Ciudad de México.- El día de hoy, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha alertado del riesgo de volver a una guerra en Sudán del sur, luego que el Fasher (capital del estado de Darfur del Norte, en Sudán) cayera cuando la milicia de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) tomó el control de la capital tras un asedio de 500 días, lo que obligó a decenas de miles de personas a huir a pie en medio de informes de ejecuciones masivas, violaciones y hambrunas.
Decenas de miles de civiles aterrorizados y hambrientos han huido o están en movimiento. Los que pueden huir, en su gran mayoría mujeres, niños y ancianos, se enfrentan a extorsiones, violaciones y violencia en el peligroso viaje. Máximo responsable de ayuda humanitaria de la ONU, Tom Fletcher,
«Lo que está ocurriendo en El Fasher recuerda los horrores que sufrió Darfur hace veinte años», afirmó Fletcher, refiriéndose a lo sucedido a principios de la década de 2000 que conmocionó al mundo y que finalmente dieron lugar a acusaciones ante la Corte Penal Internacional.
«Pero, de alguna manera, hoy estamos viendo una reacción global muy diferente, una reacción de resignación», continuó. «Esta es también una crisis de apatía».
Las mujeres y las niñas en tiempos de guerra son tratadas muchas veces como “botín”. La violación es una táctica utilizada como estrategia de terror y como forma de tortura. Las consecuencias físicas y mentales de estas agresiones dejan huellas emocionales y físicas imborrables.
Esta forma de agresión también puede ser utilizada como parte de una limpieza étnica, tal y como se vio con las violaciones sistemáticas y los embarazos forzosos de la antigua Yugoslavia en los años noventa.
Las violaciones, la esclavitud sexual y otras formas de violencia sexual cometidas en el contexto de un conflicto armado son crímenes de guerra.
Mireya Cidón, Aminstía Internacional España
«La crisis de Sudán es, en esencia, un fracaso de la protección y de nuestra responsabilidad de defender el derecho internacional», afirmó Fletcher. «Las atrocidades se cometen con la descarada expectativa de la impunidad (…) el mundo ha fallado a toda una generación».
El conflicto en Sudán comenzó en abril de 2023, cuando una lucha de poder que se había estado gestando durante mucho tiempo entre las SAF y las Fuerzas de Apoyo Rápido estalló en una guerra abierta.
Las Fuerzas de Apoyo Rápido tienen sus raíces en las milicias janjaweed, acusadas de cometer atrocidades en Darfur hace 20 años, mientras que las SAF representan los restos del antiguo régimen militar de Jartum.
Ambas fuerzas compartieron el poder tras el derrocamiento del expresidente Omar al-Bashir en 2019, pero una disputa sobre la integración de las RSF en el ejército nacional provocó un colapso a nivel nacional.
Lo que comenzó como una lucha por el control del Estado se ha convertido desde entonces en una brutal contienda marcada por asesinatos étnicos, asedios urbanos, desplazamientos masivos y condiciones de hambruna en gran parte del país.
Más de cuatro millones de personas han huido ya a los vecinos Chad, Sudán del Sur y República Centroafricana, lo que ha puesto a prueba las operaciones humanitarias y ha aumentado la inestabilidad en unas regiones fronterizas ya de por sí frágiles.
Dentro de Sudán, más de 24 millones de personas —más del 40% de la población— se encuentran en situación de inseguridad alimentaria. Tawila, el principal destino a unos 50 km de distancia para quienes huyen de El Fasher, ya acoge a cientos de miles de personas desplazadas por ataques anteriores.
«Nuestros equipos en Tawila están viendo llegar a personas traumatizadas que muestran signos impactantes de desnutrición», dijo el Sr. Fletcher.
La violencia se extiende
La subsecretaria general para África, Martha Pobee, calificó la caída de El Fasher como «un cambio significativo en la dinámica de la seguridad» y advirtió de que las implicaciones para Sudán y toda la región son «profundas».
Los combates ya se han intensificado en la región de Kordofán, donde el RSF capturó la ciudad estratégica de Bara la semana pasada.
Según dijo, los ataques con drones tanto del RSF como de las SAF están alcanzando ahora nuevos objetivos en el Nilo Azul, Kordofán del Sur, Darfur Occidental y Jartum. «El alcance territorial del conflicto se está ampliando», advirtió.
«El riesgo de genocidio, violencia por motivos étnicos y nuevas violaciones del derecho internacional humanitario, incluida la violencia sexual, sigue siendo alarmantemente alto», declaró Pobee ante el Consejo.
«A pesar de los compromisos de proteger a la población civil, la realidad es que nadie está a salvo en El Fasher. No hay un paso seguro para que los civiles puedan abandonar la ciudad».
La Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha documentado asesinatos en masa, ejecuciones sumarias y represalias por motivos étnicos tanto en El Fasher como en Bara. En esta última, al menos 50 civiles han sido asesinados en los últimos días, incluidos cinco voluntarios de la Media Luna Roja Sudanesa, según Pobee.
En una reunión informativa con los embajadores del Consejo de Seguridad, el máximo responsable de ayuda humanitaria de la ONU, Tom Fletcher, dijo que «se está violando a mujeres y niñas, se está mutilando y asesinando a personas, con total impunidad», y añadió: «No podemos oír los gritos, pero, mientras estamos aquí sentados hoy, el horror continúa».
Tras arrasar el último bastión importante de las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) en Darfur, que había resistido durante más de 500 días, los combatientes de la RSF fueron de casa en casa, según dijo, con «informes creíbles de ejecuciones generalizadas» mientras los civiles intentaban escapar.
Según los informes, casi 500 pacientes y sus acompañantes fueron asesinados en el Hospital Materno Saudí, uno de los numerosos centros sanitarios que fueron blanco de los combates.
Fletcher afirmó que el Consejo debe actuar «de forma inmediata y contundente» para detener las atrocidades, garantizar el acceso humanitario seguro y detener el flujo de armas que alimentan la guerra.
«Insto a mis colegas a que estudien las últimas imágenes satelitales de El Fasher», dijo a los embajadores. «E insto a mis colegas a que estudien el continuo fracaso del mundo para detener esto».

 
 