Inicio AgendaLiberar a la Malinche del mito de la traición por Elisa Queijeiro

Liberar a la Malinche del mito de la traición por Elisa Queijeiro

Por Wendy Rayón Garay

Ciudad de México.- En el pensamiento de mexicanas y mexicanos, la figura de la Malinche, Malintzi o Marina es la de una traidora que, por amor, ayudó a Hernán Cortés a conquistar a los pueblos indígenas, principalmente Tenochtitlán; sin embargo, esa es la versión contada desde el patriarcado. La verdadera historia es la de una esclava que logró sobrevivir siendo ella misma su única aliada.

Según narra Elisa Queijeiro en su libro Una patria con madre. La historia de la Malinche que nos libera, la razón por la que la historia de la Malinche se transformó de esta manera fue la búsqueda de identidad que los novohispanos intentaban tejer ante el hartazgo hacia los españoles después de tres siglos de dominio.

Cabe recordar que Elisa Queijeiro es humanista y comunicóloga, también escribió el bestseller «Las hijas de Eva y Lilith» y en 2019 ganó el Premio Nacional Mujer. Su obra sobre la Malinche fue publicada en 2022 de la mano de la editorial Penguin Random House y se divide en tres momentos: el contexto, la historia y la propuesta para reivindicar a las mujeres indígenas.

Incluso después de la Independencia de la Nueva España, los intentos de invasión de potencias extranjeras como Francia y España, así como el conflicto interno para instaurar orden y construir una nación, impulsaron el relato de los vencedores y los vencidos, así como el intenso rechazo a cualquier intervención foránea.

Al intentar poner rostro a los culpables, a la Malinche la crucificaron estando ya muerta y sin posibilidad de contar su versión de los hechos. La primera vez que aparece “como una india lasciva y enamorada que se ofreció voluntariamente a Cortés” fue en el libro anónimo Xicoténcatl, que construyó dos arquetipos: el guerrero indígena valiente y las mujeres indígenas traidoras de su pueblo, débiles y sometidas.

Para 1930, los periodistas mexicanos comenzaron a usar el término “malinchistas” para catalogar a quienes preferían lo extranjero sobre lo nacional, naciendo así un calificativo despectivo que tenía como raíz el nombre de una mujer indígena.

Más tarde, con el ensayo El laberinto de la soledad de Octavio Paz, publicado en 1950, donde el escritor analizó el comportamiento y la visión de la sociedad mexicana, la idea de la traición de la Malinche se afianzó aún más. Sin explicar que ella fue una esclava, Paz afirma que se entregó y fue amante de Cortés.

«De manera perfecta, Malintzin encajó con la imagen distorsionada de la mujer traidora. El invento se volvió peligroso cuando nos fuimos quedando sin herencia real y valiosa de la mujer indígena que era madre del mestizaje. La orfandad comenzó. El daño sería profundo.» -Elisa Queijeiro

Mediateca INAH

De niña esclava a interprete y negociadora

“Diecisiete años debió de haber tenido Malinche cuando se convirtió en la intérprete de Hernán Cortés, pero tan solo once o doce cuando la hicieron esclava de los mayas”, describe Elisa Queijeiro. Malinche fue originaria de Coatzacoalcos y desde pequeña creció entre la nobleza de una familia náhuatl. Esa fue su lengua materna y pronto también aprendió popoluca, lo que demuestra que desde niña era hábil con los idiomas.

Hasta el momento se desconoce cómo fue que Malinche terminó siendo vendida y esclavizada por los mayas. Los escritos de Bernal Díaz del Castillo, conquistador y cronista, señalan que fue su madre quien la vendió sin remordimientos después de casarse nuevamente con otro hombre, pero dicha versión fue desmentida por Elisa Queijeiro debido a varias inconsistencias.

Cual fuera la verdadera razón, “lo vivió violento, doloroso y humillante”, pues de un día para otro tuvo que desplazarse para servir en labores domésticas y sexuales a sus dueños. En su nuevo hogar aprendió el maya xontal, que hablaban los señores de la casa, y el maya yucateco, utilizado por sirvientes y esclavos.

