Ciudad de México.– En México, al menos el 5.3% de las mujeres vive con Sangrado Menstrual Abundante (SMA), una condición que, aunque impacta directamente su bienestar físico, emocional y social, permanece invisibilizado y normalizado, según datos de la Federación Mexicana de Colegios de Obstetricia y Ginecología (FEMECOG).
A pesar de ser la tercera causa más común de consulta ginecológica, el SMA no suele identificarse a tiempo, pues muchas mujeres desconocen qué es un ciclo menstrual saludable y qué señales deben encender las alertas.
El ciclo menstrual varía en cada mujer, ya sea en duración, cantidad o síntomas. Pero hay parámetros clave que pueden ayudar a detectar si algo no está bien, explicó en entrevista para Cimacnoticias, Anabel González, jefa de la Unidad Toco-Quirúrgica del Hospital de la Mujer.
Un ciclo menstrual normal oscila entre los 30 y 80 mililitros de sangrado por día, con una duración de 3 a 7 días, señaló la especialista. Superar estos rangos, además de padecer cólicos intensos, puede ser indicio de un problema. Sin embargo, para requerir consulta médica depende de los factores que se presenten, es la manera en que se puede abordar el SMA, pues las causas de este padecimiento son multifactoriales.
Identificar la causa del Sangrado Menstrual Abundante (SMA) no siempre es sencillo. Para lograrlo, se necesitan varios estudios que permitan determinar si hay una alteración en el funcionamiento hormonal o una modificación anatómica que esté generando el desbalance.
Anabel González, médica especialista explicó que, durante la adolescencia, es común que los ciclos menstruales sean irregulares debido a la inmadurez del eje hipotálamo-hipófisis-ovario. No obstante, sin importar la edad, es fundamental realizar un estudio completo que ayude a encontrar la causa del SMA, pues este puede estar relacionado con enfermedades que van más allá de lo ginecológico.
La menorragia, un trastorno menstrual caracterizado por sangrados abundantes, puede ser causada por enfermedades cardiometabólicas o endocrinológicas como la resistencia a la insulina, la diabetes, o alteraciones tiroideas como el hipertiroidismo o el hipotiroidismo, explicó la especialista. De ahí la importancia de llegar al origen del problema y no quedarse solo en los síntomas:
“Por ejemplo, mi paciente puede estar padeciendo una resistencia a la insulina. Y si yo no le doy tratamiento, en poco tiempo puede llegar a ser diabética. Yo explico el SMA como una fuga: tengo que escarbar para identificar dónde está esa fuga, repararla y evitar que se estropee el resto de mi instalación”.
El cáncer cervicouterino, de endometrio o de ovario también pueden provocar alteraciones en el ciclo menstrual. Por eso, realizar un historial clínico anual se vuelve una herramienta vital para detectar o prevenir a tiempo padecimientos que, de no atenderse, pueden ser mortales.
Las secuelas emocionales del SMA
El SMA es un padecimiento multifactorial, por lo que su tratamiento no es uniforme. Puede ir desde medicamentos hormonales, cambios en el estilo de vida, hasta cirugías. Pero más allá de lo clínico, hay impacto emocional y social. Muchas mujeres enfrentan un aislamiento forzado. Evitan salir, participar en actividades, asistir a la escuela o al trabajo por miedo a un accidente visible o al malestar físico. En casos extremos, se presenta anemia severa.
“Tenemos pacientes con sangrados abundantes desde hace mucho tiempo. Eso les provoca anemia y puede ser tan grave que afecta la función del corazón, generando síndrome anémico o incluso insuficiencia cardíaca”, señala la doctora González.
Ante este panorama, la especialista recalca la necesidad de una educación menstrual desde edades tempranas:
“Siempre he dicho que a nuestras niñas hay que llevarlas sí o sí al ginecólogo a los 12 años. Para que aprendan cómo debe ser su ciclo y los focos rojos que deben identificar. Así podemos prevenir muchísimas patologías ginecológicas y endocrinológicas”.
La copa menstrual, una opción
La copa menstrual es un dispositivo de silicona reutilizable que se inserta en la vagina para recoger el flujo menstrual. A diferencia de las toallas o tampones, la copa puede contar con indicadores de mililitros, lo que permite medir de forma clara la cantidad de sangre que se pierde durante el periodo.
La Dra. González insiste en su uso, no solo por higiene, sino como herramienta diagnóstica: “Lo ideal sería que todas las pacientes tuvieran una copa menstrual para cuantificar su sangrado. Es el único producto de gestión que nos da esa posibilidad” mencionó.
Además, la copa ofrece múltiples beneficios como evitar irritaciones en la piel; mayor capacidad de recoger más sangre que compresas o tampones; permite observar de manera clara aspectos como la cantidad, color y consistencia del flujo; es más económica, al estar bien cuidada, puede durar hasta 10 años; disminuye riesgo de infecciones vaginales; y es amigable con el medio ambiente, al ser reutilizable.
Cabe resaltar que la copa menstrual se presenta con diferentes tallas. Para que una mujer sepa cuál es la que mejor se adapta a ella tiene que considerar los siguientes puntos:
De manera general, las tallas más pequeñas se recomiendan para adolescentes o personas menores de 16 años. Una talla intermedia suele ser más adecuada para mujeres menores de 30 años que no han tenido partos vaginales. Por otro lado, la talla más grande está pensada para mujeres que han tenido partos vaginales, ya que el suelo pélvico puede estar más debilitado, y también para mayores de 30 años.
No obstante, existen otros factores que pueden influir en la elección de la talla, como la complexión corporal, la práctica de algún deporte o incluso la marca del producto. Por eso, lo más recomendable es consultar a un profesional de la salud para obtener una orientación más precisa.
Gestión menstrual digna: un derecho aún negado
El SMA también implica un alto costo económico, debido a la necesidad constante de productos de higiene femenina. Para muchas mujeres en situación de vulnerabilidad, la menstruación se convierte en una carga silenciosa.
De acuerdo con el informe La vida en rojo del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), la pobreza y la discriminación son factores que condicionan o impiden el acceso a una gestión menstrual adecuada.
El informe detalla que una gestión menstrual digna implica:
- Acceso a materiales limpios como toallas, tampones o copas menstruales.
- Espacios seguros y privados para cambiarse.
- Educación en salud sexual y reproductiva que incluya el manejo del ciclo.
- Atención médica especializada en trastornos menstruales.
Sin embargo, en México, la menstruación sigue sin considerarse un asunto público prioritario. No existen políticas integrales que garanticen este derecho, ni recursos asignados desde el Estado para atenderlo como corresponde.
Aunque se han aprobado medidas como la eliminación del IVA en productos menstruales y programas que los distribuyen de manera gratuita, estos avances son insuficientes. La menstruación sigue siendo un tabú en muchas esferas, y su invisibilización tiene consecuencias como el dolor, abandono escolar, exclusión social y riesgos a la salud