A estas alturas, usted y su coalición ya habrán celebrado su triunfo y agradecido la bondad del electorado que, confiado en sus promesas, asistió generosamente a las urnas el domingo pasado y apostó por usted como mejor (o menos peor) opción, apuesta arriesgada en estos tiempos y más cuando se trata del estado más poblado, y uno de los más violentos y desiguales del país.
Terminada la campaña, le toca ahora afrontar la grave responsabilidad de gobernar, y de asumir, lo quiera o no, el papel de “primera gobernadora del Estado de México”.
Tal vez no le importe demasiado este rol “histórico” pues ni se ha declarado feminista ni en su partido se entiende la “igualdad de género”. No podrá negar que además de cumplir las promesas con que quiso atraer el voto femenino, la realidad de las mexiquenses exige una atención particular. Con dos alertas de género, por feminicidio y por desaparición, el Estado de México es uno de los peores territorios para ser niña o mujer. Usted lo sabe.
Debe saber también que la solución a la violencia misógina no es sencilla ni consiste en medidas improvisadas ni en recetas asistencialistas como las que le gustan a su partido. Se llamen “salarios rosas” o apoyos “del bienestar”, responden a la misma visión paternalista que pretende “proteger” y “apoyar” a las mujeres, en vez de promover su autonomía y crear las condiciones necesarias para que vivan sin discriminación ni violencia.
Mencionar la carga simbólica de ser la primera gobernadora de su estado no supone que usted deba adoptar una postura comprometida con las mujeres que antes no ha asumido. Si puede leerla como invitación a pensar desde un ángulo distinto y, sobre todo, a tomar distancia del club de Toby que domina su partido, al menos en lo que se refiere a las políticas para mujeres y niñas.
¿Acaso no merecen las madres de víctimas de feminicidio y desaparición que deje de ignorarlas y las escuche? ¿Acaso no aprendería usted mucho de mujeres que han luchado por la justicia durante 15 o 20 años?
Tal vez le ayudarían a pensar mejor su estrategia de seguridad: ¿qué tal si en vez de crear una “policía de género” o de repetir la receta fallida del “programa Escudo” de Guanajuato o de “atacar las causas” sin resultados, lo que hace falta es reconstruir el sistema de justicia y promover programas de prevención de violencia de pareja y familiar?
¿Qué pasaría si en vez de escuchar a los gurús de su partido, escuchara usted a organizaciones y personas expertas en violencia de género, a las colectivas de jóvenes que viven a diario acoso y violencia en Chimalhuacán, Ecatepec y Nezahualcóyotl? Tal vez confirmaría que no hacen falta más cámaras sino más y mejor educación, mejor desarrollo urbano, más luminarias, más espacios de convivencia, o más policía comunitaria y menos extorsión oficial(izada).
También podría usted innovar en la política si, contra la costumbre de descalificar a la candidata perdedora, retomara lo más atinado de su diagnóstico, reconociera que gane quien gane los problemas son los mismos e instrumentara una política pública integral a favor de niños, niñas y adolescentes, sin corrupción ni clientelismo.
Como ambas reconocieron en sus campañas, es evidente que urge resolver el problema del agua y la contaminación en el estado, crear un sistema de transporte eficiente que reduzca el sufrimiento de quienes a diario van a la capital o atraviesan el territorio. Para ello, tendrá que coordinarse con las autoridades capitalinas, cuya negligencia afecta también la calidad de vida de la población mexiquense.
También tendría que imaginar estrategias innovadoras para crear empleos, distribuir la riqueza, reducir la pobreza extrema y frenar la expansión del crimen organizado, para no repetir los errores del PRI ni los del gobierno federal. Ni usted quiere fracasar, ni su estado merece más cacicazgos ni más desastres anunciados, ¿verdad?