un trastorno mental, también por factores sociales

Por Wendy Rayón Garay

Ciudad de México.-Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es un trastorno mental común que implica un estado de ánimo deprimido, pérdida del placer o el interés por realizar actividades en largos periodos de tiempo. Las investigaciones sugieren que puede desarrollarse gracias a factores biológicos, genéticos, ambientales o incluso psicológicos.

Aunque todas las personas pueden sentirse deprimidas, son las mujeres quienes desarrollan el trastorno con más frecuencia que los hombres, especialmente en su edad reproductiva: entre los 15 a los 44 años, según lo estableció Silvia Lucía Gaviria autora del artículo ‘¿Por qué las mujeres se deprimen más que los hombres?’. Además, explicó que existen siete factores por los cuales la depresión se encuentra mayormente en ellas:

Condición social y roles: algunas condiciones sociales y de género que influyen son el control del poder en relaciones personales; el estatus económico sobre todo cuando en los hogares son ellas quienes son el único medio de ingresos; los matrimonios infelices y abusivos; así como la condición laboral.

Hipótesis de errores metodológicos, las mujeres tienden a reportar de forma amplia todos los síntomas físicos y psicológicos, lo que permite dar con el diagnóstico más rápido que con sus homólogos. Entre ellos se encuentran trastornos del apetito y del sueño, cansancio, ansiedad e hipocondría.

Factores hormonales: son los estrógenos y la progesterona quienes tienen un efecto en los sistemas de transmisión y circadiano los cuales tienen una implicación en los trastornos del humor.

Factores genéticos: los estudios familiares han concluido que hay una relación entre los factores genéticos y la depresión. 

Ansiedad preexistente: otro de los factores es la existencia de ansiedad, el cual se desarrolla dos veces más que en los hombres y la mayoría de veces proviene desde la infancia.

Estilos de socialización y acoplamiento específicos de género: los roles de género han influido en la evolución temprana de la depresión. Las personas educadoras tienen diferentes expectativas para ambos sexos, lo que puede volver a las mujeres temerosas y preocupadas.

Acontecimientos traumáticos: a lo largo de su vida, las mujeres son víctimas de diferentes violencias. El 60% de las mujeres víctimas de violencia sexual desarrollan depresión.

Suicidio

En México, la depresión es la principal causa de atención psiquiátrica en mujeres y en situaciones más graves puede desencadenar el suicidio. Por ello, en el marco del Día Mundial de Lucha contra la Depresión, conmemorado cada 13 de enero, se debe poner sobre la mesa las causas que las llevan a desarrollar este trastorno.

De acuerdo con el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones en el Sistema de Salud se han atendido a 205 mil 336 mujeres por distintas condiciones, de las cuales el 78.8% fueron diagnosticadas con depresión. Datos del INEGI señalan que, en México, en 2023, se registraron 8 mil 837 suicidios, lo que representó al 1.1% de muertes totales registradas en ese año. De las personas que fallecieron por suicidio, el 18.9% correspondió a las mujeres, de las cuales el 75.2% ocurrió en menores de 40 años. 

Sin embargo, aunque son los hombres con mayor cifra de mortalidad por suicidio, las mujeres demuestran más sus intenciones de cometer este hecho que ellos. En 2021, el 16.3% de las mujeres reportaron sentirse deprimidas, más de la mitad o casi todos los días de la semana en contraste con el 9.1% de sus homólogos. 

Por otro lado, los métodos empleados para alcanzar el suicidio son distintos a los hombres. El 84% de ellas recurrió a ahorcamiento o estrangulamiento, el 9.8% al envenenamiento, el 1.7% a un arma de fuego y el 2.2% a otras causas. En contraste, los principales lugares donde ocurrieron fueron en vivienda particular (73%); granja, rancho o parcela (9%); y calle o carretera (3.2%).

Tipos de depresión comunes en mujeres

A tenor del National Institute of Mental Health de Estados Unidos, ciertos tipos de depresión ocurren en diferentes etapas de la vida de las mujeres como el periodo, el embarazo, posparto, el ciclo menstrual y la perimenopausia que se relacionan con los cambios físicos y hormonales de sus cuerpos.

El llamado trastorno disfórico premenstrual se presenta en la etapa previa a la menstruación y es una forma intensa del síndrome premenstrual. Específicamente se trata de un conjunto de síntomas emocionales, comportamentales y somáticos que terminan antes con la menstruación. 

Otros síntomas existentes son un estado de ánimo depresivo, enojo o irritabilidad; pensamientos suicidas, cambios en el apetito, hinchazón, sensibilidad en los senos y dolor en articulaciones o en los músculos. Los síntomas de este tipo de depresión han sido invisibilizados y estigmatizados por la sociedad patriarcal.

