Inicio Afianzada en escenarios de poder, busca Beatriz Paredes recuperar al PRI

Afianzada en escenarios de poder, busca Beatriz Paredes recuperar al PRI

Por Rafael Maya

El poder no es un asunto individual, una sola persona no puede transformar la realidad, por brillante, por representativa o por limitada que sea; para transformar a la sociedad, para incidir en la historia, se necesita un equipo, un grupo, una generación, se requiere de un proceso con un grado de continuidad.

Quien dice lo anterior es Beatriz Paredes: la diputada federal con licencia que va con todo para ganar el próximo 24 de febrero la presidencia del PRI, que está dispuesta al ex gobernador de Tabasco Roberto Madrazo, con tal de encabezar al ex partido oficial en su misión de recuperar la omnipotencia perdida tras 70 años de «dictadura perfecta».

Beatriz Paredes, mujer «polifónica», excéntrica, reformista, «democrática de izquierda», aficionada a la poesía y de «espíritu emprendedor», como ella misma se ha calificado.

Nacida en una familia de origen rural el 18 de agosto de 1953, en Tizatlán, Tlaxcala, la ex dirigente de la Confederación Nacional Campesina (CNC) cuenta con una carrera política meteórica que a sus 48 años de edad la distingue de otras líderes priistas contemporáneas.

Diputada local en Tlaxcala a los 21 años (1974-1977), coordinadora del Congreso Estatal, presidenta de la Comisión de Hacienda, e integrante de las comisiones de Educación y Reforma Agraria. Diputada federal a los 26 años (1979-1982); como presidenta del Congreso de la Unión respondió el tercer informe de gobierno del ex presidente José López Portillo.

A los 33 años llegó a la gubernatura de su estado (1987-1992), y se convirtió en la primera mujer gobernadora de Tlaxcala, y la segunda jefa de un ejecutivo estatal en todo el país después de Griselda Alvarez, quien gobernó Colima.

Paredes, socióloga por la UNAM, también fue subsecretaria de la Reforma Agraria (1982-1985) durante el gobierno de Miguel de la Madrid, y subsecretaria de Gobernación en la gestión de Ernesto Zedillo.

Senadora (1997-2000), secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI (abril-diciembre de 1992); embajadora en Cuba (1993-1994); integrante de las delegaciones gubernamentales a las Conferencias Mundiales de la Mujer en Pekín, China (1995), y Copenhague, Dinamarca (1980); premio «Mujer del año» (1989), «por su trabajo sistemático, dedicación, capacidad creativa y aportación femenina al beneficio comunitario de nuestro país»; entre otros cargos partidistas y en la administración pública federal.

«La dama del folclórico vestir» –como la definió el columnista Julio Hernández López– no sólo ha estado cerca de los campesinos y sus carencias, sino que también ha incursionado en actividades financieras.

De 1987 a 1992 –más de la mitad del gobierno salinista– fue integrante del Consejo Directivo del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras); y entre 1982 y 1985 participó en el Consejo Directivo del Banco Nacional de Crédito Rural (Banrural).

Beatriz Paredes respondió al primer informe de gobierno del presidente Vicente Fox el pasado 1 de septiembre, en su carácter de presidenta de la mesa directiva de la LVIII Legislatura de la Cámara de Diputados.

Según fuentes legislativas del Revolucionario Institucional, Paredes ha formado al interior del partido un «grupo compacto» de mujeres que –según las simpatías– califican de «progresista» o «del viejo sistema». Estas mujeres políticas son la coordinadora del PRI en la Asamblea Legislativa del DF, María de los Angeles Moreno, las diputadas federales Hilda Anderson, Laura Pavón, la ex secretaria general del tricolor Gloria Brasdefer, la ex secretaria de Turismo y actual senadora Silvia Hernández, entre otras.

Todas ellas integrarían una corriente con «una marcada conciencia de género», que pretende establecer políticas públicas desde esa perspectiva.

Las posturas críticas al interior del PRI ubican a Paredes como representante del grupo político que perdió el control de la dirigencia, y que ahora busca a toda costa recuperarlo. Sería el caso de los «labastidistas» y «zedillistas». «El viejo PRI», aseguran.

Dentro de su quehacer a favor de las mujeres, destacan entre las acciones más recientes su impulso para que en el presupuesto 2002 se autorizaran 50 millones de pesos para apoyar a las mujeres campesinas, su participación en la creación del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), y la promulgación en 1998 de la Ley contra la Violencia Intrafamiliar.

Frente a las críticas en su contra, calificada como la «candidata oficial» y acusada de propiciar «acarreos» a la vieja usanza priista, la tlaxcalteca tiene ante sí el reto de mantener la presencia de las mujeres mexicanas en las altas esferas del poder político.

       
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