Ciudad de México.– Amnistía Internacional ha registrado desde febrero de 2025 el secuestro de al menos 36 mujeres y niñas de entre 3 y 40 años en las ciudades sirias de Latakia, Tartús, Homs y Hama, a manos de personas no identificadas y a pesar de la situación, las autoridades han ignorado y revictimizado a las familias buscadoras, así lo determinó Amnistía Internacional.
La República Árabe Siria, se ubica en Oriente Próximo, a la orilla oriental del mar Mediterráneo, tiene como capital a Damasco. Su población asciende a 23.5 millones de habitantes, de los cuales se estima que 11.7 millones son mujeres. Aunque el idioma oficial es el árabe, en distintas regiones del país se hablan dialectos como el árabe levantino en el oeste y el árabe mesopotámico, en el noreste.
Dentro de ocho casos documentados por la organización, en uno de ellos se pudo constatar que la víctima fue forzada a contraer matrimonio. Esta situación fue confirmada por las propias autoridades del país, quienes informaron a la familia que la joven había “contraído matrimonio”; sin embargo, no se emprendieron acciones para salvaguardar su integridad.
Amnistía Internacional adviertió que el matrimonio forzado constituye una violación a los derechos humanos, pues además de representar un acto de pederastia, conlleva otros abusos como violencia sexual, física y psicológica.
Asimismo resalta que el derecho a la libertad y la seguridad de las mujeres están protegidos por el derecho internacional. Cuando el Estado no protege a las mujeres y sanciona a los responsables vulnera este derecho, afirmó AI. El derecho internacional también prohíbe la tortura y otras formas de malos tratos y exige a los Estados tomar medidas para prevenir, así como llevar a cabo investigaciones adecuadas ante la presunta comisión de dichos actos.
En dos de los casos, se exigió a las familias una suma entre 10 mil y 14 mil dólares estadounidenses a cambio del rescate. A pesar de que una de ellas logró reunir y entregar el dinero, la mujer no fue liberada.
Un familiar relató: “Fue a la ciudad. Su familia esperaba que regresara a primera hora de la tarde, que es cuando sale el último taxi hacia su pueblo. Ella envió un mensaje de texto diciendo que había llegado y, entonces, unas horas después, en vez de verla volver, sus familiares recibieron una llamada de un número extranjero que les dijo: ‘No esperen que vuelva. Les llamamos para que lo sepan. No intenten buscarla’.”
Pese a la gravedad de estos casos, hasta ahora no se ha constatado ninguna detención, presentación de cargos o inicio de procesos judiciales contra los responsables. Esto evidencia una impunidad persistente que condena al olvido a las víctimas. Ante esta total desprotección, muchas mujeres sirias han declarado sentir miedo o mostrarse extremadamente cautelosas al salir de casa para asistir a la escuela, universidad o trabajo, lo que ha limitado significativamente su vida en la esfera pública.
Paralelamente, los 28 casos más documentados por dos activistas, dos periodistas y la organización de derechos humanos independiente Syrian Feminist Lobby revelan que, en la mitad de ellos, las mujeres lograron regresar a sus hogares. No obstante, el paradero de las 14 restantes aún se desconoce.
Sin embargo, los familiares de las mujeres sobrevivientes han dejado de exigir justicia debido al temor de sufrir represalias por parte de los perpetradores, quienes no han sido arrestados. A la par, las autoridades advirtieron a las familias que guardaran silencio sobre los hechos, e incluso ordenaron a las sobrevivientes negar que los secuestros se hubieran producido.
Recordemos que desde el 11 de marzo de 2011, Siria enfrenta una guerra civil iniciada en el contexto de la Primavera Árabe. El conflicto involucra a grupos de oposición interna, facciones extremistas y diversas potencias internacionales, como Estados Unidos, Irán y Rusia.
Desde entonces, la violencia se ha vuelto una constante. De acuerdo con datos proporcionados por Syryan Network for Human Right (SNHR), al menos 29 mil 064 mujeres han sido asesinadas en Siria desde marzo de 2011, incluidas 117 que murieron debido a torturas, mientras que 11 mil 268 siguen detenidas o desaparecidas por la fuerza, y se han documentado 11 mil 553 incidentes de violencia sexual contra ellas. No obstante, el contexto se ha recrudecido para las mujeres tras el derrocamiento del régimen de Bashar al-Assad a finales de diciembre del 2024.
