Ciudad de México. – En una sociedad donde las mujeres no experimentan un orgasmo en toda su vida a causa de la cultura machista que sentencia el placer femenino; el autoconocimiento, la autoexploración y el autoerotismo se convierten en la emancipación del sistema patriarcal que erosiona en la libertad de la sexualidad, abriendo el panorama a un sistema que las reconoce como sujetas sociales, políticas y por ende sexuales.
De acuerdo con la encuesta del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex), la mitad de las mujeres mexicanas nunca ha experimentado un orgasmo; este dato abre la puerta a cuestionar hasta dónde se ha anidado el patriarcado en el dominio del cuerpo de las mujeres, rodeando la sexualidad femenina de vergüenza, pudor y recato.
En una entrevista para Cimacnoticias, María Zarandona, sexóloga y educadora del Bajío compartió desde el punto de vista profesional la importancia del autoconocimiento femenino en el panorama de la sexualidad, no sólo como sujetas sexuales, sino como individuas que se desenvuelven en comuna.
“El autoconocimiento y la exploración son unas de las piezas angulares que necesitamos desarrollar para poder vivir una sexualidad en bienestar (…) el autoconocimiento es el contacto con el cuerpo que va más allá de las prácticas sexuales”. – María Zarandona
Para María resulta fundamental que cada mujer reconozca en si misma la autenticidad de su sexualidad, así como que el autoconocimiento es una habilidad que se desarrolla y se construye, por lo cual se tiene que estar trabajando por medio de la autoexploración y el autoerotismo siendo algo que “se habilita y se práctica constantemente”.
Por ello, María en conjunto con otras mujeres expertas e interesadas en erradicar los estigmas que limitan la concepción de que las mujeres son merecedoras de placer, se reunieron para crear Coautlicue Soy, un “diario creativo” parte de la editorial Plántula que busca acompañar a las mujeres en su proceso de autoconocimiento por medio no sólo de lecturas teóricas sino también de actividades que ayuden a cada mujer a explorar y vivir su libre sexualidad.
“Saber dónde está el clítoris es conocimiento, pero saber dónde está mi clítoris es el verdadero poder”. – Coatlicue Soy
El gestionar, controlar y gozar del orgasmo femenino, constituye así, parte de una revolución por recuperar la autonomía corpórea, es decir, saber que nuestra cuerpa como territorio no pertenece a nadie más, que no hay pudor ni vergüenza, sólo plenitud es un acto de amor a la dignidad humana y sexual de las mujeres.
“Cada vez que una mujer va entendiendo que merece placer, independiente de otra persona y se va compartiendo así en el mundo se crea una ola expansiva; el hecho de que podamos acceder al orgasmo implica que somos merecedoras de placer, que tenemos la autonomía de explorar y tocar nuestro cuerpo (…) escuchar nuestro placer no solamente se va a ver reflejado en un bienestar sexual mucho más satisfactorio, sino que también te vas a sentir mucho más segura de tomar decisiones en todas las esferas, entonces cuando hablamos del autoconocimiento hablamos de una transformación social súper poderosa”. – María Zarandona
Despojarse de los valores negativos contenidos en la sexualidad femenina, es paralelamente quebrar con el rol de género asignado; esta ruptura propone deconstruir la perspectiva patriarcal que sexualiza a las mujeres mientras les permite autopercibirse desde una mirada afectiva, amorosa, erótica y liberadora.
“Necesitamos realmente aprender sobre sexualidad, aprender sobre la respuesta sexual, aprender sobre cómo se ve el clítoris, cómo podemos estimularlo; el conocimiento nos da muchísimo poder, pero no podemos nada más quedarnos ahí (…) la autoexploración es importante, animarse a comunicar, a probar cosas, a conocer mi cuerpo, a verlo desnudo, a observar mi vulva en un espejo, pero estando bien consiente de que va pasando en mi mente, en mis sensaciones emocionales y físicas”. – María Zarandona
El autoconocimiento y autocuestionamiento sobre la relación que hemos desarrollado con nuestra cuerpa resulta en una emancipación; la libertad.
