Estado de México.- Desde las 7:30 las y los funcionarios llegaron a la casilla de Tlalnepantla de Baz, en el estado de México. Se armaron las urnas correspondientes y se tomaron un café para resistir la jornada electoral; el plan les tomó por sorpresa, pues al menos el secretario 1 y 2, así como el vigilante, no se presentaron y desaparecieron del ojo del INE, siendo las y los suplentes quienes, desde la apertura, se encargaron de sacar adelante las votaciones.
Tlalnepantla, uno de los municipios mexiquenses más grandes, cuenta con una población con mayoría de mujeres con 345 mil frente a los 327 mil hombres que tiene.
En 2018 se lanzó el “Estudio muestral sobre la participación ciudadana en las elecciones federales de 2018” realizado por el Instituto Nacional Electoral (INE). Desde las elecciones federales de 2009 se ha mantenido una tendencia, son más mujeres quienes acuden a emitir su voto; en 2018 se calcula que 63.1 por ciento del electorado acudió a las urnas, 34.8 por ciento mujeres y 28.3 por ciento hombres, en añadidura, las mujeres de contextos no urbanos tienden a votar más que aquellas que se ubican en secciones urbanas, de hecho, las ciudadanas de contextos rurales, de 40 a 59 años de edad tienden a lograr los niveles más altos de participación en las urnas.
La Jornada
La afluencia fue baja a lo largo día y las pocas personas que ocuparon un par de mamparas son adultas mayores; tenían el rostro desencajado, miraban a los lados, se rascaban la cabeza y otras más, sacaron un acordeón del bolsillo. Tardaron aproximadamente 15 minutos y aún, con un margen de espera tan amplio, las filas no existieron.
Entre las 9:30 y las 3:00 de la tarde que Cimacnoticias permaneció en Tlalnepantla, la participación de personas menores de 25 años resultó mínima, no rebasaron las 20 personas jóvenes. A la par, los picos más altos de afluencia se dieron entre las 9 y 12 del medio día, cuando personas adultas mayores emitieron su voto; un voto pausado de entre 15 y 20 minutos que requería la intervención constante de las y los funcionarios de casilla.
Según se dio a conocer a través de personal del INE, esa sección esperaba una afluencia aproximada de mil 50 personas, mientras que, cuando se le preguntó al funcionario de la puerta cuánta población había contabilizado, refirió no calcular una participación de más de 150 personas en esas 7 horas que había permanecido recibiendo a las y los votantes.

Mayoritariamente, las votantes fueron mujeres mayores acompañadas de sus esposos o hijas. El ambiente fue tranquilo en las votaciones, las funcionarias bromeaban y reían, mientras que a la puerta, el funcionario que revisaba las secciones cabeceaba ligeramente y bromea con necesitar alguna cerveza para sobrellevar la jornada.
Él ha sido observador en elecciones pasadas, «pero ahora sí, está muerto«, dice mientras se saca la gorra y se abanicaba el rostro.
Al interior, se encontraba Imelda, quien se desempeñó como escrutadora en estas elecciones; la acompañó su hijo pequeño. No hubo con quién dejarlo.
Siendo las 2:30 de la tarde, tomó un descanso para atender los pendientes que tiene en casa, sin embargo, refiere que será «sólo una vuelta rápida«, pues el conteo de las boletas debe de avanzar en un par de horas, antes de que las camionetas del INE lleguen para llevarse las urnas.
La participación democrática de las mujeres y los acordeones familiares
Esta fue la primera vez que Imelda participó como funcionaria en unas casillas y sostuvo que la jornada se mantuvo tranquila; no hubo una afluencia grande y las expectativas son altas, pues esta vez, la ciudadanía no será la encargada de contar los votos, tampoco habrá PREP, ni la llamada «puesta de lonas» donde se informaba a la población cómo había quedado el conteo rápido de esa casilla.
«En la noche solo tenemos que sacar las boletas, separarlas por color, y no haremos conteo, sólo separar y hacer el contacto del INE. La casilla cierra a las seis de la tarde, pero en lo que terminamos de contar y desinstalamos, yo le calculo hasta 3 horas porque puede ser tardado», refirió.
Al interior de la casilla, se encontraba Carmen, una mujer de 77 junto a su esposo de 84 años. Ambos, traían un acordeón en el bolsillo; escrito en una hoja de cuaderno y en tinta azul, sólo unos cuantos números escritos.
Este acordeón se lo preparó su nieto, dice Carmen. Sin embargo, al preguntarle si sabría cómo votaría y si conocía quiénes eran los y las candidatas que estaban anotadas en su papel, refirieron no saber quiénes eran. Se les preguntó si habían coincidido con alguna persona candidata durante el tiempo de campañas, ambos, atajaron que no vieron nada, ni en la televisión ni en la radio, este último, el medio de difusión que más consumen; no cuentan con una computadora y tampoco con internet.
Muy cerca de ellos, se encontró a una mujer mayor con silla de ruedas; iba acompañada de su hija. No quiso brindar información personal a excepción de haber sido maestra para el Instituto Politécnico Nacional durante toda su vida, tampoco aceptó brindar una entrevista profunda sobre su percepción de las elecciones «es que ya no escucho«, dijo, pero sí compartió con esta periodista que todo lo que sabe de las y los candidatos lo estudió con su hija la noche anterior; juntas eligieron los perfiles y zanjó: «Imagínate, ser maestra y no salir a votar, esto lo tengo que hacer hasta el final».

