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Los 80 años de la ONU y el rol de mujeres en la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Por Paola Piña

Ciudad de México.- A 80 años de la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU), es momento de mirar uno de sus mayores triunfos: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, considerado un texto histórico que no habría sido el mismo sin la voz y la lucha de las mujeres que lo moldearon, por eso, nombrarlas hoy es rescatar su lugar en la historia y celebrar un legado que, más de siete décadas después, sigue marcando el rumbo de la justicia y la igualdad.

En el marco de su 80 aniversario, se vuelve fundamental destacar y reconocer a las mujeres que participaron activamente en su creación, como una manera de conmemorar y celebrar un legado histórico que sigue vigente.

Adoptada el 10 de diciembre de 1948, tras los devastación que dejó la Segunda Guerra Mundial, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue el primer acuerdo internacional que reconoció derechos y libertades fundamentales. Su propósito era garantizar que toda persona pudiera vivir con dignidad, igualdad, libertad, justicia y paz, y por primera vez los países acordaban proteger estos derechos de manera universal.

Sin embargo, aunque la Declaración establece la protección de derechos universales, la igualdad de género no habría sido posible sin la intervención de mujeres que defendieron su inclusión en el texto. Gracias a ellas, el principio de igualdad de género quedó consagrado como un derecho irrenunciable.

Eleanor Roosevelt, quien fuera Primera Dama de los Estados Unidos entre 1933 y 1945, se convirtió en una figura central del proceso. En 1946, el presidente Harry S. Truman la nombró delegada ante la Asamblea General de la ONU. Roosevelt fue la primera Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos y su influencia fue decisiva en la redacción de la Declaración.

Durante un período de creciente tensión entre el Este y el Oeste, Roosevelt utilizó su prestigio y credibilidad para guiar el proceso de redacción hacia un resultado exitoso. Su capacidad de negociación, su firme compromiso con los derechos humanos y su visión estratégica fueron reconocidos en 1968, cuando recibió póstumamente el Premio de las Naciones Unidas en la Esfera de los Derechos Humanos.

Entre 1947 y 1948, la india Hansa Mehta fue la otra mujer delegada ante la Comisión de Derechos Humanos. Defensora incansable de los derechos de las mujeres, tanto en su país como en el plano internacional, Mehta logró que el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos cambiara la frase:

“Todos los hombres nacen libres e iguales” por “Todos los seres humanos nacen libres e iguales”, un ajuste que fortaleció la igualdad de género de manera explícita.

Otra de las mujeres que tuvo una participación crucial fue Minerva Bernardino, diplomática y líder feminista de la República Dominicana. quien participó activamente en las deliberaciones sobre la inclusión de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en el preámbulo.

Junto con la brasileña Bertha Lutz y la uruguaya Isabel de Vidal, defendieron con determinación la inclusión de los derechos de las mujeres y la no discriminación sexual en la Carta de las Naciones Unidas, que en 1945 se convirtió en el primer acuerdo internacional en reconocer la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Por otro lado, Begum Shaista Ikramullah, delegada de Pakistán ante la Tercera Comisión de la Asamblea General, participó en 81 reuniones examinando el proyecto de la DUDH en 1948. Su enfoque se centró en la libertad, la igualdad y la libre elección, e impulsó la incorporación del artículo 16 sobre igualdad de derechos en el matrimonio, como una herramienta para combatir el matrimonio infantil y forzado, un problema aún muy presente en su país y en la región.

Bodil Begtrup, danesa, presidió la Subcomisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en 1946 y más adelante la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en 1947. Luchó porque los derechos se expresaran como “toda persona” en lugar de “todos los hombres”. Además, propuso incluir los derechos de las minorías en el artículo 26 sobre educación, aunque sus ideas fueron consideradas demasiado adelantadas para la época.

Marie-Hélène Lefaucheux, francesa y presidenta de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en 1948, logró que el artículo 2 incluyera la prohibición de discriminación sexual. Gracias a su trabajo, el texto final establece: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

Evdokia Uralova, de la República Socialista Soviética de Bielorrusia, fue Relatora de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer ante la Comisión de Derechos Humanos en 1947. Se destacó por defender la igualdad salarial para las mujeres, logrando que el artículo 23 reconociera: “Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual”. Además, junto con Fryderyka Kalinowska, de Polonia, y Elizavieta Popova, de la URSS, resaltó los derechos de las personas que vivían en territorios no autónomos.

Lakshmi Menon, delegada de la India ante la Tercera Comisión de la Asamblea General en 1948, insistió en la reiteración de la no discriminación sexual a lo largo de toda la Declaración y defendió que el preámbulo incluyera la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. También rechazó el “relativismo colonial”, que buscaba negar derechos a quienes vivían bajo dominación colonial. Según Menon, si las mujeres y los pueblos colonizados no se mencionaban de manera explícita, no podían sentirse representados por la expresión “toda persona”.

Logro en riesgo

Aunque la Declaración fue redactada hace más de 70 años, sigue siendo un documento vital, pese a cambios sociales, políticos y tecnológicos que las y los redectores no pudieron prever.

Michelle Bachelet, ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ha señalado que la Declaración Universal de los Derechos Humanos ha pasado de ser una aspiración a convertirse en principios que atraviesan prácticamente todos los ámbitos del derecho internacional.

Sin embargo, ha señalado que este avance está amenazado, pues alertó sobre el debilitamiento de instituciones estatales que buscan garantizar la paz y el respeto de los derechos de las personas. También denunció que un número creciente de gobiernos y políticos socavan leyes y tratados en favor de intereses estrechos y nacionalistas.

“Nacemos libres e iguales, pero millones de personas en este planeta no siguen siendo libres e iguales a lo largo de sus vidas. Su dignidad es pisoteada y sus derechos violados a diario”, advirtió.

Hoy, al cumplirse 80 años de la ONU, resulta indispensable frenar los discursos conservadores que buscan erosionar los derechos, especialmente los de las mujeres. Reivindicar la Declaración es clave, no solo como símbolo histórico, sino como guía para seguir luchando contra la violencia y la desigualdad.


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