Ciudad de México.- Tras el triunfo del democristiano Friedrich Merz, con la conservadora CDU en las elecciones de Alemania, el ala conservadora europea se consolida en este país y demuestra cómo es que cada vez son más los países en los que esta ideología se ha expandido y con ello la agenda de esta filosofía política que impulsa doctrinas para restaurar tradiciones religiosas culturales y política que pueden atender contra el avance de derechos humanos para las mujeres como es el aborto.
De acuerdo con La Liga Internacional de Trabajadores, el auge actual comenzó después de la crisis financiera de 2008, cuando la globalización neoliberal entró en crisis, evidenciando sus efectos negativos como la precarización laboral y la reducción de salarios. También hubo una desilusión con los partidos socialistas que administraron el neoliberalismo, y con movimientos progresistas que no lograron romper con el capitalismo.
Fue entonces que la ultraderecha se presentó como una alternativa contra las élites y el sistema instalándose en sectores empobrecidos y precarizados. Sin embargo, gracias a la crisis migratoria de 2015 en consecuencia de la guerra en Siria, así como el uso de redes sociales para desinformar y el descontento social fue como ascendió la ultraderecha en varios países del mundo.
La extrema derecha defiende una visión conservadora y promueve políticas que limitan derechos individuales a favor de un orden tradicional basado en la identidad nacional, la religión y la autoridad de Estado. Entre sus principales características se encuentran:
- Ultraliberalismo, defiende la reducción del Estado en su mínima expresión, excepto para garantizar el órden público y la libertad empresarial; identifica como socialismo cualquier intervención estatal en la economía; promueve la desigualdad como motor del progreso y rechaza el sistema bienestar impulsando el emprendimiento individual como única solución.
- Ultraconservadurismo, defiende la “teología de la prosperidad” en donde la acumulación de riqueza es el resultado de la bendición divina. Se opone a ideologías progresistas como el feminismo, el derecho al aborto, los derechos de la comunidad LGBTQI+, defiende la familia tradicional y a la religión como pilares de la sociedad.
- Patrioterismo, se piensa que el socialismo quiere destruir las naciones y reemplazarlas por un gobierno global controlado por el capital financiero. Por lo que, se opone a organismos supranacionales como la ONU y promueve un nacionalismo extremo.
- Racismo y xenofobia, utilizan las crisis migratorias y el deterioro económico para promover miedo a países extranjeros. Defienden la teoría conspirativa del “Gran Reemplazo” en donde la inmigración busca sustituir la cultura y población nativa, por lo que su solución es la deportación masiva y el cierre de fronteras.
- Negacionismo climático, esta corriente niega la existencia del cambio climático y se opone a políticas ecológicas, así que apoyan la explotación descontrolada de recursos naturales.
La ultraderecha es una respuesta burguesa a la crisis del capitalismo y al debilitamiento de la clase trabajadora. No necesita imponer un régimen de terror como el fascismo de los años veinte y treinta del siglo XX, aún así avanza hacia formas autoritarias de gobierno desde elecciones controladas y represión a los derechos políticos y sociales. Posee apoyo de gran capital, policías, militares y utiliza la institucionalidad para restringir libertades, reprimir movilizaciones, controlar el poder judicial y los medios de comunicación.
Asimismo, adapta su discurso según la región en la que se encuentre. En países como Estados Unidos y Europa, la ultraderecha lucha contra la inmigración y las personas refugiadas promoviendo las deportaciones masivas en nombre de la identidad nacional y los valores cristianos. Desde esa visión, las personas que migran son responsables de problemas como la delincuencia, la crisis del Estado de Bienestar y la precarización laboral. Por otro lado, en América Latina el discurso se enfoca en la lucha contra la inseguridad y corrupción en el que se deriva una ofensiva contra los sectores más pobres y la criminalización de movimientos sociales.
La ultraderecha en el mundo y su postura contra las mujeres
El pasado 5 de noviembre de 2024, las elecciones de Estados Unidos dieron como resultado el triunfo del republicano Donald Trump frente a Kamala Harris. Desde entonces, se hizo realidad que la extrema derecha se instalaría en el capitolio.
De esta manera, logró captar el apoyo de la burguesía, sectores de la clase trabajadora blanca empobrecida y en menor medida de latinos y afroamericanos que no están en sintonía con el Partido Demócrata. También es apoyado por el aparato republicano, iglesias evangélicas, redes neonazis y fundaciones de derecha.
Su discurso y sus acciones a su regreso como presidente se vieron enfocados al nacionalismo extremo, el apoyo a Israel y el rechazo a la inmigración. Sin embargo, los derechos sexuales y reproductivos, así como la igualdad de género de las mujeres y la comunidad LGBTQI+ se han visto golpeados por la eliminación de la agenda de género o también llamada “agenda woke” como la denominó Trump.
De acuerdo con su plataforma Agenda 47, uno de los veinte puntos que detallan los ejes de su gobierno es el “recorte de fondos federales para cualquier escuela que promueva la teoría crítica de la raza, ideología de género radical y otras formas inapropiadas de discriminación racial, secual o contenidos políticos sobre nuestros hijos”.
Dichos recortes no solo se han mantenido a nivel nacional, sino internacional. Recientemente suspendió por 90 días la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la principal institución de cooperación internacional del gobierno de los Estados Unidos. Esta medida ya comenzó a afectar los derechos humanos de miles de niñas y mujeres de todo el mundo.

