No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana.
-Simone de Beauvoir, El segundo sexo
En un cortometraje proyectado por primera vez en 1975, varias mujeres desfilaron frente a la cámara de Agnès Varda para responder a la pregunta “¿Qué es ser mujer?”. “Ser mujer” —responde la primera de ellas— “es vivir en un cuerpo de mujer”. Pero, tal como se expone a lo largo de los siete minutos del cortometraje Nuestro cuerpo, nuestro sexo, este cuerpo está atravesado por prejuicios y deseos que parten de a mirada masculina. Y esto, precisamente, es lo que Simone de Beauvoir propuso desmontar.
Las propuestas y el pensamiento de Simone de Beauvoir son considerados pilares fundamentales para el feminismo occidental. Sus aportaciones son muchas y de gran relevancia: su crítica al marxismo y la campaña que impulsó para la regulación del aborto en Francia son solo algunas de ellas. Sin embargo, la base de estas acciones está fundamentada en una idea condensada en la frase “no se nace mujer: se llega a serlo”.
En su libro El segundo sexo (1949), la filósofa y activista francesa postuló este precepto que ha trascendido en la filosofía feminista a lo largo del tiempo. Pero, ¿qué quiere decir realmente y cómo es que transformó los esfuerzos del movimiento a favor de la emancipación de las mujeres?
¿Qué es ser mujer según Simone de Beauvoir?
En su obra, Simone de Beauvoir explica que el concepto de “mujer” entendido como género es un constructo que depende de y se transforma con las condiciones sociales, culturales y económicas —entre otros factores— de un lugar o espacio determinado. Esto quiere decir que no hay una “esencia” de la feminidad, sino que esa feminidad se construye a partir de factores externos que dependen de la socialización de nuestros cuerpos.
Muchas veces, dicha socialización se da en espacios y culturas patriarcales; es decir, culturas donde los hombres ostentan el poder económico y social, así como los espacios de toma de decisiones. De ahí que muchos de los adjetivos adjudicados a las mujeres en estas sociedades tengan el objetivo de mantenerlas en roles de subordinación.
De acuerdo con De Beauvoir, estos roles asignados socialmente están fundamentados en gran parte en la biología y en la capacidad de gestar de las mujeres. Sin embargo, lo que la filósofa postula es que hay una distinción entre naturaleza y cultura.
Si bien la capacidad de gestar es propia de nuestra anatomía, la cultura es la que se ha encargado de ensalzar dicha característica como uno de los ejes fundamentales de lo que significa ser mujer y de marcar otras diferencias que, supuestamente, nos hacen inferiores a los hombres, tales como la fuerza física.
Siguiendo este argumento, la opresión que vivimos las mujeres es muy distinta a la de otros grupos vulnerados. De acuerdo con Simone de Beauvoir, muchos de estos grupos han sido oprimidos como consecuencia de grandes acontecimientos históricos, pero a las mujeres no: nuestra opresión tiene que ver con ideas que siguen perpetuándose independientemente de esos grandes acontecimientos.
La emancipación: una respuesta ante la construcción del género
No es necesario levantar la mirada muy lejos para comprender la idea de Simone de Beauvoir. En México, por ejemplo, uno de los roles que se nos han asignado es el de la mujer y madre cuidadora, quien se debe hacer cargo de todas las labores del hogar y del cuidado de los hijos. Como consecuencia de esto, las mexicanas se enfrentan a una sobrecarga de trabajos y a techos de cristal que les impiden acceder a empleos bien remunerados por dedicar la mayor parte de su tiempo a las labores domésticas.
Este tipo de construcciones sociales suelen interiorizarse en las mujeres e influyen en su toma de decisiones. De ahí que algunas opten por el matrimonio o la familia tradicional como las únicas posibilidades que tienen para desarrollar su personalidad, entre muchos otros ejemplos de mandatos de feminidad. Pero, afortunadamente, hay varias formas de deshacernos de ellos.
La propuesta de la escritora francesa es simple pero poderosa y esencial: deconstruyamos el género y sus mandatos. Esto significa cuestionar lo que hemos interiorizado en lo individual, sí, pero también poner en duda lo que las estructuras sociales, culturales y políticas nos dicen que significa ser mujer.
Necesariamente, este cuestionamiento debe llevarse a la práctica para transformar las costumbres que se han enquistado alrededor del género femenino. Así, afirma De Beauvoir, se puede mover la base económica y social de nuestras sociedades para mover al mismo tiempo la concepción que se ha formado de nosotras.
El motor de este movimiento debe ser la búsqueda de las mujeres de su verdadera identidad fuera de la mirada inquisitiva de la sociedad patriarcal. Solo a través de esta búsqueda podemos reivindicarnos como seres libres e individuales, con autonomía para decidir sobre nosotras y nuestras vidas.
Los roles entre hombres y mujeres no están determinados ni hay verdades absolutas alrededor de nosotras: siempre llegamos a ser. “¿Qué es ser mujer?”, nos pregunta Agnès Varda en su cortometraje. Respuestas hay muchas, pero todas dependen de nuestra autonomía.
Puedes ver el corto de Agnès Varda aquí:
