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A 46 años de la primera gobernadora en México, Griselda Álvarez Ponce de León

Por Arantza Díaz

Ciudad de México.- Se cumplen 46 años desde que una mujer sacudió a la esfera política mexicana; Griselda Álvarez Ponce de León, la primera gobernadora del país, tomó la batuta de la presidencia de Colima de 1979 a 1985, quebrando así, un paradigma histórico que había dejado a las mujeres fuera de la toma de decisiones y es que, si bien ya se había reformado la legislación a nivel federal para permitirle a las mujeres desempeñarse en el rubro, esto no precisamente infería que estuvieran presentes en todas las bancadas, menos, si de una presidencia se trataba.

Griselda no era de Colima y este dato, terminó por convertirse en el obstáculo más grande para consolidar su papel como gobernadora; se le increpaba por pretender gobernar una entidad que desconocía y de forma reiterativa, los políticos opositores pretendieron echar para abajo su candidatura. A pesar de las pataletas constantes de algunas esferas políticas que estaban en contra de Griselda sosteniendo que no podría con el cargo, los caminos se abrieron a su favor y tras muchos años militando en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) logró ganarse el respeto y admiración de su bancada que, en su debido momento, decidió impulsar su candidatura a sabiendas de su carrera política y facultades para dirigir la entidad.

Así, el diputado federal del PRI, Fernando Moreno y el mismo presidente, Miguel de la Madrid Hurtado, se convirtieron en un apoyo para Griselda Ponce, aseverando que tenía lo necesario para liderar Colima y manejaron la narrativa de una mayor participación política de las mujeres, estos posicionamientos permitieron apaciguar los discursos que pretendían demeritar a Griselda, aunque no durarían mucho, pues de nueva cuenta, enfrentaría una incisiva violencia política luego de destaparse como una de las contendientes más fuertes para la elección.

El alcalde colimense Pizano Saucedo, argumentó que su gobierno estaría “manchado de impopularidad y mala administración”, pues varias personas sugirieron que «había sido puesta», por el entonces gobernador Arturo Noriega Pizano.

Por otro lado, Roberto Cárdenas Merín, presidente del Colegio de Abogados de Colima, se sumó a la crítica entre su reclamo al PRI, llamó “aberración” a su postulación, por lo que, haciéndose de su puesto en el Colegio, la institución solicitó anular su participación. 

A pesar de las trabas, Griselda tomó posesión de la gubernatura el 1º de noviembre de 1979, en el auditorio de la Unidad Deportiva “Morelos” para lograr un hecho histórico: ser la primera gobernadora de una entidad federativa en el país.

Durante su mandato se dedicó a impulsar la educación, inaugurar ferias internacionales de arte y participó en el II Foro Internacional de Mujeres Ejecutivas de Cannes, Francia.

Crédito: Archivo Gráfico de El Nacional – Repositorio INEHRM

La apuesta por una mayor participación de mujeres en la política

Aunque las deficiencias en materia de salud, educación y precarización estaban marcadas en Colima, Griselda Ponce apostó a la idea de que las brechas y asimetrías podrían comenzar a cerrarse a través del trabajo colectivo y de la participación estratégica de mujeres en su gabinete; mujeres extraordinariamente preparadas que resultaban visionarias al manejar una agenda de derechos. En su obra Cuesta arriba. Memorias de la primera gobernadora, expresó que pudo “observar los avances de un ejército de mujeres deseosas de incorporarse a la vida productiva del país mediante su capacitación”, por lo que retomó la participación de las mujeres en la sociedad en medio de su campaña política.

En su gabinete incluyó a María Elena Rodriguez como secretaria personal, Marta Licea Escalera como jueza penal, Irma Valdovinos a cargo de la dirección general de Turismo, Carmen Nava en el Centro de Apoyos para la Mujer, Aidée Quiñones como secretaria del Sindicato de Trabajadores del IMSS y Margarita Septién en el DIF. 

Asimismo, entre sus acciones más destacadas se encuentran los primeros movimientos políticos para tejer redes de protección y seguridad de mujeres, particularmente, aquellas atravesadas por la violencia o la pobreza. Griselda Ponce promovió la creación de la Red de Mujeres Municipales de México; propuso el aumento de penalidad por el delito de violación hasta los 16 años de cárcel, asimismo, creó el Centro de Atención a la Mujer y el Centro a la Mujer Golpeada; fundó la Alianza de Mujeres de México y la Asociación Mexicana de Bienestar Social; fomentó los estudios para mujeres casadas o embarazadas; implementó cuarenta y tres Unidades Agrícolas para la Mujer; buscó su implementación en cargos dentro de la policía; y a lo largo de su vida fue presidenta honoraria vitalicia de la Federación Mexicana de Universitarias.

Y aunque resultaba palpable que su foco estaba en apostar por una política más incluyente y tratar de abolir con sus Centros de Atención algunas prácticas como la violencia doméstica, Griselda Ponce también fue visionaria al cuestionar: ¿Qué hay detrás de estas violencias que no se están viendo? La gobernadora escribió en sus memorias que, aunque las mujeres habían ganado territorio en México, existía un sistema todavía más grande que, allá afuera, estaba sofocando a las mujeres; violencias que estaban normalizadas y que el Estado no podía reconocer porque simplemente no miraba -ni comprendía- qué atravesaba a las mujeres, adolescentes y niñas del país.

