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Rosario Ibarra, la senadora «madre coraje»

Por Cristina P. Fraga

Doña Rosario Ibarra, senadora por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) nació en 1927 en Saltillo, estado de Coahuila, cerca de Monterrey, pero nadie diría que tiene 80 años. La eterna candidata al Premio Nobel de la Paz nos cita en su despachito del Senado, vestida como una jovencita, con chaqueta sport, faldita corta y zapatos mocasines.

Menuda (ella diría chaparra y flaca), cercana y entrañable, nos recibe con una cordialidad que dista mucho de la ampulosidad de cualquier parlamentaria de nuestro país. Toda la entrevista, a pesar de la gravedad de lo que cuenta, transpira positivismo. El sentido del humor impregna todas sus respuestas.

– ¿Usted es consciente de que es un personaje histórico para las mujeres?

– No soy un personaje. Sólo he cumplido con el oficio de ser madre. A mi me quitaron un hijo y he luchado por aclarar esta circunstancia.

– Hija de un ingeniero agrónomo que había participado en la Revolución mexicana y de una concertista de violín. ¿Leyendo estos comienzos biográficos su vida debía de ser fantástica, sin problemas?

– Mi madre tocaba el violín, la mandolina… mi vida era muy tranquila, con la relativa tranquilidad que podíamos tener en México aquellas personas que teníamos el privilegio de tener con qué vivir.

– ¿Usted por tanto pertenece a una familia burguesa y acomodada?

– Sí. Pertenecía a la escasa clase media ilustrada; una familia bien.

– Su padre fue una figura importante en su vida. Con él aprendió a leer a los 4 años y la insufla la afición a la lectura. Aunque de extracción burguesa había participado en la revolución y tenía una forma de ver vida muy progresista para su tiempo.

– Mi padre adoraba a Zapata y estuvo a punto de ser constitucionalista, pero era muy joven. A través de él y sobre todo de mi abuela materna conocí la historia del Magonismo (movimiento encabezado por los hermanos Flores Magón), que fueron los precursores y principales revolucionarios mexicanos.

– Usted fue una mujer muy avanzada en su época, muy rupturista. Montaba a caballo, lucía unas largas trenzas adornadas con flores, llevaba un calcetín de cada color y era considerada una persona muy singular en su círculo de amigos

– Pero usted sabe muchísimas cosas de mí, algunas de ellas casi las he olvidado. Mis compañeras no querían ir conmigo, por mi pinta. No sé si les daba vergüenza, pena o me tomaban por un poco loca. Pensaban para sus adentros «que se vaya ella sola por delante». Además yo siempre pasaba por delante de los hombres cuando paseaba y no me decían nada. Las mujeres en aquella época tenían mucho temor a pasar cerca de los varones.

– ¿Fue la hija mayor, de 3 hermanos?

– Nunca fui discriminada. Éramos una familia feliz, todos muy consentidos.

– Intentó estudiar Leyes ¿por qué no lo hizo?

– Porque mi maestro de biología, el Doctor Piedra, me suspendió la asignatura para que no pudiera pasar y luego me ennovié con él. Tenía 15 años más que yo y aunque tardé cinco años en casarme, pues esto me condicionó. Tuve enseguida 4 hijos.

CAMBIO RADICAL EN SU VIDA

– ¿Toda esa vida plácida y relajada, casi de cuento de hadas, se rompe bruscamente cuando su hijo Jesús, acusado de ser miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre es secuestrado y desaparece en 1975?

– Con un zarpazo se interrumpió mi vida. Lo secuestran en Monterrey y lo trasladan al Distrito Federal. Unida como era mi familia, en el momento que secuestran a mi hijo decidimos que uno de los dos teníamos que salir en su busca. Yo me traslado a México DF y mi marido se queda al cuidado de los hijos en la casa. Mi marido me posibilitó que yo fuera activista a tiempo completo.

– ¿A partir de ese momento usted se lanza a una lucha desgarradora y comienza una búsqueda sin descanso que dura más de 32 años?

– Comienzo con el Presidente Echeverría. Me fui derechita, aprovechando que inauguraba un monumento público a un prócer, en el bosque de Chapultepec. Yo creo que me vieron chaparra, flaca e inofensiva y los de su seguridad me dejaron acercarme a él. Le dije: señor Presidente, le traigo esta carta, pues mi hijo ha desaparecido. Conseguí saber, por un sargento del ejército, los lugares donde andaba todos los días el Presidente y llegaba y le daba escritos y escritos, preguntándole dónde estaba mi hijo.