Pronto Malinche se adaptó a ese estilo de vida hasta que, cinco años después, estalló la guerra entre los mayas y los españoles. Como consecuencia de la derrota indígena, nuevamente fue ofrecida como esclava junto con otras 19 mujeres.

Cortés llegó a estas tierras en 1519, en lo que fue la segunda expedición al Nuevo Mundo, apenas descubierto por los europeos. El hecho de haber desembarcado con diez embarcaciones le otorgó fuerza militar suficiente para someter a los pueblos indígenas con facilidad, aunque primero intentaba convencerlos de rendir tributo al rey de España, Carlos I, y convertirse a la religión católica.

La relación entre Malinche y Hernán Cortés no fue como en los cuentos de hadas; no hubo amor a primera vista ni existe elemento alguno que se acerque al tinte romántico. Como objeto de intercambio, fue asignada a Alfonso Hernández, el mejor capitán de Cortés y también noble, para servirle, no sin antes ser bautizada como Marina y obligada a cambiar de religión.

El conquistador español ya contaba con un intérprete, Jerónimo de Aguilar, militar que había naufragado y fue esclavizado por los mayas durante ocho años; sin embargo, cuando llegaron a San Juan de Ulúa, en Veracruz, se encontraron con canoas reales mexicas que estaban en alerta por la llegada de los extranjeros.

La intención principal del encuentro era solicitar que Cortés pudiera entrevistarse con el Tlatoani Moctezuma, pero Aguilar no pudo comunicarse con ellos porque solo hablaba maya. Gracias a este aprieto, Malinche se ofreció a traducir del náhuatl al maya, mientras Aguilar transmitía el mensaje del maya al español.

Según explica Elisa Queijeiro, lo que Malinche hizo no estuvo relacionado con apoyar o no la Conquista, sino con brindar ayuda en un momento de tensión. Fue entonces cuando Cortés reconoció su valor y la utilizó como una de sus intérpretes, un rol que efectivamente fue esencial, ya que no solo traducía, sino que conocía las costumbres de las comunidades indígenas y lograba manejar con precisión la comunicación entre ambos grupos.

Con ello, Malinche cambió su vestimenta y mejoró su posición, pero Queijeiro señala que fue más bien un acto de inteligencia para ser tomada con mayor seriedad por los altos mandos indígenas, considerando su historial como esclava y como mujer. Desde entonces, su participación fue fundamental: logró negociar los términos de la guerra y las alianzas con los tlaxcaltecas, quienes, cansados del dominio azteca, aceptaron rendirse y apoyar a los españoles.

Códice «Lienzo de Tlaxcala, Fragmentos de Texas» Biblioteca Digital Mexicana

Caída de Tenochtitlán

El ansiado encuentro entre los españoles y los mexicans ocurrió el 8 de noviembre de 1519 en Tenochtitlán. El momento se vivió con tensión, pues ambos esperaban llegar a un acuerdo antes de desatar una guerra; aun así, los aztecas fueron serviciales y permitieron que los españoles se hospedaran en el palacio de Axayácatl, donde Malinche fue atendida por otras esclavas.

Para ese momento, Elisa Queijeiro infiere que Malinche y Cortés ya mantenían una relación sexoafectiva, pues era sabido que el conquistador tomaba a las mujeres que deseaba y ella, en su condición de esclava, no podía decir “no”, aunque seguía siendo una niña. No obstante, esa relación no podía prosperar, ya que el español estaba casado con Catalina Xuárez y, de volver a contraer matrimonio, lo haría únicamente para sellar alianzas políticas.

Su estadía en Tenochtitlán se prolongó por meses, durante los cuales los aztecas enviaban regalos mientras continuaban las negociaciones y Malinche fungía como intérprete. Al mismo tiempo, Cortés tuvo que atender problemas personales, pues su enemigo Diego de Velázquez, entonces gobernador de Cuba, envió a Pánfilo de Narváez con una embarcación y 800 hombres para capturarlo. Gracias al soborno, Cortés logró ganar a esos soldados para emplearlos en la guerra contra los mexicas.