En 2023, Javier Milei se convirtió en presidente de Argentina, con él la ultraderecha arribó al país y se mantendrá así al menos durante cuatro años. Actualmente tiene una postura contra “la casta política” y del modelo keynesiano favoreciendo la libertad económica e individual. Durante su campaña electoral propuso realizar tres etapas para la transformación de Argentina.
En la primera se buscaría eliminar la obra pública, la flexibilidad del mercado laboral, la libre competencia de la moneda y la desregulación del sistema financiero. Posteriormente, realizaría una reforma al sistema provisional, un programa de retiro voluntario del Estado y el control de los programas sociales. Finalmente, haría cambios en el sistema de salud, educación, la política de seguridad y el arancelamiento de las universidades públicas.
Sin embargo, también implementó medidas para borrar las políticas de igualdad impulsadas en la última década por el feminismo comenzando con la perspectiva de género y denominando como un “negocio de la políticas” en el que se destruyen los valores tradicionales, por lo que es “necesario su eliminación” sin importar los compromisos internacionales de Argentina ante la Agenda 2030 de las Naciones Unidas o de la Convención de Belém do Pará.
Entre sus primeras acciones ya realizó recortes a presupuestos en programas claves como la lineas 144 para víctimas de violencia de género o los refugios dedicados a mujeres. También negó la existencia de la brecha salarial entre hombres y mujeres; degradó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad a una subsecretaría; y anunció la prohibición del lenguaje inclusivo.
El punto decisivo contra los derechos de las mujeres se dio el pasado 30 de enero de 2025 cuando Milei anunció que buscará eliminar el feminicidio del Código Penal de Argentina que fue implementada en 2012 debido a que se da a entender que, “la vida de una mujer vale más que la de un hombre”, según mencionó en el Foro Económico Mundial de Davos en Suiza.

En 2018, el bolsonarismo emergió con fuerza en las elecciones posicionando a Jair Bolsonaro como ganador. Su ideología combina el ultraliberalismo, culto a la dictaduras militares, represión a opositores y valores ultraconservadores.
El movimiento se compone por tres principales fuentes: la familia Bolsonaro que tiene vínculos con la ultraderecha estadounidense; las Fuerzas Armadas; y la iglesia neopentecostal, un movimiento del cristianismo que se caracteriza por la teología de la prosperidad basada en el uso de medios masivos y la participación activa en la política.
El bolsenarismo se consolidó bajo una crisis económica y es apoyado por la pequeña burguesía, fuerzas policiales y sectores precarizados de la clase trabajadora. A pesar de no contar con un régimen autoritario y de que Bolsonaro ya no está en el poder, actualmente mantiene un 30% de apoyo popular y una estructura militante con vínculos internacionales como el trumpismo.
Durante su administración, las mujeres de Brasil enfrentaron un retroceso en sus derechos humanos como recortes y retrocesos a derechos sexuales y reproductivos; aumento de violencia de género; y se les excluyó de la política siendo que en su gestión hubo poca representación femenina. Enfrentados así a una agenda conservadora y antifeminista.