En cuanto a la depresión perinatal ocurrida durante o después del parto, se trata de la experimentación de extrema tristeza, ansiedad y fatiga que pueden dificultar que realicen tareas diarias, incluido el cuidado de sí mismas o de los demás. 

Es un problema de salud pública que debe atenderse para reducir la mortalidad materna y perinatal y las estadísticas varían dependiendo del país, en México se estima que un 30.7% de las mujeres sufren depresión en algún momento de su embarazo y hasta 1 año después del parto.

Por otro lado, la depresión perimenopáusica afecta a las mujeres que atraviesan su transición a la menopausia. Entre los síntomas que pueden presentar se encuentran periodos anormales, problemas para dormir, cambios de humor, sofocos, sentimientos de extrema irritabilidad, ansiedad, tristeza, así como no poder disfrutar las cosas.

Una de cada 20 mujeres experimenta trastorno disfórico premenstrual y aun así…

Desde el punto de vista médico tradicional, el trastorno disfórico premenstrual se define como una serie de alteraciones fuertes previas a los días de sangrado. Entre ellas destacan síntomas severos de ansiedad y depresión que llegan a ser incapacitantes.

De acuerdo con la naturópata Lara Briden, el TDP se presenta en una de cada 20 mujeres. Pese a esta cifra, la maestra en Filosofía y educadora menstrual, Emilia Almanza*, opina que la medicina no ha ofrecido soluciones reales a quienes padecemos TDP ni a quienes presentan síndrome premenstrual (SPM).

“Esto es lo que les pasa a muchísimas mujeres: nos vemos sin respuestas a la hora de querer atendernos integralmente, a la hora de comprender que hay una conexión mente-cuerpo que es específica en las personas con ciclo menstrual”.Emilia Almanza

En entrevista con Cimacnoticias, la educadora recordó que la menstruación está inevitablemente ligada con la salud emocional y mental, pese a que no se nos enseñe de esta forma. De acuerdo con Almanza, un ejemplo claro de esto es la relación entre el uso de pastillas anticonceptivas y problemas de depresión.

Además de este vínculo ineludible, resaltó el hecho de que los padecimientos menstruales y premenstruales suelen normalizarse. “Se confunde la fase premenstrual con el síndrome premenstrual”, aseveró la maestra.

A esto se suma la falta de exactitud respecto a lo que es o no el síndrome premenstrual, pues el término únicamente refiere a un conjunto de síntomas susceptibles de aumentar. Al respecto, Emilia Almanza agregó: “No se va al fondo del asunto, de por qué nos pasan esas cosas”, por lo cual es imposible hacer diagnósticos oportunos y ofrecer tratamientos integrales.

La sanación comienza desde la escucha

Lara Briden explicó que, hasta el momento, el factor genético ha sido identificado como una de las posibles causas del TDP: dependiendo de él, una mujer puede tener mayor o menor resiliencia para sobreponerse a sus cambios hormonales cíclicos.

Sin embargo, Emilia Almanza enfatizó que es importante tener en cuenta las circunstancias personales de cada mujer, solo así se considerarán otros factores como el estrés o la alimentación que  inciden directamente en nuestro ciclo menstrual. 

Para Almanza, la atención integral de los problemas premenstruales debería incluir tres fases: la escucha, la contextualización y la facilitación de diferentes herramientas para los tratamientos.

“La escucha ya tiene una fuerza terapéutica: el poder hablar sin sentirnos juzgadas o que haya un menosprecio de nuestras emociones es importante”, declaró la educadora. También añadió que, además de saber escuchar, el personal médico debe ser capaz de transmitir el conocimiento de manera adecuada, sin revictimizar o castigar a quienes, de inicio, enfrentan procesos emocionales y físicos complicados. 

El segundo paso, la contextualización, es necesario para reconocer los procesos de cada mujer y las posibilidades que tiene para transformar aspectos inmediatos en  ellos, como su alimentación o la adquisición de hábitos saludables. 

Por último, la facilitación de herramientas oportunas ayudaría a las mujeres con TDP o SPM a tratar problemas como la disrupción de endocrinos y el estrés, los cuales terminan en problemas como la endometriosis, la ausencia de ovulación anterior al sangrado u ovarios poliquísticos.

Solo a través de un seguimiento y tratamiento integrales podremos reapropiarnos de nuestros cuerpos y sus padecimientos. No aceptemos la normalización de dolores incapacitantes ni afectaciones terribles a nivel emocional antes de cada menstruación: un discurso que niega nuestras experiencias es un discurso que nos violenta.

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