Inicio AgendaEn serio, no estás loca. Podría ser Trastorno Disfórico Premenstrual

En serio, no estás loca. Podría ser Trastorno Disfórico Premenstrual

Por Por Mony R-ra

Tengo 42 años y hace 4, tuve mi diagnóstico que tardó en llegar más de 25 años. Tengo Trastorno Disfórico Premenstrual y toda una vida de subidas y bajadas emocionales, cambios de humor “inexplicables”, fuertes dolores, molestias físicas y grandes repercusiones en mi vida, que hasta hoy puedo comprender y darles nombre. 

Desafortunadamente el TDPM está muy poco visibilizado, entendido e investigado. Se habla de que entre un 5 y 8% de las mujeres lo padecen; y aunque esta cifra pueda parecer insignificante, es un alto porcentaje si hablamos del impacto que tiene en ellas mismas, en sus familias, entornos y sociedad en general. Lamentablemente, se conoce muy poco y no solo entre las mujeres en edad fértil, sino también incluso en la comunidad médica.

Mi trayecto al diagnóstico fue largo. Mi primera menstruación (menarquia) ocurrió cuando tenía 13 años de edad. A partir de ese momento comencé a padecer lo que en ese tiempo se consideraba “lo normal por ser mujer” y no, no era algo normal. Desde que era adolescente, padecí fuertes dolores previos a mi menstruación, tristeza profunda, cambios de humor, sensibilidad extrema tanto física como emocional, ansiedad y un largo etcétera.

Junto con mi mamá comencé mi primer peregrinaje médico. Por más de cinco años visité un gran número de ginecólogos que me descartaban de todo, endometriosis, miomas, quistes, síndrome del ovario poliquístico, etc.

La conclusión de todos ellos al terminar cada consulta era y cito, “es algo normal”, “a muchas mujeres les pasa”, “depende de tu umbral del dolor”. Lo cuál se traducía a que lo que yo sentía era común y corriente, que yo tenía el dolor del umbral muy bajo y que no había nada más que hacer. Así crecí, creyendo que lo que me ocurría era normal y que “simplemente” –de simple no tiene nada– yo no “aguantaba” tanto como otras mujeres.

Con ese “diagnóstico unánime” fui desarrollándome y acostumbrándome a llevar una vida en donde suprimir el dolor físico, las depresiones profundas y los innumerables y molestísimos síntomas se convirtió, ahora sí, en algo normal.

Aunque ha existido desde siempre, el Trastorno Disfórico Premenstrual o PMDD, por sus siglas en inglés, se incluyó por primera vez en el año 2013, como diagnóstico oficial en la sección de Trastornos depresivos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA). Y fue hasta el 2019 -hace apenas 6 años- que obtuvo su código oficial en el CIE-10, que es la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Ésta es una condición que se presenta en la fase lútea, es decir, a partir de la ovulación. No se sabe a ciencia cierta qué es lo que la causa, pero la investigación más sólida lo ve como una respuesta anómala del cerebro a las fluctuaciones normales de hormonas ováricas, además de alteraciones en redes emocionales y factores genéticos. Lo que explicaría por qué tratamientos que actúan sobre serotonina, antidepresivos o que evitan las fluctuaciones hormonales (en ciertos casos), como los anticonceptivos alivian los síntomas.

No existe ningún estudio de laboratorio o analítica que arroje como resultado el tener esta enfermedad. Es decir, si una mujer se realiza un estudio sanguíneo conocido como perfil hormonal, muy probablemente, sus niveles de hormonas sexuales, saldrán perfectamente bien. Tomando en cuenta esto, se establece como único criterio diagnóstico definitivo tener al menos 5 síntomas con predominio afectivo, de los cuales tres serán documentados por la mujer que lo vive.

Es decir, para poder tener un diagnóstico concluyente, es necesario que esa mujer que sospeche tener Trastorno Disfórico Premenstrual requerirá llevar un programa de seguimiento en donde indique diariamente los síntomas presentados, su frecuencia, duración e intensidad.

Estas características son importantes, ya que para determinar si es TDPM o no, la sintomatología debe ser considerada como severa y discapacitante. Muchas mujeres que lo padecen tienen que dejar de trabajar, salir o dejar de hacer actividades diarias por entre 3 y 14 días al mes.

Especialistas en ginecología señalan que pueden presentarse hasta 200 síntomas previos a la menstruación e irán desapareciendo en los primeros días de sangrado.

Los síntomas pueden ser: emocionales, con cambios de humor repentinos, irritabilidad, enojo, depresión, ansiedad o apatía; cognitivos-conductuales que vienen con dificultad para concentrarse, fatiga extrema, pérdida de control, insomnio o hipersomnia (dormir en exceso), aumento del apetito, antojos, sobrealimentación y nubla mental; físicos con sensibilidad o hinchazón mamaria, sensación de hinchazón o aumento de peso. Inflamación abdominal exagerada, migraña, lumbalgia, dolor articular o muscular, fiebre, cuerpo cortado, hipersensibilidad auditiva, piel seca, entre mucho otros.

Hoy a la distancia puedo comprender mucho mejor que todo lo que pasé tenía un porqué. Era un secreto que guardaba mi cuerpo y que ni los médicos, ni yo, supimos descifrar. Hoy invito a todas las mujeres a preguntarse más allá, a sentir más su cuerpo y a aprender a escucharlo. Él está diseñado de manera sabia y el dolor no es normal.

Si tu ciclo menstrual o el de tu hija, sobrina, amiga es doloroso o difícil de llevar, busca ayuda, pregunta, alza la voz. Para más información puedes seguir a Hablemos de TDPM.mx en Instagram (@tdpm.mx) y conocer más.

No hay nada peor que sentirse sola cuando creemos que estamos locas en esos días.

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