Desde entonces se han registrado desapariciones masivas contra mujeres ocurridas en los últimos meses, por lo que los familiares de las víctimas han presentado denuncias ante el Estado, sin embargo, Amnistía Internacional ha documentado que en muchos casos estas han sido rechazadas o ni siquiera admitidas. Aunado a ello, las autoridades han negado a las familias el acceso a información sobre los avances en las investigaciones.
Al mismo tiempo, han sido objeto de revictimización por parte de agentes policiales y de seguridad. En tres de los casos, familiares relataron a Amnistía Internacional que la policía y las fuerzas de seguridad responsabilizan a las propias familias por los secuestros, acusándolas de negligencia por “permitir” que las mujeres fueran raptadas. Además, los indicios proporcionados por las familias, que podrían ayudar en su localización, fueron ignorados bajo el argumento de que eran falsos.
En este clima de impunidad y abandono, de los 36 casos registrados, sólo uno ha sido objeto de una investigación efectiva para determinar la suerte y el paradero de las víctimas. Por su parte, el comité de investigación creado por el presidente Al Sharaa para esclarecer los homicidios en la costa siria declaró no haber recibido ninguna información relacionada con el secuestro de mujeres o niñas.
“Las autoridades sirias han prometido en reiteradas ocasiones construir una Siria para toda la ciudadanía; sin embargo, no están poniendo fin a los secuestros de mujeres y niñas, impidiendo los malos tratos físicos, los matrimonios forzados y, probablemente, la trata de seres humanos, ni llevando a cabo una investigación efectiva y enjuiciando a los responsables”, declaró Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
Servicios sanitarios interrumpidos
En noviembre del 2024, en Cimacnoticias reportamos que los servicios sanitarios en el Líbano se habían visto gravemente interrumpidos. Al menos 98 centros de atención primaria se habían visto obligados a cerrar en el último año y cinco hospitales no funcionan actualmente debido a daños físicos o infraestructurales. Miles de personas seguían cruzando la frontera del Líbano a Siria, muchas de ellas desplazadas por segunda o tercera vez.
Los desplazamientos masivos estaban afectando especialmente a las mujeres y las niñas sin que se vislumbre una tregua a medida que se intensifican las hostilidades.
Se calcula que 60 mil mujeres han dado a luz en Gaza desde el comienzo del conflicto. En ese tiempo, el UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de la salud sexual y reproductiva, ha ayudado a unas 45 mil de esas mujeres en los alumbramientos en condiciones seguras; sin embargo, muchas otras no han podido acceder a servicios de parto seguro.
Además, actualmente muchos centros sanitarios, que ya apenas funcionan, están cerrando porque sus trabajadores están atrapados en casa por los combates y no pueden acudir a trabajar o porque el personal de salud sexual y reproductiva está siendo reasignado al sur para hacer frente a la afluencia de desplazados.
«La magnitud de la devastación en Gaza sigue sin tener precedentes», declaró Nestor Owomuhangi, representante del UNFPA en Palestina. «La destrucción, la pérdida de vidas y la desesperación son abrumadoras».
Tal y como confirmó Owomuhangi, el personal médico está informando de fuertes aumentos de abortos espontáneos y muertes maternas. Asimismo, la ansiedad y la desnutrición están obstaculizando la lactancia materna para las nuevas madres, ya que miles de mujeres embarazadas están al «borde de la hambruna» y «en condiciones similares a la hambruna».

Una nueva madre cruza la frontera con una herida de cesárea reciente
Samah, libanesa de 28 años y madre de tres hijos, se convirtió en refugiada sólo tres días después de dar a luz por cesárea.
«Estábamos cerca cuando se produjo el ataque; la noche se convirtió en día, todo brillaba como si hubiera salido el sol», declaró al UNFPA.
Huyó a la frontera siria pero un cráter en la carretera creado por los ataques israelíes hizo que el viaje en coche resultara intransitable, así que ella y sus hijos recorrieron parte del camino a pie. «Me envolví el vientre con un paño limpio, cargué a mi hijo en brazos y bajé hasta la frontera», explicó.
Temiendo que se le infectara, Samah buscó atención en una clínica una vez que ella y sus hijos llegaron a la frontera. Allí, el equipo médico apoyado por el UNFPA examinó su herida de cesárea y aseguró a Samah que tanto ella como su recién nacido se encontraban en buen estado de salud.
«En cuanto vi al pediatra examinar a mi bebé y a las enfermeras ocuparse de mi herida, volví a sentir esperanza», afirmó Samah. «Me dieron antibióticos, nutrientes y, sobre todo, me dieron una sensación de seguridad».