Ciudad de México.– De acuerdo con un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en los primeros nueve meses de 2025 se documentaron 35 mil casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes en la República Democrática del Congo. No obstante, la cifra real podría ser mayor debido al temor a represalias, el estigma social, la inseguridad y la falta de acceso a servicios básicos, factores que impiden interponer una denuncia.
Si bien la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes se registra tanto en zonas de conflicto como en comunidades urbanas y rurales, la mayoría de los casos se concentra en las provincias de Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri. Se trata de regiones con enfrentamientos activos, desplazamientos forzados y un debilitamiento de los sistemas de protección, lo que incrementa el riesgo para las infancias.
También se reportan casos en Kinshasa y Kasai, donde la pobreza, la inseguridad alimentaria y el abandono escolar son factores que colocan a las niñas en situaciones de mayor vulnerabilidad frente a la explotación y los matrimonios forzados.
Las mujeres, especialmente las adolescentes, representan el mayor número de víctimas de violencia sexual, y este no es un fenómeno aislado. Para febrero de 2025, cuando el registro de UNICEF apenas contabilizaba 10 mil casos denunciados ante agentes de protección, las niñas afectadas representaban entre el 35% y el 45% del total. Esto significó que, en promedio, cada media hora una niña experimentaba este tipo de violencia, en coincidencia con la fase más intensa del conflicto que atraviesa el país.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) muestran que la situación ya era grave desde 2022 y que en 2024 los casos aumentaron 30%, hasta acumular 45 mil niñas, niños y adolescentes afectados. En contraste, durante los primeros seis meses de 2025, la frecuencia indicaba que los casos podrían superar el 80% del total documentado en el año anterior.
No obstante, lo que más preocupa a la ONU son las consecuencias en la salud de las niñas, niños y adolescentes, ya que se han detectado lesiones físicas, embarazos no deseados y un mayor riesgo de contraer VIH u otras infecciones de transmisión sexual. A ello se suman afectaciones a la salud mental, como ansiedad, depresión y exclusión social, incluso dentro de su entorno familiar.
Previamente, la ONU alertó sobre un déficit de financiamiento para atender a 250 mil niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia de género o de conflictos armados, lo que dificulta garantizarles incluso atención médica básica. Para el próximo año, se estima que 100 mil infancias congoleñas no recibirán la vacuna contra el sarampión y que casi medio millón carecerá de acceso a agua potable y otros recursos vitales.
De acuerdo con la ONU, el uso de la violencia sexual evidencia una crisis sistémica que ya alcanzó a las niñas, niños y adolescentes del Congo. En el panorama global, esta práctica aumentó 25% entre 2023 y 2024 en al menos 21 países, con mayor incidencia en la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Haití, Somalia y Sudán del Sur, donde las mujeres representan el 92% de las víctimas.
La violencia sexual funciona como un arma de guerra y una táctica para infundir miedo en las familias y comunidades; sin embargo, frente a esta situación persisten barreras que impiden al gobierno congoleño y a las organizaciones internacionales brindar atención clínica, apoyo psicosocial, espacios seguros y acompañamiento para la presentación de denuncias.
El Congo atravesado por conflictos armados
Actualmente, la República Democrática del Congo enfrenta una crisis prolongada derivada de conflictos armados impulsados por grupos rebeldes como el M23, los cuales cuentan con armas, asesoramiento, capacitación y asistencia vinculada a actividades militares. Estos grupos son responsables de múltiples violaciones a derechos humanos, sobre todo cometidas contra infancias y mujeres, como asesinatos, mutilaciones, actos de violencia sexual, secuestros y desplazamientos forzados.
No obstante, también es conocido por realizar reclutamiento forzoso a niños. De 2012 al 2014 se registraron 146 jóvenes y niños enfilados algunos con apenas 15 años. De esta manera, las campañas de reclutamiento y la recepción de armas han llevado a la RDC a una inestabilidad y conflictos en la región violando el derecho internacional, según apuntó la ONU.
El origen de su lucha se relaciona con un conflicto contra el gobierno y fuerzas militares hutus; sin embargo, con el paso de los años ha quedado en evidencia un interés por el control económico y político de la República Democrática del Congo, uno de los países más grandes de África y marcado por disputas en torno a su riqueza minera. Aunque en 2013 el M23 fue desarmado, volvió a activarse en 2021 en un intento por recuperar territorio e influencia.
Mujeres como botín de guerra en el Congo. Caso Goma – cimacnoticias.com.mx
Ante la falta de ayuda humanitaria, miles de personas abandonaron sus hogares y están viviendo situaciones de hambruna aguda con tres millones de personas que pasan hambre al no poder alimentarse cada día, según reportó el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas. Las agencias de la organización tienen dificultades para acceder a provincias con presencia de rebeldes del M23, dejando que una de las principales opciones viables sea aérea.
Además, debido a los constantes combates entre el M23 y el gobierno congoleño, alrededor de 5.2 millones de personas vivieron un desplazamiento forzado, de ellos 1.6 millones se movilizaron durante el 2025 convirtiendo a el Congo en una de las mayores crisis de personas desplazadas en el mundo; mientras que el saldo de muertes va en aumento.
