Sea cual sea la solución que se le dé al tema migratorio entre México y los Estados Unidos, ésta tiene que dar respuesta a problemáticas cruciales, como qué hacer con las y los trabajadores que ya residen y trabajan en la Unión americana y cómo llevar a cabo un programa de trabajadoras y trabajadores migrantes temporales que evite el ingreso continuo de indocumentadas e indocumentados y cubra las demandas del mercado de trabajo norteamericano, señala Jorge Durand.
Apunta también que otro de los temas a considerar es la compleja dinámica fronteriza entre México y Estados Unidos, que permite el libre tránsito de mercancías y limita, vigila y controla de manera muy rigurosa el paso de personas. También hay que pensar en las y los empleadores, es decir a aquellos que contratan a indocumentadas e indocumentados de manera conciente y aquellos que dicen que no lo sabían, que son la gran mayoría.
En su documento Programas de trabajadores temporales, evaluación y análisis del caso mexicano, editado por el Consejo Nacional de Población (Conapo), Durand enfatiza que cualquier programa de trabajadoras y trabajadores que se lleve a cabo tendrá detractores y promotores.
Sin embargo, hay una serie de factores que no se pueden eludir, como el mercado de trabajo en el que se insertan las y los trabajadores temporales, el impacto que tienen en los países de origen y destino, las características específicas de las y los trabajadores temporales, su condición legal como trabajadora o trabajador extranjero y el carácter privado u oficial del contrato laboral.
En este sentido, el especialista indica que en todos los casos en que se han llevado a cabo programas de trabajadoras y trabajadores temporales se parte del hecho que hay escasez de mano de obra en determinadas áreas del mercado de trabajo y que no hay voluntarios nativos para realizarlo.
Este mecanismo se utiliza para inmigrantes sin calificación, profesionales o técnicos, sin embargo las condiciones para cada caso suelen ser totalmente diferentes. Las y los profesionales pueden traer a su familia, están autorizados a cambiar de trabajo haciendo el trámite correspondiente y cuentan con la posibilidad de postular para la residencia definitiva, lo que no sucede con las y los inmigrantes sin calificación.
Con lo que podemos afirmar que el trabajo temporal inmigrante sin calificación se ubica en el escalón más bajo de la escala laboral, aunque algunos consideren la contratación de éstas y éstos trabajadores como una competencia desleal con las y los trabajadores nativos.
Ello, porque las y los inmigrantes están dispuestos a percibir menores salarios y aceptar peores condiciones laborales, argumento que trata de ser contrarrestado con dos premisas que existen en torno al tema: primero, que se constate que no existen ciudadanas y ciudadanos dispuestos a realizar esos trabajos y, en segundo término, que los salarios sean semejantes a los que reciben las y los nativos.
Sin embargo, en la práctica la apertura de trabajo a las y los nativos es, en la mayoría de las ocasiones, una formalidad, puesto que si 85 por ciento de las y los trabajadores en el medio agrícola norteamericano es mexicano por nacimiento, prácticamente ningún americano postulará a este tipo de tareas.
07/GT/GG
