Ciudad de México.- Hay un término de uso cotidiano con el que están calificando a algunas mujeres: “migajera», el cual tiene un sesgo misógino porque se usa para referirse a mujeres que atraviesan relaciones abusivas o desiguales donde constantemente reciben pequeñas muestras de afecto e invisibiliza que están atravesando una etapa del ciclo de la violencia en pareja y detrás de este concepto, existe una carga simbólica que responsabiliza a la víctima de la situación.
De acuerdo con la psicóloga Aidee Elena Rodríguez Serrano, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en entrevista para Cimacnoticias, señaló que e usa para nombrar a las mujeres como migajeras para denostarlas porque aparentemente se conforman con pequeñas dosis de afecto, pero no es así porque hay un sufrimiento constante y la respuesta es más profunda.
Por ejemplo, señaló, en este tipo de relaciones existe dependencia entre ambas partes, la persona violenta suele controlar todo lo que la pareja hace, de ahí que utilice técnicas de abuso emocional para lastimar la autoconfianza, haciéndole creer que no pueden vivir separados, que ocurren de manera sutil hasta que cada vez se hacen más evidentes, por ello, generalmente las mujeres no perciben el daño que implica querer mantener la relación.
Asimismo, el articulo «¿Por qué las mujeres permanecen en relaciones de violencia?» explica el Síndrome de Adaptación Paradójica en donde las mujeres víctimas de violencia de género desarrollan un vínculo afectivo con su agresor que le impide abandonarlo o denunciarlo. Este consta de cuatro fases: desencadenante, comienza con la primera agresión física y la relación deja de ser un espacio seguro; reorientación, la sensación de inseguridad y miedo ante la probabilidad de que la amenaza provenga de alguien que ella eligió; afrontamiento, la víctima trata de afrontar la situación, pero no puede desarrollar estrategias de control, aumentando la sensación de incertidumbre y confusión; y adaptación, la víctima se adapta a la violencia de su agresor.
«Si tomamos entonces las circunstancias familiares, les agregamos el estereotipo femenino de la tolerancia, la pasividad y la sumisión, complementario del masculino de la actividad, la independencia y el dominio, y juntamos todo con la imagen cultural del amor romántico, estaremos en condiciones de comprender mejor cómo se llega a ser una mujer maltratada y por qué es tan grande el número de ellas en todas las sociedades» -Sabina Deza Villanueva en «¿Por qué las mujeres permanecen en relaciones de violencia?»
La psicóloga advirtió que esto puede ocurrir en relaciones de afectivas o de pareja donde existe una relación de poder desigual:
«se vuelve una carga para las mujeres nuevamente, en donde ellas son responsables o culpables de esto que les pasan. Son las poquiteras, las que ruegan, se conforman con cualquier cosa. Y es que no es que se conformen, sino que así aprendieron a ver las relaciones de afecto», advirtió la académica.
La principal causa por la que una mujer permanece en relaciones violentas o abusivas es por la búsqueda de un reconocimiento al sentirse desvalorada, según explicó Aidee Rodríguez. Esto se liga con la forma en que son educadas para amar aguantando todo tipo de agresiones para retener a su pareja impulsada por un sistema patriarcal para que sean sumisas.
También la educación contribuye a consolidar esta situación por los mitos del amor romántico, los cuales constituyen la creencia irreal y distorsionada sobre la supuesta naturaleza del amor generando expectativas distorsionadas como pensar que el amor todo lo puede, que los celos son una prueba de amor y que solo existe un amor para toda la vida, según describe el articulo «Violencia en el noviazgo y su relación con los mitos del amor romántico, las actitudes negativas hacia el feminismo y la normalización de la violencia de género».
Entre otros ejemplos comunes que se pueden encontrar están: la entrega total; hacer del otro lo único y fundamental de la existencia; vivir experiencias muy intensas de felicidad o de sufrimiento; depender del otro y adaptarse a él, postergando lo propio; perdonar y justificar todo; consagrarse al bienestar del otro; estar todo el tiempo con él; pensar que es imposible volver a amar con esa intensidad; desesperar ante la sola idea de que el cónyuge se vaya; sentir que nada vale tanto como esa relación; pensar todo el tiempo en el otro, hasta el punto de no poder realizar tus actividades; prestar atención y vigilar cualquier señal o signo de altibajos; idealizar a la otra persona; o sentir que cualquier sacrificio es poco si se hace por amor al otro.
El mito del amor contribuye a mantener estereotipos de género y sostener un poder asimétrico entre hombres y mujeres que provoca la incorporación de creencias erróneas sobre las relaciones amorosas, las cuales normalizan el control, dominio y subordinación. En este sentido, Aidee Rodríguez mencionó que estar a la disposición del resto de personas y olvidarse de si misma es una de las formas en que las mujeres se socializan generando un impacto en su autoimagen dependiendo del grado de reconocimiento y validación.
De esta manera, comienzan a sentirse inferiores, insignificante y abandonada; se comparan constantemente; cree que no puede bastarse a si misma; no se cree digna de ser amada y aceptada; se retrae en situaciones donde se siente examinada o juzgada; no se atreve a defenderse; entrega todo sin recibir lo mismo; nunca está satisfecha con su apariencia; se autorreprocha por cada error; o incluso le cuesta aceptar elogios.
«Esta idea también romántica de «Ah, es que hizo este detalle, quiere decir que sí me quiere.» Me dijo, «Eh, entonces quiere decir que sí me quiere.» A lo mejor estaba enojado, por eso dejó de contestarme o por eso ya no me habla» tiene que ver con una idea romántica de que así son los hombres y que es algo que se les justifica» Aidee Elena Rodríguez Serrano, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Ante este panorama, Aidee Rodríguez considera que para desarmar la idea de agradecer cualquier afecto mínimo de amor que esta inserto en las mujeres se debe realizar un trabajo de deconstrucción para que aprendan a construir relaciones con responsabilidad afectiva, ya que en diversas ocasiones las soluciones se centran en que sean las mujeres quienes modifiquen su comportamiento dejando a los hombres que construyan relaciones abusivas.
Por ello, una de las mejores vías es a través de terapias o talleres donde se aprenda a cambiar los mitos del amor románticos socializados y donde se pueda reflexionar lo que se espera de una relación cuestionando los mandatos de género interiorizados.
Ahora, el problema escala cuando se tornan violentas estas relaciones y en México esta situación es una realidad, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 en México al menos el 39.9% de las mujeres de 15 años y más con pareja reportó haber experimentado un episodio de violencia en la relación.
La violencia en pareja representa una de las formas más violentas de de igualdad de género y se manifiesta por medio de agresiones psicológicas (35.4%), económicas o patrimoniales (19.1%), físicas (16.8%) o sexuales (6.9%). Asimismo, por grupo de edad, fueron las mujeres de 45 a 54 años quienes experimentan mayor porcentaje de violencia dentro de sus relaciones (42.5%), seguidas de aquellas entre los 35 y 44 años (41.7%).