Ciudad de México.- Cuando una mujer está al frente de un vehículo la frase machista “Mujer al volante, peligro constante” se suele escuchar en más de una ocasión. Para el sistema patriarcal nuestras capacidades y emociones no son las ideales para conducir cualquier tipo de transporte, tampoco lo son para cuidar de nuestras vidas y las de las demás personas.
La idea detrás de esta frase se basa en el mandato patriarcal que dice que las mujeres, por ser más “emocionales”, no tenemos la capacidad de controlar nuestros “nervios” al momento de manejar. Entonces, la sociedad asume que perderemos el control detrás del volante provocando accidentes a nuestro paso.
Incluso se nos piensa como ignorantes que desconocemos sobre leyes de tránsito, rutas e incluso técnicas de manejo. “No puedes”, “No eres capaz” «Tú no sabes»: nos repiten una y otra vez por medio de discursos condescendientes y violentos que tienen por objetivo restarnos poder, capacidad y nuevamente dejarnos como “las locas” en una sociedad atiborrada de hombres “inteligentes y cuerdos”.
Pero, ¿es verdad que las mujeres provocan más accidentes de tránsito y que somos un peligro? Las cifras dicen que no es así.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2021 se registraron 340 mil 415 accidentes de tránsito terrestre en zonas urbanas y suburbanas. De los cuales 257 mil 880 fueron provocados por hombres, es decir, 75.7 por ciento. O sea que en siete de cada 10 incidentes viales son causados por hombres, mientras que en únicamente 13.9 por ciento de los casos (47 mil 633), una mujer iba al volante.
Lo anterior lo respalda la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en sus Estadísticas de salud mundial destaca que la mortalidad en los accidentes de tránsito en hombres sigue siendo 2.8 veces mayor que la incidencia en mujeres. Siendo el grupo de edad de 15 a 29 años el que presenta mayor riesgo.
A lo anterior se suma el concepto de masculinidad hegemónica y su relación con los accidentes de tránsito. Es decir, el patriarcado ha instaurado la idea de que “el riesgo y la agresividad son sinónimos de la masculinidad”, de ahí que la velocidad y el peligro sean el ingrediente principal de los incidentes que ocurren cuando un hombre está detrás del volante.
Ahora es momento de dejar de usar la expresión machista que induce a pensar que las mujeres no son aptas para una actividad como conducir, porque -aunque se les limite el acceso a vehículos- ellas continuarán abriendo caminos.
