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Edadismo, discriminadas por envejecer

Por Paola Piña

Ciudad de México.- El edadismo, la discriminación hacia las personas mayores se alimenta de un ideal patriarcal que exalta la “eterna juventud”, rechaza el proceso natural de envejecer y aunque afecta a toda la población que va sumando años, tiene repercusiones más duras para las mujeres, quienes enfrentan exigencias adicionales sobre su apariencia y el valor social que se les asigna.

Es decir, no es lo mismo envejecer siendo mujer; las canas, las arrugas o alejarse de una percepción reproductiva son circunstancias que lastiman profundamente a las mujeres al enfrentar discriminación por ello. No sobra decir que el permiso social para avejentarse lo tienen los hombres.

En este contexto, el edadismo no solo afecta a más mujeres, sino que lo hace de manera diferenciada, pues el informe “Mujeres mayores: el impacto del machismo y el edadismo en su vida y sus derechos humanos” de la Fundación HelpAge International advierte que la vejez femenina suele percibirse con connotaciones más negativas, ya que las sociedades machistas han ligado el valor de las mujeres a la juventud, la belleza y la capacidad de ser madres y esposas.

Estos ideales son reforzados mediante los medios de comunicación, pues aún las mujeres mayores están infrarrepresentadas en el cine, la publicidad y en los productos culturales en general. Cuando aparecen, lo hacen desde un rol de abuelas o cuidadoras con estereotipos: son débiles, se ignoran sus necesidades, pensamientos y se anula su sexualidad; además, encontramos también la versión “mala” de la mujer mayor encarnada en la imagen de brujas, feas o gruñonas. 

Mientras que para los hombres adultos y adultos mayores que son representado dentro de los medios de comunicación pueden seguir teniendo posiciones de poder, prestigio y tienen parejas más jóvenes y una vida sexual activa. Además, en cuanto a la apariencia física, las canas, las arrugas y la experiencia son rasgos que pueden ser percibidos como atractivos para los hombres, pero no ocurre lo mismo en las mujeres.

Según el último informe de las Naciones Unidas presentado en 2021 sobre el edadismo, se calcula que una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas, lo que empobrece la salud física y mental de las personas mayores, además de reducir su calidad de vida, y cuesta cada año miles de millones a la sociedad.

En México, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición (ENOEN), para el segundo trimestre de 2022 se estimó que había 17 millones 958 mil 707 personas de 60 años y más (adultas mayores). Esta cifra representa 14% de la población total del país. En las mujeres, este porcentaje representa el 15 por ciento, en los hombres, el 13%, más de la mitad (56%) tiene entre 60 y 69 años. Conforme avanza la edad, este porcentaje disminuye: 30% corresponde al rango de 70 a 79 años y 14% a las personas de 80 años y más. Según sexo, el porcentaje es ligeramente más alto para los hombres de 60 a 69 y para las mujeres de 80 años y más.

Esta realidad resulta aún más preocupante si se considera que, según el informe World Population Ageing, la esperanza de vida al nacer de las mujeres supera a la de los hombres en 4.8 años y que, en algunas regiones del mundo, esa diferencia puede alcanzar más de 6 años, generando que en edades avanzadas haya una proporción significativamente mayor de mujeres, fenómeno conocido como la feminización del envejecimiento.

¿Cómo impacta esta discriminación?

Las mujeres mayores arrastran desigualdades acumuladas a lo largo de su vida y, al llegar a edades avanzadas, se enfrentan a nuevas formas de discriminación que profundizan una situación de vulnerabilidad.

El mismo informe, “Mujeres mayores: el impacto del machismo y el edadismo en su vida y sus derechos humanos”, señala que esta etapa suele estar marcada por una mayor dependencia económica y un riesgo elevado de pobreza, ya que el desproporcionado trabajo de cuidados no remunerado que han realizado durante años reduce de manera significativa los recursos económicos que logran reunir, afectando sus ingresos, sus pensiones y, en consecuencia, su autonomía.

Sumado a ello, aquellas mujeres mayores que han vivido o viven situaciones de violencia o relaciones muy marcadas por los roles de género se enfrentan con mayores problemas crónicos de salud y tienen mayor riesgo de sufrir depresión, ansiedad o estrés.

Además, la discriminación estructural de género hace que tengan menor acceso a los servicios de salud, pues a menudo, las mujeres mayores reciben una peor atención médica debido a que muchos patrones de “normalidad” y de sintomatología de muchas enfermedades siguen estando basado en datos exclusivamente masculinos.

Debido al edadismo es común que muchos problemas de salud que en otros grupos de edad sería normal tratar o hacerles pruebas, en las personas mayores se achaquen a la edad, sin conocer más el fondo de la situación. Asimismo, existe una gran invisibilidad de la sexualidad de las mujeres que ya no se encuentran en edad reproductiva, por lo que son excluidas de muchos programas de salud sexual.

Existe un mayor riesgo de soledad y de falta de apoyos y de cuidados, esto en algunos casos, es debido a que las mujeres tienen una mayor esperanza de vida que los hombres.

Ante este tipo de realidad, han surgido movimientos feministas como la corriente gerofeminista, quienes constituyen uno de los principales movimientos disruptores ante los esquemas patriarcales impuestos, ellas rompen con el estricto estándar de aceptación y belleza impuesto a través de la juventud, dan el contrasentido al edadismo y consolidan derechos para un grupo de la población el cual de manera general pasa desapercibido.

Pese a que ya hay cada vez más voces que alzan las voz, y buscan mandar mensajes que erradiquen estos ideales inalcanzables que apelan a una juventud eterna, es indispensable seguir creando acciones en conjunto que beneficien a las mujeres mayores.

Por ejemplo, la Fundación HelpAge International, recomienda incluir las voces y las experiencias de las mujeres mayores en los estudios de género; desarrollar estrategias que fomenten la participación social de las mujeres mayores y fomentar el estudio y la investigación sobre la discriminación y la violencia en las mujeres de la tercera edad.

“Si queremos que vivir más también signifique vivir mejor, es fundamental conseguir la igualdad de género en todas las etapas de la vida”,  Fundación HelpAge International


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