Griselda Ponce externó que el Estado necesitaba mirar a lo invisible, a aquello que acompañaba «día a día a las mujeres mexicanas cuando intentan hacer los derechos»

“Aquí quiero hacer una necesaria aclaración. No es que el colimense sea golpeador. Que quede bien manifiesto, es que en el planeta Tierra, el hombre es golpeador. ¿De dónde viene esta situación? ¿Desde la cueva se emplea el puñetazo como final de un diálogo cuando se pierde la controversia? Un estudio nos dio la sorpresa: hay un país, cuyo nombre omito porque le profeso admiración y respeto por su ciencia y manifestaciones artísticas, que arroja los más altos números en denuncias de mujeres golpeadas».-Griselda Álvarez en ‘Cuesta arriba. Memorias de la primera gobernadora’

Hoy, con herramientas más claras podemos nombrar a la violencia estructural que pensadoras feministas han desmenuzado, como por ejemplo, Rita Segato quien sintetiza este cuestionamiento de Griselda en «Las estructuras elementales de la violencia», donde narra el grado de naturalización de la violencia y que, además, se evidencia, por ejemplo, en un comportamiento reportado una y otra vez por todas las encuestas sobre violencia de género en el ámbito doméstico: cuando la pregunta es colocada en términos genéricos: “¿Usted sufre o ha sufrido violencia doméstica?”, la mayor parte de las entrevistadas responden negativamente. Pero cuando se cambian los términos de la pregunta nombrando tipos específicos de maltrato, el universo de las víctimas se duplica o triplica. Eso muestra claramente el carácter digerible del fenómeno, percibido y asimilado como parte de la “normalidad” o, lo que sería peor, como un fenómeno “normativo”, es decir, que participaría del conjunto de las reglas que crean y recrean esa normalidad. Convencida como estoy de que es en la descripción de algunos ejemplos paradigmáticos que la intimidad de los fenómenos se revela, se me ocurre que el carácter coercitivo e intimidador de las relaciones de género “normales» se muestra claramente en una situación exenta por completo de cualquier gesto violento observable, explícito. Describe Segato en su obra.

Esto último, resulta en un acto extraordinario que, hoy a casi medio siglo del paso de Griselda Álvarez, México cuenta en la actualidad con gobernadores y gobernadoras que han dejado de cuestionar la realidad imperante, las opresiones y la urgente necesidad de erradicar la mirada gínope de la política (incapacidad de reconocer la experiencia femenina)- La primera gobernadora de Colima comprendió que la violencia estructural era un monstruo que debía ser combatido desde diferentes espacios, no se trataba de una guerra de sexos, sino más bien, de una lucha contra el sistema mismo. Rita Segato externa en su obra que, estas realidades «normales» –violentas– que atraviesan a las mujeres, desafortunadamente, no pueden modificarse por decreto «con un golpe de tinta» y menos, suscribiendo el contrato de la ley.

¿Quién fue Griselda Álvarez Ponce?

Nació en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Sus padres fueron Dolores Ponce de León y Manuel Álvarez García, gobernador de Colima, durante 1919 a 1923. La trayectoria política de su familia no comenzó con su padre, sino con su abuelo Manuel Álvarez Zamora, quien fue el primer gobernador de ese estado en 1857.

Durante su infancia vivió en la hacienda de San Juan de Chiapa, Colima, y más tarde se fue a Los Ángeles, California, Estados Unidos. Cuando su madre murió, se fue a vivir con sus tías a la Ciudad de México.  

En su vida se preparó como maestra normalista en la Escuela Normal de Maestros y se graduó en 1938. Entre 1949 y 1951 realizó la Especialización en “Débiles mentales y menores infractores”. También se graduó de la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en 1976. Sin embargo, a finales de la década de los cuarenta, Griselda se había convertido en una mujer destacada en la política, pues se había afiliado al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Entre los cargos en los que laboró se encuentran: 

  • Profesora del Museo Pedagógico Nacional; 
  • Directora general de Acción Social de la SEP en donde buscó la creación de guarderías, escuelas rurales y bibliotecas, así como mejorar la educación; 
  • Directora general de Trabajo Social en la Secretaría de Salubridad y Asistencia;
  • Representante de la Dirección de Préstamos Sociales del IMSS;
  • Senadora por el estado de Jalisco en la bancada del PRI;
  • Gobernadora del estado de Colima;
  • Consejera de la Sociedad de Amigos del Museo Nacional de Historia;
  • Directora del Museo Nacional de Arte;
  • integrante de la UNESCO;
  • y participó como presidenta en premios nacionales de Ciencias y Artes.

La poesía, otro ámbito importante en la vida de Griselda

Paralelamente a su vida política, Griselda escribió varias publicaciones como Cementerio de pájaros en 1956Dos cantos en 1959Desierta compañía en 1961 o Letanía erótica para la paz en 1963. Su obra más importante fue Glosa de la Constitución en sonetos donde reflejó su amor por la poesía y política.

También conoció a varios escritores con los que realizó publicaciones en conjunto como Fernando Sánchez Mayáns, con quien creó Anatomía superficial escribiendo un soneto; Rafael Solana, comentarista de su primer libro de poesía; así como Francisco Liguori Jiménez, Rosario Castellanos, Salvador Novo, Guadalupe Dueñas, que fueron cercanos a ella.

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