Mujeres feministas, luchadoras incansables por hacer de Guatemala un país donde se viva en paz, con justicia y equidad, reafirman su deseo de que en Guatemala las mujeres cuenten con salud, libertad, justicia, poder de decisión y ciudadanía, «para que brote de nuestras bocas la sonrisa franca, la carcajada sonora y la palabra sabia y amorosa».
Mediante un comunicado, apoyadas en la fortaleza que les otorga el camino recorrido, afirman que están a de una vida plena para mujeres y hombres, donde sus derechos y diversidades sean respetados y protegidos. A favor de la vida, dicen, más no de la sobrevivencia en que la mayoría de mujeres viven en Guatemala.
Por eso aspiran a que se las vea como «seres pares», como ciudadanas de primera categoría, como personas capaces y responsables de tomar decisiones, como seres que aportan al desarrollo del país, como mujeres que deciden sobre su sexualidad y reproducción con entera libertad.
También, porque les preocupa que la mortalidad materna se siga perpetuando, con una de las tasas más altas en América Latina: 153 muertes por cada 100 mil nacidos vivos. Por ello demandan de las diversas instituciones del Estado: políticas, acciones y recursos más enfáticos para disminuir estas muertes de mujeres que se dan a diario. Es decir, respuestas estructurales para enfrentar esta realidad que viven millones de mujeres y familias en Guatemala.
En Guatemala, explican, la vida de las mujeres depende de acertadas y asertivas políticas de salud que contemplen la distribución pertinente y responsable por parte del personal médico y paramédico de métodos de planificación familiar y contraceptivos de emergencia. así como el acceso a estos servicios por parte de las mujeres. Por ello continúan exigiendo que se aplique a nivel nacional la Ley de Planificación Familiar.
VIDA CON SALUD Y SIN VIOLENCIA
Les preocupa la salud mental y física de mujeres agredidas y violentadas, por la violencia física, la violencia sexual, los embarazos no planeados. Toda persona, afirman, tiene derecho a realizarse como ser humana y en este caso, las mujeres tenemos derecho a sentirnos seguras, libres de violencia y a decidir sobre lo que sucede en nuestros propios cuerpos. También a que el Estado proteja estas decisiones, en nuestra calidad de ciudadanas.
Queremos la vida, reiteran, y por ello exigen que no se ignore a las miles de personas que viven con VIH. Muchas muertes pueden evitarse facilitando los medicamentos y el uso de preservativos. Sobre todo ahora que esta pandemia está afectando a mujeres amas de casa, cuyos esposos o compañeros sexuales les han transmitido el virus.
El aumento de embarazos en niñas y adolescentes nos parece una afrenta a la vida, señalan. Niñas y jóvenes de 10 a 18 años deberían estar disfrutando su juventud y preparándose para la vida adulta, no ocupándose de criar otra vida.
Urge que el Estado, sus diversas instituciones y funcionarios hagan efectiva la educación sexual, de las y los millones de jóvenes que habitan Guatemala. Demandan las mujeres feministas información y educación sexual veraz, científica, sin estereotipos ni tabúes. Las y los jóvenes tienen derechos, sobre todo a una educación que les brinde accesos para tomar decisiones responsables y libertarias.
Sobre la violencia, consideran que el hogar debería ser un lugar de seguridad y garantía de vida, no un espacio de dolor y agresión. Las miles de mujeres que viven en situación de violencia en sus casas, tienen derecho a que ésta cese. El Estado debe garantizar sus vidas.
Cada mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo y su vida en la búsqueda de la armonía y felicidad personal y la de su familia. Parte importante para la salud de las mujeres es contar con la posibilidad de disfrutar espacios de esparcimiento y amistades.
DERECHO A DECIDIR
El aborto en Guatemala es un problema social y de salud pública, señalan las feministas en su comunicado, por las condiciones de inseguridad y estigma en que se vive. Es un problema que afecta la vida de miles de mujeres en el país, indígenas y mestizas, de diversas edades, prácticas religiosas y procedencias geográficas.
Proponen que más que seguirlo viendo como un crimen, un pecado o un tabú, ayudaría mucho que profundizáramos en sus causas y consecuencias.
Detrás de un aborto hay un embarazo no deseado que puede tener múltiples causas: no acceso a la planificación familiar, no posibilidad de decidir, violación, problemas de salud…
Por ello, más que estigmatizarlo y silenciarlo, debería abordarse transparentemente, en las familias, en las parejas, en las políticas públicas de salud, para encontrar salidas que respondan eficazmente a la realidad de esta problemática. No es con castigos ni satanizaciones que las personas y las sociedades logran la plenitud de vida.
Respetamos, como un derecho, que las personas manifiesten sus creencias religiosas o espirituales, a través del ejercicio de alguna religión o manifestación espiritual, desde su identidad individual, consideran.
Pero no están de acuerdo con que una o dos religiones se impongan en un país, cuya Carta Magna lo afirma como Estado Republicano, es decir Estado Laico. Las jerarquías de las diversas Iglesias y los funcionarios de Estado –recuerdan– están obligados constitucionalmente, a hacer separación entre actividad política y credo religioso, ya que un Estado de Derecho debe reivindicar y proteger todas las diversidades que lo contienen.
Guatemala, requiere, para caminar hacia procesos de desarrollo y justicia social, de ir desmantelando los diversos fundamentalismos religiosos, económicos, políticos y otros. Y avanzar así en ser de hecho y derecho un Estado Laico, finaliza el comunicado de las mujeres feministas de Guatemala.
08/GG