«Hasta 39 veces me hice la encontradiza pero no me sirvió de nada. Nunca recibí respuesta ni me hizo caso. La última vez me dejó entrar en el Hemiciclo a Juárez y les dijo a los de seguridad ‘no le vayan a zangolotonear a la dama’ y yo le respondí gritando con toda la voz que me dio mi garganta ‘ciudadano Luis Echeverría’. Eso de ciudadano, le debió de parecer muy poco protocolario, muy de la Revolución Francesa y le molestó mucho. Se le puso cara de caballo y se le alargó el rostro. Yo seguí todos los sexenios, en la misma onda, con todos los Presidentes posteriores (López Portillo, Miguel de la Madrid, Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox). Siempre me decían que iban a investigar. Todos los Presidentes se volvieron investigadores. Todavía hoy, Calderón dice que va a investigar sobre los desaparecidos. Pero nunca recibí una respuesta».

– ¿Le confirman un año después que su hijo fue secuestrado en el centro de la ciudad con un enorme operativo de decenas de patrullas y le confirmaron que se lo llevaron al Campo Militar del DF?

– Sí y muchos años después recibí una llamada que me confirmó que mi hijo había sido entregado, procedente de Monterrey, a la autoridad militar, en el Campo militar número uno.

– ¿Y es cuando empieza su lucha organizada?

– En 1977 fundé, conjuntamente con otras mujeres que tenían familiares desaparecidos, el Comité pro defensa de presos, perseguidos, desaparecido y exilados políticos de México y posteriormente el año 1978 el Comité Eureka. Recibimos mucho apoyo de Amnistía Internacional, hicimos una huelga de hambre y una campaña Internacional y conseguimos que salieran mil 500 presos políticos, regresaron 17 exilados. Estos Comités estaban formados prácticamente en su totalidad por mujeres. Había organizaciones campesinas, cooperativas, partidos, sindicatos y murió después de 13 años por inanición. Ahora estamos intentando volver a reavivarlo.

SU ENTRADA EN LA POLÍTICA

-En 1982 y 88 fue candidata a la Presidencia de la República por el desaparecido Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) ¿Porque decidió participar en la política activa?

-Por una razón muy especial. El PRT me propone como la primera candidata mujer a la Presidencia de la República. Una mujer sin curriculum académico y político, era una preparatoniana y cuya única hoja de servicio era ser la madre de un desparecido mexicano. Se sabía que había desaparecidos en toda Latinoamérica, Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay… Algunos venían a exilarse aquí, en donde había cantidad de desaparecidos y esto era una vergüenza y un cinismo absurdo que envolvía todo el gobierno de Echeverría. Por eso acepte la candidatura. Para dar testimonio de esto a toda la prensa nacional e internacional. Para hacerlo público y para tener cobertura en los medios de comunicación. Sabía que no iba a ganar, pero me sirvió para mi causa. Fui Diputada en 1985 y Presidenta de la Comisión parlamentaria de Derechos Humanos.

FEMINICIDIO Y PEDERASTIA

– En 1994 decide apoyar al PRD, entró a formar parte de la candidatura de Cárdenas y en el 2006 accede usted a la Cámara Alta como Senadora.

– Quiero crear una Comisión para hacer una investigación exhaustiva de todos los presos comunes, de los que la mayoría son inocentes. También quiero investigar, aunque mis compañeros Senadores me dicen que estamos para legislar y no para investigar y denunciar, el feminicidio en todas las entidades federativas y no sólo en Ciudad Juárez. Las matanzas de mujeres en Chiapas y Guerrero durante el mandato de Zedillo también tengo interés en que se investiguen. Me preocupa muchísimo la pederastia, que cada día es más fuerte en nuestro país.

– ¿Qué piensa usted de las violaciones sistemáticas de mujeres cuando son detenidas o en zonas de conflicto?

– Tengo muchos testimonios directos de mujeres que han sido violadas por la policía con las formas más horrendas y no estaban en conflicto bélico. Lo peor que se puede hacer a una mujer, según sus testimonios, es denudarla y tenerla totalmente expuesta a las bestialidades que se les ocurran a los torturadores, durante horas y horas. Existe una misoginia tremenda y un desprecio a las mujeres por parte de cualquier bando en los conflictos armados. Yo los he denunciado públicamente.

– Es usted la eterna candidata al premio Nobel de la Paz, la han propuesto en 5 ocasiones.

– No creo que me lo den nunca, ni a mí ni a ninguna mujer de mis características. Es un premio muy controvertido que se entrega a personajes estupendos y deplorables.

08/CFP/GG/CV

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