De acuerdo con el informe “La ultraderecha en El Salvador: el peculiar caso de Nayib Bukele” . El mandatario ha adoptado tres medidas de ultraderecha: desmantelar contrapesos democráticos; impulsar el punitivismo penal y defender el conservadurismo social. Asimismo, se señaló que este giro se ha dado selectivamente y estratégicamente, ya que no muestra la reivindicación de compromisos ideológicos claros.
Aun así, Nayib Bukele mostró que está en contra de la ideología de género, así como grupos feministas y de la comunidad LGBTQI+ quienes denuncian retrocesos en sus derechos humanos. Desde el inicio de su primer gobierno en 2019, desapareció la Secretaría de Inclusión Social a la que pertenecía la Dirección de Diversidad Sexual.
En 2021, decidió eliminar la ideología de género en las escuelas como planes de estudio, libros, guías y materiales educativos. Dicha medida se anunció por Bukele durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), en Estados Unidos por grupos conservadores y de ultraderecha, y también por el ministro de Educación, José Mauricio Pineda, pese a que El Salvador enfrenta una de las tasas más altas de violencia contra las mujeres en la región.

Por primera vez desde la II Guerra Mundial, la ultraderecha llego al poder en 2022 con Giorgia Meloni, lider del partido Hermanos de Italia. Se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de Primera Ministra y se presentó con el lema “Dios, patria y familia”. Su partido es heredado del Movimiento Social Italiano, fundado por ex fascistas de la guerra. De ahí que, en sus inicios declaró su admiración por Benito Mussolini.
Antes de subir al poder, advirtió que pondría restricciones al aborto y los derechos reproductivos; políticas que refuerzan los roles de género tradicionales; reducción del apoyo a la lucha de la violencia contra las mujeres: así como censura y control sobre la educación y la cultura.
Pese a romper el techo de cristal en Italia, Giorgia Meloni ha evitado impulsar políticas de género o respaldar el movimiento feminista, manteniendo una postura conservadora sobre el papel de las mujeres en la sociedad. Por ejemplo, a su llegada prefirió ser llamada “el presidente” y no “la presidenta” reforzando así la visión tradicional del poder masculina y minimizando el lenguaje no sexista.
Su enfoque sobre la mujer se basa en la maternidad como pilar central de identidad y rol en la sociedad. Ha promovido medidas que favorecen a familias numerosas en lugar de ofrecer un apoyo a las madres, especialmente a las que están en riesgo de exclusión laboral. Cómo iniciativa, redujo las cotizaciones de seguridad social para mujeres que hayan tenido al menos dos hijos buscando así incentivar la natalidad y sin contemplar el alto costeo de la crianza o la falta de redes de apoyo para las madres trabajadoras.
Desde su partido, no ha impulsado que más mujeres lleguen a puestos de liderazgo y tampoco se han generado espacios para las integrantes del partido Hermanos de Italia. A diferencia de otros movimientos políticos, en su partido predomina la presencia masculina en estos cargos.
Más allá del ámbito político, no ha defendido medidas que garanticen mayor equidad de género en el país. Su postura sobre las mujeres se alinea con la visión tradicional de su partido, evitando cualquier vínculo femenino.

En este lado del mundo, la ultraderecha llegó en 2017 con Marine Le Pen (política, abogada e hija del fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen) cuando se desempeñó como diputada de la Asamblea Nacional por el 11º distrito electoral de Pas-de-Calais. Aunque aún no llega a la presidencia, ha sido una figura central en la transformación y promoción de la ultraderecha en Francia.
De acuerdo con varios analistas, Marine Le Pen ha adoptado una postura de instrumentalización sobre los derechos de las mujeres para promover agendas conservadoras y xenófobas. Un enfoque conocido como “feminacionalismo” donde se usa la defensa de la igualdad de género como parte central de una ideología excluyente.
Un ejemplo de esta estrategia es su propuesta de prohibir el uso del velo islámico en espacios públicos para “liberar a las mujeres musulmanas de prácticas conservadoras y opresivas”. No obstante, esta medida ha sido criticada por imponer restricciones a la libertad religiosa y perpetuar estereotipos negativos hacia las comunidades musulmanas.
Su posible ascenso como presidenta en 2025 se enmarca en el declive de Emmanuel Macron y el imperialismo francés con la pérdida de influencia sobre las antiguas colonias africanas, así como el estancamiento y problemas en su economía. El principal beneficiario de esto es el partido ultraderechista Rassemblement National (RN) fundado en 2018 como una versión nueva del Frente Nacional que dentro de su estrategia incluyó la «desdemonización de la ultraderecha».
Desde la llegada de Emmanuel Macron, la RN ha incrementado su cuota electoral en zonas rurales y con sectores precarizados como personas con estudios primarios, obreros, jóvenes de 18 a 24 años y personas mayores de 50 a 64 años. El eje central de RN ha sido contra los inmigrantes y refugiados, promoviendo la expulsión de indocumentados; así como la preferencia de lo nacional.

