Ciudad de México. – La Ilustración y la Revolución francesa le abrieron camino a la lucha activa de las mujeres en la búsqueda de hacer valer sus derechos humanos y de ciudadanía para ser vistas socialmente como sujetas políticas, económicas e históricas, siendo la Primera ola del feminismo un hito trascendental y relevante en la historia de un movimiento global que desde sus inicios cuestionó el orden social y político en búsqueda de la igualdad y equidad de género.
Por lo tanto, previo al reconocimiento histórico de feminismo en su primera oleada, las mujeres ya eran sujetas activas en la búsqueda de sus derechos como ciudadanas políticas. En Francia las mujeres se reunían en “salones literarios y políticos” en donde dialogaban sobre la situación política de su país, iniciativa que posteriormente llegó a Londres y Berlín, además de las sociedades de mujeres que discutían sus derechos en la esfera política.
La primera oleada del feminismo, reconocida también como el inicio del feminismo o el feminismo ilustrado, trajo a discusión la igualdad entre hombres y mujeres criticando la supremacía masculina; las mujeres de la época no sólo identificaron las desigualdades que las arropaban también todo el mecanismo sistemático, social y cultura, que abonaba a la subordinación femenina
En esencia este hito histórico llegó para exigir principalmente el derecho a la educación, derecho al trabajo, derechos matrimoniales y respeto a los hijos y derecho al voto, aunado a ello, desde el siglo XVIII las mujeres luchaban por la abolición de la prostitución y los maltratos dentro del matrimonio.
Consideradas como “ciudadanas pasivas”, el 5 y 6 de octubre de 1789, alrededor de 6 mil mujeres francesas se manifestaron frente al Palacio de Versalles para exigirle al Rey Luis XVI de Francia que atendieran la escasez de alimentos en el país y sus necesidades específicas como mujeres.
Posteriormente, en 1791 la Asamblea Nacional Constituyente francesa adoptó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano como preámbulo de la Constitución Francesa, dicho documento sólo les concedía derechos humanos a unos cuantos, hombres blancos de la monarquía, mientras que las mujeres y las minorías eran abiertamente excluidas.
Con ello, las mujeres comenzaron a involucrarse en la lucha por la ciudadanía y la igualdad de derechos, una de ellas fue Olimpia de Gouges quien escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadanía, en dicho decreto, la autora declaró que: “La mujer tiene el derecho de ser llevada al cadalso y, del mismo modo, el derecho a subir a la tribuna…”, enunciación suficiente para que Gouges fuera guillotinada en 1793.
“Las mujeres nacen libres y son iguales que los hombres ante la ley. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común”. – Olimpia Gouges
Finalmente, se proclamaron los Derechos del hombre en Francia, corriente de años anteriores; pues en 1776, Thomas Jefferson había redactado la Declaración de Independencia de Estados Unidos, ambos decretos fungían como el manifiesto de los derechos del hombre, siendo exclusivamente dirigidos a las necesidades de los varones. Ambos sucesos fueron acompañados con el cuestionamiento de las mujeres, manifestándose pasiva y activamente por la búsqueda de sus derechos y reconocimiento cívico.
Sin embargo, la idea de poner en tela de juicio todo un sistema dominante como lo es el patriarcado, no fue una iniciativa bien recibida; en 1793 las mujeres fueron excluidas por los derechos políticos en Francia y meses después se ordenó desaparecer los clubes femeninos, prohibiendo la reunión de más de cinco mujeres en la calle, llevando a la cárcel a muchas de ellas. En 1795, se les había prohibido a las mujeres ser partícipes de la esfera política y todas aquellas que habían “significado políticamente” fueron llevadas a la guillotina o al exilio.
Posteriormente en 1804, toda Europa imito en Código de Napoleón, un conjunto de leyes civiles promulgadas por Napoleón Bonaparte, mismo que convirtió al matrimonio en una transacción que ponía en desigualdad social a las mujeres, sujetándolas a la disposición del esposo como parte de sus propiedades. Entre muchas
Desde el Renacimiento autoras como Christine de Pizan, cuestionaban la idea del “hombre renacentista”; en su obra La ciudad de las damas (1405) planteaba una realidad en la que no existían los hombres, por lo tanto, tampoco las guerras; dicho texto refutaba la idea de la naturaleza humana y ligaba el rol de las mujeres con la educación aprendida por los hombres, abogando por la independencia de las mismas.
“Huid, damas mías, huid del insensato amor con que os premian. Huid de la enloquecida pasión, cuyos juegos placenteros siempre terminan en perjuicio vuestro”. – Christine de Pizan
Sin embargo, estas muestras de rebelión no se consideraron “feministas” pues, aunque el debate sobre los sexos nunca puso en duda el valor subestimado de las mujeres ante la existencia de los hombres, aún no se cuestionaba el origen de la subordinación femenina.
Aun así, las revoluciones y los conflictos sociales como «El movimiento por la Templanza» y el «Movimiento Abolicionista» fueron los precursores de la inevitable llegada del feminismo como concepto, pues, aunque con ellos nació el cuestionamiento de nuevas garantías políticas para las mujeres tras su exclusión de la ciudadanía, el feminismo como se conoce actualmente ya era una corriente del pensamiento de las mujeres del siglo XVIII sin siquiera existir una conceptualización del término.
“Porque las mujeres no eran simples espectadoras como pudiéramos imaginar tras la lectura de los libros de historia. El feminismo ya nació siendo teoría y práctica”. – Nuria Varela
El inicio del siglo XIX para las mujeres representó el seguimiento de una lucha que recién había comenzado, si bien recibieron un contexto social y político desfavorecedor, ya contaban con experiencia en la esfera pública que les permitió continuar con la lucha de aquellas mujeres que les costó hasta la vida.
Del 19 al 20 de julio de 1848, en Seneca Falls, Nueva York, Estados Unidos, se llevó a cabo la primera Convención Feminista sobre los Derechos de la Mujer, en ella se exigieron los derechos civiles, sociales, políticos y religiosos de las mujeres, dejándolos plasmados en la Declaración de Sentimientos y Resoluciones en donde se decretó que hombres y mujeres eran iguales por lo tanto debían ser tratados por igual. Sin embargo, poco cambio el panorama de las mismas, abriendo paso a la segunda ola del feminismo.
Oficialmente la Primera ola del feminismo suele asociarse con la Primera Convención Feminista sobre los Derechos de la Mujer (1848), sin embargo, esta fue el resultado de la lucha constante de las primeras feministas reconocidas del siglo XVIII; en el marco de la Revolución francesa que señaló el inicio del movimiento activo y organizado de las mujeres en la búsqueda por la participación social y política.
Por lo tanto, previo a que el feminismo fuera denominado como tal, miles de mujeres alrededor del mundo ya se habían cuestionado el rol que socialmente les habían impuesto y unas pocas más ya habían denunciado la situación de desigualdad e injusticias a las que estaban sujetas; como el hecho de no ser vistas como ciudadanas autónomas o no tener derecho a la educación, disputa de la primera y segunda oleada del feminismo.