Ciudad de México.- Lo que comenzó como una propuesta de marketing descartada por una empresa de electrodomésticos terminó dando vida a una de las voces más incómodas y entrañables de América Latina: la niña de seis años Mafalda, quien se convirtió en un símbolo que inspiraba a cuestionar los mandados sociales, el adultocentrismo y al mundo, pero lo hizo con humor, inteligencia y una mirada aguda.
Mafalda fue creada un 29 de septiembre de 1964, por lo que a 61 años de su creación parece seguir más que vigente que nunca. Esta niña nunca dijo ser feminista, pero desde el lugar ficcional de una historieta acompañó ese despertar. Con apenas seis años, se resistía a aceptar que su destino fuera cuidar muñecas o casarse, cuestionaba desde otros personajes que reflejaban distintas ideologías y roles que habitaban el mundo, como el de su madre quien era el reflejo de lo predeterminado para el género femenino.
Ante ello, Mafalda criticaba el absurdo de que su madre haya abandonado sus estudios para ser ama de casa, y se indignaba ante la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Su rebeldía infantil, en sintonía con los reclamos de la época, contribuyó a naturalizar en el espacio público temas que hasta entonces eran considerados tabú. Mafalda no levantaba pancartas, pero sus preguntas eran tan políticas como cualquier consigna de la calle.
Esta niña de seis años nació el 29 de septiembre de 1964, época en la que la segunda ola del feminismo tomó fuerza en los años sesenta y setenta del siglo XX. Las autoras Eva Rodríguez Agüero y Alejandra Ciriza en su trabajo de investigación “Viajes apasionados, feminismos en la Argentina de los 60 y 70” señalan que esta etapa del feminismo en Argentina se centró en la difusión de ideas, como una preparación para las mujeres quienes buscaban alimentar su ideología y su lucha cruzando fronteras.
Por lo que comenzaron a interesarse en los textos del norte donde el feminismo en otros puntos de la región había conquistado el derecho al voto y continuaban en la lucha sobre la autonomía del cuerpo o el acceso equitativo al trabajo.
En la Argentina conservadora de los años sesenta, el país vivía bajo el peso de mandatos autoritarios tanto en lo político como en lo doméstico. La familia tradicional, el rol sumiso establecido para las mujeres y el silencio frente a la autoridad eran normas incuestionables.
En ese escenario, Mafalda irrumpió como una voz insólita, era una niña que no sólo desafiaba a las y los adultos, sino que cuestionaba abiertamente el sistema patriarcal. Para las lectoras, verla enfrentarse al mandato de ser madre, esposa o dócil por naturaleza fue una revelación. Esta figura que representaba a la niña de seis años no solo hacía reír, habilitaba la desobediencia y alimentaba, desde las viñetas, las preguntas que ya comenzaban a gestarse en los movimientos sociales y feministas de la época.
Hoy sabemos que no podemos hablar de condiciones justas y criticar la represión del gobierno sin entrometer la ideología feminista, la cual estaba fuertemente ligada a los movimientos estudiantiles que se vivieron en diversas partes del mundo y que buscaron una nueva reconfiguración. Con ello se observaba desde las generaciones más jóvenes que estaban hartas de conflictos bélicos, el auge de movimientos como “los hippies” o “la liberación sexual” que motivó cambios culturales desde la música con bandas que han trascendido generaciones como los Beatles, hasta la forma de vestir con las minifaldas para las mujeres.

La abuela de Quino
Pese a su corta edad, la mente de Mafalda estaba habitada por ideas complejas y críticas, muchas de las cuales reflejaban las influencias ideológicas que marcaron a su creador, Joaquín Salvador Lavado Tejón -mejor conocido como “Quino”. Mientras él crecía, estuvo rodeado de referentes de pensamiento progresista, entre ellas estuvo su abuela, una mujer de pensamiento republicano y comunista, quien influyó profundamente en su mirada sobre el mundo, confesó en una entrevista para el medio italiano La Repubblica.
El 22 de febrero el 2024 la periodista argentina radicada en México entrevistó largo y tendido a Quino, quien le permitió conocer rincones de su historia como el descubrimiento de su talento a los tres años a lado de su tío quien también era dibujante y pintor y que además era su homónimo, por ello el desde la infancia se diferenció como Quino.
