Ciudad de México.- Activista, periodista, intelectual y heroína de la Independencia de México, Leona Vicario es, probablemente, una de las figuras más poderosas y libres de la historia mexicana; rebelde y conmovida por las causas más justas, se cumplen 236 años de su natalicio, mismo que recuerda el poder de las mujeres periodistas para transformar el mundo.
Leona Vicario enfrentó la orfandad durante su adolescencia y a los 17 años, a pesar de los intentos de don Agustín Pomposo Fernández -su tío-, por llevarla con él, Leona rechazó la oferta y se emancipó por su cuenta mudándose a la actual República de Uruguay en la Ciudad de México.
La historia de esta periodista no estaría completa sin su par, Andrés Quintana Roo, un joven pasante de derecho con quien, años más tarde, emprendería una serie de luchas por la causa insurgente y la liberación de México. Leona comenzó a participar activamente en las mesas de discusión de la insurgente junto a su compañero Andrés, colaboraba a través del espionaje, dar información y por supuesto, financiar el movimiento, recordando que la familia Vicario Fernández gozaba de una posición económica acaudalada a causa de los negocios de su padre, el español Gaspar Martín Vicario.
Una vez que se empapó de las causas, el espionaje no era suficiente y gracias a la educación que recibió durante su vida, Leona Vicario dio el salto hacia el periodismo; su pluma afilada y bien pulida le permitió colaborar en medios de gran circulación como El Ilustrador Americano y el Semanario Patriótico Americano. Años después, junto a su -entonces- esposo, Andrés Quintana Roo fundó su periódico «El Federalista».
Uno de los pasajes más memorables de Leona Vicario es cuando el ministro de Anastasio Bustamante, Lucas Alamán, le dedicó una carta en 1831 publicada en El Federalista Mexicano, donde la señalaba por sólo seguir a Andrés Quintana Roo, acusándola de que su insurgencia era falsa y que, más que una convicción verdadera, sólo lo hacía por romance; un falso heroísmo por quedar bien con el hombre que amaba.
Leona no esperó y publicó una contra respuesta donde expuso que el amor no es el único móvil de las acciones de las mujeres, por el contrario, «ellas son capaces de todos los entusiasmos y deseos de gloria y libertad de la patria». Además, externó el poder de las mujeres en las luchas, mismas, que han entregado todo por la insurgencia de manera desinteresada, un sacrificio que, ni siquiera, muchos hombres serían capaces de dar.
«Suelen obrar en ellas con más vigor, como que siempre los sacrificios de las mujeres, sea cual fuere la causa por quien los hacen, son más desinteresados y parece que no buscan más recompensa de ellas, más que la de que sean aceptados […] Mis acciones y opiniones han sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas, y en este punto he obrado siempre con total independencia, y sin atender a las opiniones que han tenido las personas que he estimado», según recoge un fragmento de la carta publicado en Memoria Política de México de la CNDH.
La élite femenina: Primera franja de lucha
Leona Vicario, además de ejercer desde el periodismo, ser una ávida espía, también representa una de las primeras líneas de fuego en las luchas independentistas: La de la élite.
Vicario entregó todos sus bienes por el bien de la lucha, entregó armas y un sinfín de insumos al ejército insurgentes. Volcó su herencia por la liberación del país; compraba ropa, medicina y movía sus influencias para obtener información política delicada. Asimismo, la periodista también se mantuvo en la línea de fuego documentando todo lo que pasaba en los enfrentamientos y fue una de las reporteras más agudas a la hora de documentar las violaciones a los derechos humanos.
Cuando se descubrió que era una de las principales inyectoras económicas, se le acusó de traición a la corona española y se le ofreció el indulto, siempre y cuando, abandonara el país. Leona Vicario aceptó el trato, se liberaron sus bienes y huyó del país con su bebé, una niña recién nacida que había parido en una cueva en Michoacán.
La élite insurgente de mujeres fue una de las más poderosas, Se nombra el poder de las mujeres pertenecientes a la élite novohispana, su poderío económico como hijas, esposas o viudas, fueron eje rector del movimiento. Conquistaron y se rebelaron al mundo que las rodeaba; aún con las limitaciones patriarcales que ello implicaba.
Las mujeres criollas pertenecientes a las clases más acomodadas del país, favorecieron la lucha independentista brindando recursos, protección, refugio y cuidados a las causas insurgentes. Leona Vicario no fue la única, detrás de ella, hubo docenas de mujeres hacendadas que espiaron y financiaron la independencia mexicana.
Manuela Herrera, una hacendada muy rica, fue capturada luego de prenderle fuego a su propiedad para evitar darles, siquiera, el más mínimo recurso al ejército realista. Torturada y abusada, Manuela Herrera nunca delató a sus cómplices a quienes apoyaba con sus recursos; fue exiliada y perseguida por el Estado durante toda su vida. Vivió en el corazón de un bosque como ermitaña, esperando nunca ser encontrada y aguardando a que el movimiento independentista hiciera patria.
Doña María Teresa Medina, utilizaba sus propiedades como punto de reunión para el ejército de la insurgencia, ahí, hacían ofensivas de conspiración para el Golpe de Estado y cuando fue delatada, logró huir y no ser aprehendida gracias a su esposo, Manuel de la Sota Riva que tenía un cargo castrense en Xalapa.
La señorita Avilés, desde el interior de la industria de la imprenta, apoyó para que saliera el periódico El mejicano independiente que contenía información de la resistencia independentista y llamaba a levantarse en armas.
En las carreteras, la poderosa María Catalina Gómez de Larrondo, sabía bien que por Acámbaro pasarían los convoyes que llevaban refuerzos al ejército realista, por ello, lideró una lucha junto a sus trabajadores para no permitirles pasar; les impidió el paso y peleó para que esos recursos no llegaran a su destino.
En la actual Ciudad de México, Margarita Peinbert, Antonia Peña, María Camila Ganancia y Luisa de Orellana y Pozo, cabezas y miembros importantes de la sociedad secreta Los Guadalupes, ejercieron importantes roles como mensajeras y espías, gracias a ellas, se sacó a la luz el periódico El Ilustrador Americano.
Su compañera, Petra Teruel, perteneciente a este mismo grupo, fue apodada «el ángel protector», pues gracias a sus influencias en la -ahora capital mexicana- y su valentía, logró que muchos presos políticos fueran liberados de las cárceles inquisitorias y pudiesen huir a otros poblados del país. Además, es conocida por visitar y cuidar de aquellos reos independentistas.
El 24 de enero de 1842, a las 21:00 horas, a los 54 años de edad, en la casa de Santo Domingo, fallece doña Leona Vicario de Quintana Roo. El 28 de mayo de 1900 sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres y, en 1925, al monumento del Ángel de la Independencia, donde reposa al lado de los demás caudillos de la guerra de independencia.
El nombre de Leona Vicario se encuentra escrito con letras de oro en la Cámara de diputados del Congreso de la Unión; además, existe una placa colocada en la esquina de las calles de los Sepulcros de Santo Domingo (hoy República de Chile, esquina con Colombia), en el centro histórico de la ciudad de México, cuya leyenda reza: «a los contemporáneos de la muerte de tan admirable y admirada [sic] mujer mexicana, la que sin titubeos, oportuna, sacrificó su fortuna para que fuera cierta la libertad de México».