Las votaciones en Alemania ocurrieron el pasado 23 de febrero colocaron como ganador a Friedrich Merz de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) / Unión Social Cristiana (CSU), pero por un tiempo la ultraderecha fue una amenaza para el país.
Recordemos que las elecciones de adelantaron debido a la crisis que llevó a la disolución de la coalición liderada por el canciller Olaf Scholz en noviembre de 2024.
En este escenario se presentaba la oportunidad para la ultraderecha: Alternativa para Alemania (AfD), partido que surgió en 2013 como un partido neoliberal; sin embargo, tras la crisis de refugiados de 2015, fue tomado por la ultraderecha radical con posturas xenófobas, islamófobas y revisionistas del nazismo.
Su jugada fue defender la expulsión de dos millones de personas, incluido ciudadanos alemanes que se consideren «no asimilados», así como mantener posiciones eurófobas proponiendo devolver competencias a la Union Europea (UE) en el ámbito nacional.
AfD consiguió una base electoral solida en los länder de la antigua Alemania del Este. En elecciones de 2024, AfD obtuvo 16% de los votos superando al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) que ganó el 14%, de esta manera de consolidó como la segunda fuerza política detrás de Unión Demócrata Cristiana (CDU) / Unión Social Cristiana (CSU) que consiguió el 30%.
Pese a su ascenso, más de 300 corporaciones alemanas han rechazado públicamente a AfD por su postura ultranacionalista y antieropeista que amenaza sus intereses económicos. Tambien se ha visto rechazo de las y los ciudadanos alemanes. El pasado 16 de febrero de 2024, miles de personas se manifestaron ante la posibilidad de que la ultraderecha gobierne con Tino Chrupalla y Alice Weidel.
Esta última, es economista, emprendedora y una figura influyente en la extrema derecha alemana. Alice Weidel se ha caracterizado por su fuerte carácter y trayectoria en el sector financiero ganándose el apodo de «la reina del hielo». Se consolido como una líder visible y radical dentro del AfD y sigue una postura ultraconservadora y nacionalista.
Ha abogado por la salida de Alemania de la UE, tiene opiniones radicales de la inmigración y ha criticado al islam y la globalización. A pesar de ser lesbiana y pertenecer a una de las minorías de la población, se opone a las políticas de género y defiende la familia tradicional.

En Europa, hay una fuerte presencia de la ultraderecha en los partidos políticos y muchos provienen de diferentes orígenes, entre ellos se encuentran:
- En España, el partido Vox originado de una escisión del Partido Popular (PP) que intenta reivindicar el franquismo y el ultra catolicismo.
- En Suecia, los Demócratas de Suecia (SD) fundados por neonazis en 1988, aunque en la década de los 2000 tomaron otro rumbo.
- En Países Bajos, los Verdaderos Finlandeses y la ultraderecha neerlandesa que lograron formar un gobierno de coalicoón en 2024.
- En Europa del Este, Fidesz en Hungría y el PiS en Polonia emergieron tras la caída del bloque soviético.
- En el Reino Unido, Nigel Farage, exintegrante del Partido Conservador, fundó UKIP y Reform UK, siendo una figura clave en el Brexit.
- En Austria, el FPÖ se fundó en 1956 por exnazis y fue el primer partido de ultraderecha en gobernar en coalición con la derecha tradicional en UE en 1999. Su gobierno fue aceptado de nuevo en 2018 y en 2024 ganó las elecciones legislativas.
- En Croacia, el HDZ está en el poder desde la independencia del país y tiene sus raíces en el movimiento fascista manteniendo una ideología ultracatólica.
Las diferencias de la ultraderecha en Europa se deben a intereses nacional-imperialista que se reflejan en su política internacional. La Liga Internacional de Trabajadores señala que algunos son sionistas, antiimmigration y afines a Trump, pero algunos divergen en su relación con Rusia.
Aun así, en el Parlamento Europeo, institución legislativa de la Unión Europea (EU), la ultraderecha podría ser el segundo bloque más grande con 187 eurodiputados divididos en tres grupos principales: Conservadores y Reformistas Europeos; Patriotas por Europa; y Europa de las Naciones Soberanas.
