Luego de permanecer encerrada e incomunicada durante varios días, la joven hondureña, Zeida Jamile Estrada, denunció aquí a una banda de polleros que extorsionaban a migrantes que pasaban por esta región del Golfo de México y abusaban sexualmente de las mujeres.
Fue por medio de una carta que arrojó a la calle desde la ventana de la vivienda donde la tenían encerrada, que Zeida Jamile pudo alertar a los vecinos de la calle Cerro del Metate, del Infonavit los Volcanes, de la situación de la que estaba siendo víctima.
En la misiva, pedía ayuda y relataba que estaba embarazada y que en esa casa había unos hondureños indocumentados.
Elementos de la policía municipal acudieron a la casa marcada con el número 302 propiedad al parecer de Enrique, conductor del taxi 517 del puerto de Veracruz, y así investigar la presunta privación de la libertad de una extranjera.
Ante el arribo de la policía, los habitantes de la casa mostraron nerviosismo y al no poder identificarse ofrecieron a los policías un soborno para que se retiraran del lugar: diversos aparatos eléctricos y la entrega de tres migrantes que también se encontraban en el interior.
Ante la negativa de los policías, los secuestradores amenazaron con agredir a la joven hondureña, pero no lograron su cometido y fueron detenidos.
La banda de los polleros la integran el tamaulipeco Roberto Torres de León, Marvin Geovali Jau Corzo de San Benito Peten en Guatemala y Luis Alonso Ramos Soto de Honduras.
La policía municipal logró rescatar a Juan Carlos Hernández Cruz de 19 años, Juni Alexander Echeverría Montufa de 20 años y a Zeida Jamile Estrada de 20 años, todos de origen hondureño.
La joven señaló a Roberto Torres de León como su secuestrador, quien abusó sexualmente de ella, explicando que desde Tierra Blanca la trasladó a esa casa de seguridad en el puerto de Veracruz.
En esta población la mantuvieron retenida desde la semana pasada, exigiendo además a su familia que vive en Estados Unidos 100 dólares diarios para su estancia en ese lugar, así como una cantidad extra para trasladarla desde Veracruz al norte de México, al otro lado del Río Bravo.
Cabe destacar que de acuerdo con las versiones de la joven los polleros-secuestradores anteriormente ya habían incurrido en la agresión sexual contra mujeres centroamericanas, exigiendo a sus familiares cantidades diversas para dejarlas en libertad.
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