En dicha entrevista señaló que su abuela, era una mujer que respiraba política con el resto de su familia, quienes vivieron en contextos de guerras como la de Vietnam o la Segunda Guerra Mundial. Ella mantenía viva la conversación sobre las injusticias y le enseñó a nombrarlas y denunciarlas.
Así es como Quino forjó su pensamiento de izquierda; él mismo se describía como un socialista, pues consideraba que esta ideología era la mejor forma de gobernar un país y que debía regresar en una forma diferente y mejor, aseguraba que el capitalismo sería derrocado, aunque eso tardara años.
En su página oficial, Joaquín Salvador Lavado Tejón relató en su autobiografía que nació el 17 de julio de 1932 en la ciudad andina de Mendoza, Argentina.
Aunque han pasado décadas desde la primera aparición de Mafalda, su voz sigue resonando con fuerza en la cultura popular latinoamericana y en las luchas sociales que aún persisten y que físicamente en Buenos Aires, inmortalizaron en distintos puntos la memoria de Mafalda desde una estatua hasta diversas exposiciones permanentes. Incluso tras la muerte de su creador en 2020 quien antes de partir, dejó una frase que resume el espíritu crítico de su obra: “Mafalda diría que el mundo de hoy es un desastre”. Y, como siempre, tendría razón.
Entre débiles y los poderosos
Un tema que le obsesionó al creador de Mafalda y que exploró por medio de su personaje fueron las injusticias que ejercían con fuerza directamente los gobiernos, quienes hacía y deshacía sin repercusiones lo que quisieran con el resto de la población y esto no fue casualidad, porque fue durante la presidencia de Arturo Illia en Argentina, cuando comenzaron a trabajar las tiras de Mafalda, aunque era un presidente democrático y moderado, la historieta comenzó a ganar notoriedad en un contexto político cada vez más tenso que culminaría con el golpe militar de 1966.
Durante los años posteriores especialmente bajo gobiernos autoritarios como el de Juan Carlos Onganía, Mafalda fue vista con recelo por su tono crítico, irónico y progresista. Si bien no fue censurada de manera directa, su publicación fue limitada en algunos espacios y Quino decidió dejar de dibujarla en 1973, en parte por la creciente represión y violencia política.
La misma Mafalda vivió la censura durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, el presidente de Chile quien gobernó de 1973 a 1990. Lo que aparentaba ser una inocente caricatura, terminó representando una fuerte oposición para hombres poderosos en la política.
De acuerdo al artículo El día que Pinochet prohibió a Mafalda, señala que fue durante el 2 de agosto de 1975 cuando en Chile se descontinuó el tiraje del personaje más icónico del historietista Quino, debido a que el director de Televisión Nacional Jaime del Valle catalogó al personaje como “tendencioso y destructivo”.
Conforme el reconocimiento de Mafalda crecía, su éxito permitió que fuera traducida a más de 20 idiomas, lo que hizo que la historieta cruzara fronteras con todo y sus ideologías disruptivas. Por ello, con el tiempo, la censura que sufrió se extendió a otras partes de la región y del mundo, como España, el Cono Sur e incluso Cuba.
Su creador, Quino mencionó en una entrevista con la periodista argentina Mónica Maristain en 2004 que el gobierno cubano también se sumó a la lista de quienes desaprobaron sus críticas, ya que Mafalda cuestionó al revolucionario marxista.
En una entrevista con el dibujante Miguel Rep y amigo íntimo de Quino, confesó decidir su autoexilio en 1976 a partir de “la masacre de San Patricio” en la que les quitaron la vida a cinco religiosos de forma violenta y donde los autores del delito dejaron como mensaje una de las viñetas más conocidas de Mafalda en la que señala al bastón de un policía y afirma: “¿Ven? Este es el palito de abolir ideologías”.
Es importante recordar que a partir de este año hasta 1983 se vivió un momento histórico en Argentina. En el texto “La censura y la destrucción de libros en el último gobierno de facto 1976-83” se menciona este periodo como una planificación sistemática por parte del Estado, donde se vivió desaparición forzada y con ello la destrucción de libros entre ellos las viñetas de Mafalda.
Por esto, en el aniversario 61 de la creación de esta niña de seis años nos recuerda que está más viva que nunca.
Tira de Mafalda y su mamá
-Buen día mamá ¿No sabéis si proscribieron ya las armas nucleares?
-No sé Mafalda, pero creo que no ¿Por qué?
-Bueno, por nada en especial…Solo que sería lindo levantarse un día y encontrarse con que por fin la vida de una dependa de una