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Indispensable dejar de feminizar tareas de cuidado, es una responsabilidad compartida: ONU

Por Paola Piña

Ciudad de México. En todo el mundo, las mujeres dedican más de 2.5 veces el tiempo que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Por ello, hoy, en el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, resulta indispensable dejar de feminizar estas tareas y reconocer que su responsabilidad debe ser compartida entre familias, sociedad y Estado.

El trabajo de cuidados es uno de los principales sostenes del mundo, ya que está presente en la vida de todas las personas y da forma a las economías y comunidades. Sin embargo, históricamente se ha reforzado la idea de que los cuidados son “cosa de mujeres”, lo que limita los derechos y las oportunidades de ellas y constituye a “un lastre” para la sociedad en su conjunto.

Pese a que el trabajo de cuidados es esencial, sigue siendo invisible e infravalorado. Si se contabilizara el trabajo no remunerado que realizan las mujeres, superaría el 40 por ciento del producto interno bruto (PIB) en algunos países, de acuerdo a la ONU.

Además, los trabajos de cuidados remunerados también han sido ocupados mayoritariamente por mujeres, como niñeras, empleadas del hogar, cuidadoras, enfermeras y docentes. Sin embargo, estas funciones suelen ser informales, estar mal remuneradas y carecer de protecciones básicas, como atención sanitaria o licencias retribuidas.

Datos de la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados de 2022 mostraron que en México hay 58.3 millones de personas susceptibles de recibir cuidados en los hogares. Entre ellas se encuentran personas con discapacidad o dependientes, niñas y niños, y personas adultas mayores. No obstante, son las mujeres de 15 años en adelante quienes mayormente se dedican a esta labor, conformando el 75.1 % de las personas cuidadoras.

Además, dedican en promedio 37.9 horas a la semana a estas tareas, atendiendo principalmente a niñas y niños, así como encargándose de los cuidados del hogar. De las mujeres que proveen cuidados, el 39.1 % afirmó experimentar cansancio; el 31.7 % vio reducido su tiempo de sueño; el 22.7 % sintió irritabilidad; el 16.3 % manifestó depresión; y el 12.7 % indicó que su salud física se vio afectada.

El continuar relegando estas tareas de cuidados a las mujeres contribuye a limitar el tiempo que estas pueden dedicar a estudiar, acceder a un empleo remunerado decente, participar en la vida pública o descansar. Alrededor del 45 por ciento de las mujeres en edad de trabajar están fuera del mercado laboral como consecuencia del trabajo de cuidados no remunerado, frente a tan solo el 5 por ciento de los hombres.

El verdadero cambio empieza por considerar el trabajo de los cuidados como una labor esencial y cualificada; no como un favor o un deber de las mujeres, sino como un bien público que merece reconocimiento e inversión y constituye una responsabilidad compartida. ONU Mujeres 

Persiste la negativa a delegar el trabajo de cuidado a alguien que no sean las mujeres, siendo el Sistema Nacional de Cuidados una alternativa para ellas. Este modelo quedó estipulado como parte de las promesas de campaña y de los 100 compromisos de Claudia Sheinbaum Pardo, pero no será una realidad en este sexenio, la actual titular de la Secretaría de las Mujeres, Citlali Hernández, declaró que en esta administración México no contará con un Sistema Nacional de Cuidados porque “requiere años de planeación política y recursos que probablemente no alcancen a estar cubiertos en este sexenio”.

Pese a ello, es importante seguir insistiendo en que un sistema de cuidados que funcione adecuadamente debe reconocer los cuidados como un pilar de sociedades prósperas e igualitarias desde el punto de vista de género. También implica reducir las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas, que requieren gran cantidad de energía, mediante el uso de infraestructuras y tecnología, y redistribuir las responsabilidades de manera más equitativa entre mujeres y hombres, hogares y Estado, así como familias, comunidades y empresas.

Además, un sistema de cuidados efectivo debe recompensar a quienes se dedican a esta labor con un salario justo, protección social y condiciones de trabajo dignas; garantizar la participación de estas personas en el diseño de políticas y en los espacios de toma de decisiones que afectan sus vidas; y dotar de recursos a los sistemas de cuidados mediante fondos públicos para políticas, servicios, infraestructuras, normas y capacitación.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) refirió durante la pasada Conferencia Regional sobre la Mujer que un SNC consta de lo siguiente:

Diseñar sistemas integrales de cuidado desde una perspectiva de género, interseccionalidad e interculturalidad y de derechos humanos que promuevan la corresponsabilidad entre mujeres y hombres, Estado, mercado, familias y comunidad, e incluyan políticas articuladas sobre el tiempo, los recursos, las prestaciones y los servicios públicos universales y de calidad, para satisfacer las distintas necesidades de cuidado de la población como parte de sistemas de protección civil.


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