Chen Yurong y Li Ling son mujeres chinas que hoy reciben el reconocimiento popular, como protagonistas de dos de los momentos más alentadores del año en su país.
Sus historias, nada tienen que ver con el arte, el deporte o la política. Ambas son ciudadanas comunes. La primera llenó cintillos como ejemplo de amor de madre. La segunda lo hizo por su entrega a los alumnos de la escuela primaria que dirige.
La inclusión de los sucesos asociados a estas mujeres de 55 y 27 años de edad, respectivamente, entre las principales noticias de 2009 según un sondeo del periódico China Daily, revelan sentimientos humanos.
¿Qué no hace una madre por un hijo? Bien pudiera decir Cheng a quienes le expresan admiración al conocer o recordar sus sacrificios por salvar a un hijo de 31 años.
Todo comenzó en febrero pasado, cuando se le comunicó que debido al estado graso, su hígado no estaba en condiciones para ser trasplantado a su hijo Ye Haibin, quien padecía la enfermedad de Wilson, un trastorno genético causado por la acumulación excesiva de cobre en el organismo, lo cual puede conducir a la degeneración del mencionado órgano.
A partir de entonces ella caminó 10 kilómetros diarios a lo largo de un dique cercano a su casa, en el Distrito Jiang´an, de la provincia de Hubei.
Con el ejercicio y una dieta, perdió 8 kilos de peso y luego de 7 meses se le informó que su hígado estaba listo para el trasplante y donar una parte de él a su hijo. Ese órgano es el único que tiene la capacidad de regenerarse al 100 por ciento.
La historia de Li impactó por tratase de una maestra que dedicó parte de las vacaciones del verano a gestionar material de lectura para alumnos de su distrito natal de Huaiyang, en la provincia de Henan.
De no haber sido por el cartel que colgó a su triciclo, Li permanecería en el anonimato. Una de las fotos más publicadas por la prensa china, es la de la joven a bordo de su bicicleta con el siguiente mensaje «compro material de lectura, revistas y libros de textos auxiliares para estudiantes». El detalle es que aunque ella iba empapada por la lluvia, su carga permanecía bien protegida.
Así pedaleó esta compradora y proveedora de conocimientos por Zhengzhou, la capital provincial, donde recogió libros de uso para los alumnos de la escuela que fundó hace siete años, luego de su graduación.
Su dedicación al futuro de esos niños, como parte de la lucha contra la pobreza, le ganaron el título de la directora de escuela rural más hermosa nacida después de 1980.
El reconocimiento a esa maestra premia también a muchos que hacen posible la educación de las futuras generaciones en un país donde la población rural constituye el 72 por ciento de la nacional.
Cheng y Li hoy tienen sobradas razones para ver 2009 como un año diferente, posiblemente sin saber que su sencillez y altruismo pueden estimular a otros, en un mundo necesitado de gestos como los que protagonizaron.
09/LR/GTR