Durante la fiesta de Tóxcatl, los españoles atacaron y se desataron meses de lucha. En un primer momento Moctezuma se rindió y fue asesinado, pero los españoles quedaron atrapados después de que las salidas de Tenochtitlán fueron obstruidas. Posteriormente, 600 españoles murieron ahogados en la huida que pasó a la historia como la Noche Triste, en junio de 1520, tras lo cual, derrotados, Cortés y Malinche huyeron a territorio tlaxcalteca.

Paralelamente, Malinche volvió a negociar con los tlaxcaltecas, quienes dudaban en mantener la alianza, mientras Cortés recibía más apoyo de la corona española, como embarcaciones y tecnología. Gracias al asesinato de Cuauhtémoc, el último tlatoani, el 13 de agosto de 1521 Tenochtitlán cayó.

Códice «Lienzo de Tlaxcala, Fragmentos de Texas» Biblioteca Digital Mexicana

Para 1522 la vida de Malinche cambió por completo, pues la esposa de Cortés murió de forma misteriosa. Los sirvientes y esclavos describieron que Catalina Xuárez tenía marcas de violencia física, pero el español difundió que falleció debido a una enfermedad. La unión entre ambos tampoco había sido por amor, sino porque la familia de ella mantenía una relación cercana con Diego Velázquez y estaba bien posicionada; sin embargo, ahora que Cortés tenía más poder, ese vínculo ya no le era útil.

Después de la caída de Tenochtitlán, Malinche vivía en su propia casa cerca de la de Cortés, ubicada en Coyoacán, y además tenía a su cargo dos encomiendas en Tepexi y Otlazpa. Gracias a ello se dedicó a la compra y venta de mercancías, ahorraba y administraba sus bienes con inteligencia, pues “tenía que forjarse un futuro, ella solo se tenía a sí misma”, y también porque quedó embarazada del primer hijo de Cortés, Martín.

Aunque Cortés lo reconoció como su heredero, Malinche sabía que aquello podía ser transitorio y que, tras años de conocerlo, en cuanto él tuviera la oportunidad de casarse con una mujer española, ellos quedarían a su suerte. Aunque el conquistador la apreciaba, eso duraría solo mientras le siguiera siendo útil como intérprete.

Por ello comprendió que el futuro de ambos dependía de ella y se aseguró de que tanto ella como su descendencia tuvieran estabilidad. Cuando Martín cumplió dos años, en 1524, Malinche y Cortés emprendieron un viaje a Honduras, no sin antes exigir dejar de ser esclava y convertirse en esposa de alguien. Poco después se casó con Juan Jaramillo, uno de los hombres de confianza de Cortés, con quien tuvo una hija a la que llamaron María.

La vida entre Malinche y Jaramillo fue tranquila; ambos adquirieron una nueva propiedad que quedó repartida en partes iguales. Sin embargo, ella tuvo que dejar de ver con frecuencia a Martín por decisión de Cortés, quien se lo llevó a vivir a España en 1528, y jamás volvieron a encontrarse.

Antes de marcharse, el conquistador nombró a Jaramillo alcalde y le otorgó una encomienda en Xilotepec, convirtiéndolos en una de las familias más acomodadas de la Nueva España. Malinche vivió en paz hasta que, en enero de 1529, murió a causa de una enfermedad, dejando a María, de dos años, bajo el cuidado de Jaramillo, quien poco tiempo después volvió a casarse.

De esta manera, Elisa Queijeiro apunta que los verdaderos responsables la de historia mal contada de Malinche fueron los hombres en el poder de las letras; mientras que ella que dio vida al mestizaje quedó atrapada en un invento por el hecho de ser mujer.


También en Cimacnoticias

Este Web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerle una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios el usuario acepta el uso que hacemos de las cookies. Sin embargo, el usuario tiene la opción de impedir la generación de cookies y la eliminación de las mismas mediante la selección de la correspondiente opción en su Navegador. En caso de bloquear el uso de cookies en su navegador es posible que algunos servicios o funcionalidades de la página Web no estén disponibles. Acepto Leer más