La queja reiterada entre las personas adultas mayores fue, no sólo la falta de claridad en las indicaciones, sino además, la mala elección de colores en las boletas, particularmente, en aquellas donde se elegía a juezas y jueces según especialidad.
En entrevista, uno de los votantes refirió que los colores se veían igual, lo que había complicado de sobremanera su votación; no alcanzó a distinguir con exactitud las diferencias entre el azul y el morado claro y desconoce si erró en su elección.
Entre una participación baja, el clima tampoco dio tregua pues, después de las 4 pm, la llovizna alcanzó al norte de la capital en Tlalnepantla de Baz. A pesar de esto, la sección obtuvo momentos importantes en materia de participación, siendo la figura clave, el empuje de las mujeres adultas mayores; con tendencias hacia morena, este sector se convirtió en el gran engrane matutino, a pesar, de que muchas de ellas no habrían practicado su voto, ni hecho uso de las herramientas digitales que extendió el INE; los acordeones nacieron desde la confianza en sus familias, sus hijos, nietos e incluso, el partido mismo con las listas pro-morena que corrieron como pólvora entre la ciudadanía.
Las juventudes desaparecieron en Tlalnepantla, al menos, en la sección 5069. Lo que abrió el margen a cuestionar: ¿Es mejor votar con acordeones o no ejercer el derecho al voto? Cual sea el escenario, quedó en evidencia el peso que tienen las adultas mayores para empujar las elecciones, pero también, qué tantos votos fueron cegados por la confianza. A esta ecuación, se añade también el poderoso trabajo ciudadano que realizaron algunas mujeres por crear acordeones personales con base en sus investigaciones; libretas que hicieron en sus tiempos libres con toda la información que encontraron el INE.

«Nadie me ayudó, yo solita me metí al INE«, dice una de las votantes. En las manos, trae una libreta rosa donde anotó, en hasta 3 hojas, toda la información para ejercer un voto libre. Investigó en las noticias a cada una de las y los candidatos durante días, cuando su agenda entre lo laboral y el trabajo no remunerado lo permitía. Al preguntarle por qué consideraba que eran las mujeres adultas mayores era el grupo con mayor participación democrática, su respuesta fue concreta: «Los jóvenes no tienen criterio«.
«¿Por qué no tienen criterio?: Nosotras estuvimos estudiando y viendo todo el movimiento y los jóvenes tienden a darle peso a lo que dice el amigo, «ay, porque el amigo dijo», pues entonces, van como borreguitos a hacer y promover lo que les dicen, sin realmente estudiar, ni ver el perfil de quiénes son estas personas.
Paralelamente, Cimacnoticias conversó con una mujer joven sobre cómo había sido su experiencia en las elecciones judiciales, su réplica fue que estaba en contra de la reforma al poder judicial y expresó que, a causa de su trabajo, le resultaba imposible mapear a cada una de las y los candidatos, particularmente, en el estado de México donde la información fue nula: «Nunca vi a ningún candidato haciendo campaña», refirió.
El estado de México tiene la lista nominal de electores más grande de todo el país, triplicando, por ejemplo, la cifra de Nuevo León (4 millones). Con una lista de 13 millones 208 mil 842 personas con posibilidad de votar, esta entidad se convierte en uno de los músculos democráticos más grandes, no sólo del país, sino de toda la región, duplicando sólo en esta lista, la población total de países como El Salvador.
Apuntes personales de esta elección
Con información a la mano y el acceso inmediato a internet, los acordeones de autodefensa no fueron suficientes. En casa, este trabajo se realizó con apenas dos días de antelación, haciendo uso del trabajo de organizaciones como Defensorxs, frentes feministas, entrevistas en medios de comunicación y búsquedas exhaustivas en los periódicos; se creó un tamizaje entre mi red familiar que prometía contemplar los perfiles mejor preparados para la elección.
La entrega de 9 boletas fue veloz y estar frente a estos documentos resultó intimidante, con opciones extensas de elegibilidad y listas de hasta 50 personas, la realidad -ante sí- esbozó que acceder a información en el estado de México complicó en demasía este ejercicio, aún con herramientas como Conóceles, el trabajo se volvió en un engorroso sistema que dejó sobre los hombros de la ciudadanía la responsabilidad de informarse, cruzar los dedos y elegir la candidatura más afín, aún, cuando la boleta tuviera plagas de narcotráfico, abusadores sexuales, deudores alimentarios, corrupción y e incluso, perfiles señalados por nexos con organizaciones religiosas como la Luz del Mundo.
Si bien queda una última barrera de protección que es la verificación de idoneidad al final de las votaciones, -donde se contempla la Ley 8 de 8 por ningún agresor al poder-, votar en estas elecciones judiciales más que el derecho gozoso de la democracia, se sintió como un acto obligado que no nace desde el deber, sino desde la frase desganada «tengo que«; así, sin información, con acordeones amañados –y bien informados-, votos a personas desconocidas –como el de mi abuelo quien confesó haber votado por aquellos con los que compartía apellido-, boletas anuladas y otras bien amarradas, el estado de México celebra sus elecciones judiciales donde las experiencias son diversas y las mujeres, mueven el barco en la pequeña sección 5069.