Ciudad de México.- Desde la bancada de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), la senadora Cynthia López Castro busca reformar el artículo 285 de la Ley Federal del Trabajo para incluir a las personas vendedoras por catálogo, quien en su mayoría son mujeres y con esto, las empresas serían responsables de proporcionarles seguro social y derechos laborales lo que cambiaría el esquema en el que han percibido ingresos en las últimas décadas.
Recordemos que la venta por catálogo se trata de una actividad altamente feminizada. Datos de Data México señalan que, en el primer semestre de 20205, se registraron aproximadamente 402 mil personas que laboran bajo este sistema destinando 14.9 horas a la semana. De este total, el 96.8% fueron mujeres quienes adquirieron un salario promedio de mil 780 pesos frente a los 4 mil 880 generados por el 3.1% de los hombres.
Por edad, la población de mujeres quienes mayormente se dedican a esta actividad tienen entre 45 a 54 años, con un total de 101 mil vendedoras. Por otro lado, del total de trabajadores informales, fueron las mujeres quienes conformaron el 97.4% generando un salario cerca de mil 750, mientras que el 2.59% de los hombres ganaron mil 340 pesos.
Las industrias que generan mayores salarios para las personas vendedoras por catálogo son productos textiles, artículos para el esparcimiento, así como perfumería y joyería. En estos dos últimos se concentró la fuerza laboral junco con la venta de mobiliario, equipo y accesorios de cómputo, teléfonos y otros aparatos de comunicación.
De acuerdo con la iniciativa, el reconocimiento de las personas vendedoras por catálogo en la Ley Federal del Trabajo es parte de los parámetros de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual apela al reconocimiento de todas las formas de trabajo decente. En adherencia, la instancia identifica la existencia de diferentes modalidades de empleo (temporal, parcial, por agencia, trabajo multipartita, empleo encubierto y por cuenta propia), las cuales implican la creación de condiciones de trabajo.
«En todos los casos, las empresas deberán pagar el aseguramiento en el régimen del seguro social y garantizar que las personas trabajadoras mencionadas en el párrafo anterior disfruten de todos los derechos reconocidos en esta Ley, en la Constitución y tratados internacionales de los que México es parte.», apunta el extracto añadido al artículo 285 de la Ley Federal del Trabajo
Esta ley tiene un antecedente importante. Fue el 16 de octubre del 2024 cuando Marat Baruch Bolaños López, secretario de Trabajo y Previsión Social (STPS), presentó en la conferencia de prensa matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la iniciativa de reforma a la ley Federal del Trabajo (LFT) en beneficio de las y los trabajadores de plataformas digitales para brindarles IMSS, seguro frente a riesgos de trabajo, incapacidades, pensiones, permisos de maternidad y guarderías.
Lo que benefició a las mujeres que trabajan en medios digitales, como las repartidoras, las conductoras o las “Nenis”, a quienes se les permitió acceder a ciertos derechos que deberán ser obligatorios.
La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), estima que 5.5 millones de mujeres de 15 años o más vendían por internet en 2022, cifra 60% mayor en comparación con el año 2019 (antes de la pandemia).
Este crecimiento representa un giro a los patrones de uso de comercio electrónico, dado que ahora hay más mujeres que hombres vendiendo por internet. Muchas de ellas se conocen como “Nenis”, pero también se encuentran en este rubro las personas repartidoras de comida o productos, así como conductoras y conductores contratados a través de una aplicación.
Desmontando el sistema de venta por catálogo
De acuerdo con la investigación de «Relaciones de control y género en la venta directa por catálogo» de Diana Carolina Hernández Patiño, la venta por catálogo es la comercialización de diferentes productos a través de un compendio. De esta manera, la venta, entrega y cobro se realiza de manera personal con la posibilidad de pagar en plazos.
A través de las vendedoras, las empresas buscan llegar a la mayor cantidad de clientes siguiendo un sistema de comercialización que no depende de un punto geográfico fijo para que funcione. Ligado a esto, las compañías detrás son multinacionales con presencia en diferentes partes del mundo que ya cuentan con una estructura comercial y logística basada en el proceso de producción, distribución, publicidad y atención al cliente.
Para que una mujer se una como vendedora, los requisitos principales son cumplir con la mayoría de edad y no contar con reportes negativos. Una vez que son aceptadas, sus ganancias dependen de los montos de venta que realizaron llevándose del 20% hasta el 40% de la ganancia. Con la finalidad de incentivarlas, las empresas ofrecen premios basados en productos para el hogar o electrodomésticos y eventos de celebración una vez al año.
Sin embargo, detrás de este modelo de negocios, existe todo un sistema de opresión. En principio, no hay un jefe directo, sino líderes y gerentes quienes se colocan como las principales figuras de conexión y control entre las empresas y las vendedoras. Son las encargadas de guiar a las vendedoras en todo el proceso de venta y atender sus dudas, preocupaciones o inconvenientes.
La vinculación de las lideresas se da a través de contratos comerciales y no laborales, en donde, si bien no existe un horario de trabajo, sí deben cumplir con metas relacionadas a una cantidad de vendedoras asociadas, pedidos y cumplimiento de pagos. En consecuencia, para efectuar estos requisitos invierten entre 4 y 6 horas de su tiempo en sus estrategias de venta como visitar casa por casa o interceptar a mujeres en la calle.
La venta por catálogo implica su propio proceso de venta denominado campañas cuya duración depende de fechas específicas. En cada cambio, se presentan productos nuevos y por la misma razón existen plazos para realizar y recibir pedidos. Los catálogos, que incluye el precio y disponibilidad, se convierten en su principal herramienta de trabajo y estos pueden ser físicos o digitales.
Cada que entra en circulación un nuevo catálogo, comienza la comercialización con las vendedoras divulgando los productos entre sus clientes. Una vez que recogen el pedido se lo envían a la compañía, ya sea por el portal web o una aplicación. Días después, reciben el pedido físicamente y comienzan la distribución para finalizar con el pago a la compañía en un plazo no mayor a 15 o 20 días, de lo contrario no podrán realizar otro pedido hasta liquidar el primero.
El sistema de ventas por catálogo las condiciones de trabajo de las vendedoras se destacan por la precariedad de la ocupación y sus condiciones, los riesgos económicos y el uso o capitalización de los vínculos sociales de las mujeres para favorecer económicamente a las compañías.
Este sistema, al estar fuera del trabajo salariado tradicional o formas de trabajo independiente, se relaciona con el trabajo a domicilio o no clásico. No obstante, también tiene sus propias formas de control que se basan en discursos de empoderamiento femenino y la idea de negocio propio para lograr independencia financiera al mismo tiempo que se encargan del trabajo de cuidados y el doméstico, ambos no remunerados.
De acuerdo con los hallazgos en la investigación de Hernández, la publicidad para reclutar a las vendedoras se basa en incidir en la subjetividad de las vendedoras. Utiliza sus sueños y metas como un motor de impulso y va perfeccionándolo al ofrecerles capacitaciones para que las mujeres puedan ir ascendiendo de puestos como «embajadora de marca» o «coach de belleza» que no solo se dedique a mostrar los catálogos, sino a asesorar, recomendar y orientar a los clientes.
Pese a toda esta estructura, lo cierto es que las condiciones laborales de las mujeres trabajadoras por catálogo son escasas o casi nulas y esta situación deja ver la carencia de sus derechos laborales básicos como seguridad social, ingresos mínimos y estabilidad económica. Asimismo, el estímulo de la competencia entre vendedoras por reconocimientos es lo contrario de la idea de sororidad y el apoyo entre mujeres.