Género y placer
Culturalmente, la sexualidad femenina ha tenido un enfoque desproporcionado respecto al placer masculino, autoras como Ivonne Szasz escribe en Sexualidad y género: algunas experiencias de investigación en México, que en nuestro país el valor que se le adjudica al sexo recae en dos acciones, ambas masculinas: la penetración y la eyaculación.
Existen ciertos comportamientos sexuales que poseen la característica de ser reafirmantes de la identidad masculina; la masturbación y el acceso al placer sin culpas. Esto en conjunto con la concepción social de la sexualidad fomenta un sistema que normaliza la anteposición del placer masculino frente a la existencia del orgasmo femenino, reprimiendo no sólo la sexualidad de las mujeres, sino también su libre expresión y el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos.
“Me parece que (como hombres y mujeres perciben el sexo) es algo completamente contextual; tiene cuestiones de género, pero también de un montón de otros contextos más, empezando por si estas siendo socializada como una mujer, así como tu clase social y tu etnia, creando un impacto de cómo vivimos y cómo desarrollamos nuestra sexualidad”. – María Zarandona
En la más reciente participación de la teórica feminista, Rosa Cobo refiere que el sistema patriarcal se ha encargado de dividir el cuerpo del individuo, es decir, la idea de que estos dos conceptos se encuentran separados; «No es así, el cuerpo es el individuo», explica la teórica.
Según señala la autora, el hecho de que las personas seamos socializadas sexualmente de esta manera, sólo alienta a un profundo rezago sobre el conocimiento del placer, el autoerotismo y la sensualidad, especialmente cuando se trata de mujeres, quienes son privadas de ejercer su derecho a la autonomía placentera y limitadas a la creencia patriarcal de que el goce sólo debe de limitarse a la penetración y a la eyaculación del otro.
Esto también es sustentado por la maestra Ana Amuchástegui en Mitos y dilemas de los jóvenes en tiempos del SIDA; exponiendo que las mujeres en México sólo es valorada por el placer que le brinda al hombre durante la penetración, la preservación de la “virginidad”, la fidelidad, la ignorancia sexual -como inocencia “positiva” al carecer de experiencia sexual- y la discreción, siendo valores recrudecidos aún más, cuando se trata de mujeres en contextos precarizados.
Con esto se quiere señalar que explorar, disfrutar y proteger el cuerpo que habitamos es parte intrínseca de la autodefensa de quién somos. Por ello, desde el momento en que se ejerce la libertad del goce y el placer, no sólo conlleva la emancipación del cuerpo, sino también, a nosotras mismas; después, llega la revolución colectiva por la autonomía.
En este sentido, es urgente que el hablar del placer comience a ser una práctica normalizada; que el autoerotismo sea compañero y que las mujeres comiencen a alejarse del margen patriarcal que ha condenado el placer a la penetración.
Por otro lado, las diferencias cognitivas y emocionales son identificadas a lo largo del desarrollo humano, poniendo, de igual forma, a las mujeres en posición de desventaja social, pues se tiende a asumir que las mismas son más emocionales y por ende más “inestables”, mientras que los hombres son obligados socialmente a reprimir sus emociones.
Finalmente, las diferencias sociales y culturales son las que más ponen en declive el desarrollo óptimo de la sexualidad de las mujeres, pues aunado a la disparidad biológica, las diferencias sociales y culturales refuerzan ciertos roles de sexo/género que colocan a las mujeres bajo el mandato masculinizado, anteponiendo el placer de este último.
“Claro que el género es una parte muy esencial, pero también es importante ver todos estos entrecruces (sociales y culturales) porque estos también impactan mucho en cómo aprendemos y qué aprendemos de la sexualidad”. – María Zarandona