Ciudad de México.- En el año 2000, la escritora francesa Annie Ernaux escribió la novela autobiográfica El acontecimiento, donde se adentró en lo más profundo de sus recuerdos para revivir su experiencia de aborto a los 23 años, en un momento en que era considerado como un delito en su país; sin embargo, su historia vislumbra los peligros que corren las mujeres que intentaban interrumpir su embarazo con métodos poco seguros ante las restricciones de los Estados.
Annie Ernaux es una escritora y profesora de literatura moderna francesa de 84 años de edad. En 2022 recibió el Premio Nobel de Literatura en reconocimiento de sus obras, las cuales no solo se basaron en momentos específicos de su vida, sino también muestra reivindicaciones sociales. De esta forma, se convirtió en la 17° mujer en ganar el premio en esta categoría.
El acontecimiento es una historia que se sitúa cuando Annie asiste al Hospital Lariboisière para una revisión médica, pues sospecha que tiene una enfermedad. Cuando el doctor le notifica que sus exámenes dieron negativo, sintió alivio, pero se da cuenta que vivió ese momento de la misma forma que en 1963 cuando un doctor le confirmó que estaba embarazada siendo ella una estudiante.
En aquella época, Annie cursaba la carrera de Filología lejos de su hogar, específicamente en la Universidad de Ruan, capital de Normandía en Francia. Aunque no tenía una relación formal con nadie, sí mantenía relaciones sexuales a principios de octubre con un estudiante de Ciencias Políticas a quien había conocido en vacaciones. Al finalizar el mes, la escritora ya se había separado del estudiante y cuando le hizo saber de su decisión, felicitó la acción dejándola en el abandono por completo en el proceso.
Annie reconstruyó su historia gracias a pequeñas anotaciones en su diario personal. A través de su obra, Annie describe el motivo que la llevó a tomar la decisión, el camino para encontrar quien le practicara el aborto, los intentos de la sociedad por detenerla hasta las complicaciones que tuvo en el proceso: «llevo años dándole vueltas a este acontecimiento en mi vida. Cuando leo en una novela el relato de un aborto, me sumerjo en una emoción sin imágenes ni pensamientos, como si las palabras se transformaran instantáneamente en una sensación violenta.», escribe en su novela.
La escritora es una de millones de mujeres en el mundo que han tenido que abortar desde la clandestinidad ante la falta de servicios para hacerlo de forma segura y cuya historia quedó guardada en el silencio hasta que escribió sobre ella cuando en Francia dejó de ser un delito. No obstante, a más de 60 años en que Annie experimentó «el acontecimiento», el panorama se mantiene para algunas regiones del mundo.
Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinaron que cada año ocurren 73 millones de abortos en todo el mundo. El 61% de los embarazos no son deseados y de ellos solo el 29% se interrumpen voluntariamente, no obstante, el 45% de los abortos se realizan en condiciones peligrosas y el 47% de esta práctica ocurren en países en vías de desarrollo como América Latina y África.
Según apunta la OMS, el aborto es seguro cuando se práctica con las condiciones adecuadas, personal médico capacitado y bajo los métodos recomendados. La problemática llega cuando a una mujer, que desea interrumpir el embarazo, se le niegan la prestación de servicio oportunos, seguros, asequibles, de calidad, respetuosos, no discriminatorios y a una distancia razonable.
En consecuencia, puede verse afectada su salud al tener que recurrir a métodos clandestinos y poco seguros. Cada año, entre el 4.7% y el 13.2% de las muertes maternas se deben a un aborto peligrosos. Otras estimaciones de la organización apuntan que cada año se atienden en los hospitales 7 millones de mujeres para atender las complicaciones de un aborto peligroso, pero la cifra podría ser mayor en los países en vías de desarrollo.
Pese a las restricciones en diferentes Estados donde no se permite el aborto bajo ninguna circunstancia o solo en situaciones diferenciadas lejos del derecho a decidir, la OMS señala que en países restrictivos 3 de cada 4 abortos se practican en condiciones inseguras, mientras que en países donde ya es legal, 9 de cada 10 abortos se realizan de manera segura.
Cuando el aborto está legalmente restringido o no, la probabilidad de que una mujer se realice este procedimiento es la misma. Su prohibición no se traduce en menos abortos y más natalidad. En cambio, penalizarlo conlleva a abortos inseguros y peligrosos que causan morbilidad o mortalidad al no contar con proveedores calificados y condiciones higiénicas adecuadas.
El camino hacia la despenalización en Francia
En la década de los sesenta del siglo XX, el aborto era considerado un delito, ya que en 1920 se instauró una ley que prohibía la anticoncepción y el aborto. De acuerdo con el artículo “Mi cuerpo es mío. La constitucionalización del aborto en Francia y México”, fue hasta 1975 cuando Francia se convirtió en uno de los primeros países en Europa en despenalizar la interrupción del embarazo.
La entonces ministra de Salud, Simone Veil, promovió su legalización hasta la décima semana de embarazo, de esta manera nació la Ley Veil y en 2022, se creó una reforma para extender el límite hasta las 14 semanas de embarazo. Un año antes de la despenalización, Simone Veil señaló que la ley tenía como objetivo “poner fin a una situación de desorden y de injusticia y aportar una solución mesurada y humana a uno de los problemas más difíciles de nuestro tiempo”, refiriéndose a la práctica de abortos clandestinos que provocó la muerte de miles de mujeres ante la falta de servicios seguros.
Veil también impulsó una ley para promover los subsidios otorgados en relación con la guardería, denominado coloquialmente “de huérfanos” para ser referencia a las hijas e hijos de madres autónomas. El proyecto apeló por las pensiones de maternidad y las condiciones de préstamo para las parejas jóvenes, no obstante, una minoría solicitó la revisión de la normativa y se determinó que se respetaba la libertad de las personas para terminar con el embarazo por razones justificadas sin violar algún principio de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Debido a la regresión de derechos humanos que se vivió en Estados Unidos cuando en 2023 se revirtió la jurisprudencia para reconocer la libertad reproductiva llamada Ley Roe vs Wade que permitía a las mujeres abortar en el paso. Gracias al fallo Dobbs vs Jackson Women’s Health, la Suprema Corte consideró que la Constitución Federal no contemplaba el derecho al aborto, ya que no se desprendía de la interpretación histórica de este documento el cual se construyó a través de una visión conservadora.
Ante este panorama, en 2024, durante el gobierno de Emmanuel Macron se incluyó la especificación de “la libertad garantizada para interrumpir el embarazo” en la Constitución de Francia. Esto permitió visibilizar que, los derechos reproducidos de las mujeres podrían ser amenazados bajo cambios jurisprudenciales regresivos. La iniciativa se aprobó por el Congreso de Francia en Versalles con 780 votos a favor, 72 en contra y 60 abstenciones.