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Y después del festejo, qué

Por Lucía Lagunes Huerta

El día de las madres va más allá de las mañanitas y las felicitaciones desde palacio nacional y el festejo frívolo con derramas millonarias al mercado del consumo, hay realidades que se evaden o se intentan ocultar porque reflejan las fallas del gobierno mexicano, y me refiero al dolor que miles de madres viven en nuestro país por la desaparición de sus hijas e hijos, por hacer las búsquedas solas con sus propios recursos sin un verdadero acompañamiento del Estado Mexicano para cumplir con su deber.

Porque el 10 de mayo se ha convertido en el grito de las madres que exigen el alto a las desapariciones, el compromiso efectivo del Estado mexicano, el fin de la impunidad, la verdad sobre lo ocurrido con sus hijas e hijos, y sobre lo que genera que sigan creciendo la desaparición de personas.

Es necesario ir más allá de sentimentalismo, que se ha dado desde las estructuras de poder y del supuesto reconocimiento a la labor de las madres que en 673 ocasiones han sido mencionadas desde el inicio de las mañaneras, de acuerdo con los datos del sitio Amlopedia.

Estas centenas de menciones lejos están de ser transformadoras del mandato social de la maternidad, por el contrario, refuerzan el mandato del deber ser madres educadoras, cuidadosas, incansable responsables del hogar, como hace un siglo cuando en México fue instituido el 10 de mayo como día de las madres.

Ayer nuevamente desde palacio fueron nombradas las “madrecitas” desde sus oficios y profesiones, pero se olvidaron de las madres buscadoras que marcharon en esta ciudad por la falta de apoyo para encontrar a sus hijas e hijos y la ausencia de justicia; estas defensoras que hoy son un símbolo de la tragedia que vivimos en México, han recibido la atención en 14 ocasiones a lo largo de las 984 conferencias matutinas que se han dado para colocar la agenda prioritaria gubernamental.

Y no es que la situación de las madres buscadoras haya estado en la agenda de las conferencias matutinas, esto ha ocurrido gracias a las preguntas de las reporteras y cuyas respuestas por parte del presidente, son tan generales que terminan sin ser nada más que palabras.

Cada una de las madres buscadoras que ha sido asesinadas por su labor en este sexenio, es la comprobación de que la promesa hecha por el presidente el 7 de diciembre de 2018 de que no tenían derecho a fallar, no se cumplió.

En estos días tenemos historias dolorosas y resilientes, como lo ejemplifica la buscadora Araceli Rodríguez Nava, quien desde el año 2010 busca a su hijo Luis Ángel López Rodríguez.

Ella, desde el dolor más profundo por la desaparición de su hijo, se transformó, para ser defensora de derechos humanos y convertirse en abogada. Todas y cada una de las madres que marcharon el 10 de mayo son un ejemplo viviente de la falla de este gobierno para garantizarles verdad, justicia y la vida misma.

Porque hoy, las madres buscadoras están enfrentando la muerte y se suman a la lista de impunidad. Son mujeres a quienes les arrebatan su vida, como Marisela Escobedo, que dedicó los últimos años de existencia a buscar a su hija, buscar la verdad, la justicia y encontró la muerte, y su crimen sigue sin esclarecerse.

Como ella siete buscadoras han sido asesinadas en este sexenio, la más reciente Teresa Magueyal quien apenas el pasado dos de mayo fue asesinada.

Ellas, quienes no están físicamente también marcharon, sus nombres, sus rostros y sus demandas estuvieron en bordados, carteles, mantas en manos de otras madres que están vivas y las sostienen porque se niegan a olvidarlas.

El 7 de diciembre de 2018, el presidente Andrés Manuel López Obrador, se refirió por primera vez a las “madrecitas” a quienes les encargó a cuidar a sus hijos, el 14 de noviembre del 2022 ante la pregunta de una reportera sobre la situación de riesgo que enfrentan las madres buscadoras, el presidente aseguró que su gobierno daría todo lo necesario para garantizar a seguridad en su búsqueda.

El asesinato de las madres buscadoras dice que falló, que lo que ha hecho su gobierno al respecto ha sido insuficiente, y que la falta crece, tras ignorarlas y voltear la cara hacía el espectáculo y esto es una de las explicaciones del porqué las madres buscadoras siguen gritando y saliendo a las calles porque dejar de visibilizar la gravedad de la situación, permite que el pantano crezca y trague a más personas. 

EN LO PRIVADO

El Día de las Madres, nuevamente como hace 101 años se convirtió en algo así como reina por un día, pero sin castillo y sin unas decenas de personas para atenderte, quienes pudieron pagarlo abarrotaron los restaurantes y quienes no, la reina del hogar, se afanó para hacer la comida para que “todo mundo la festejara”.

Después de un siglo en que esta fecha se instituyó como reacción al adelanto del feminismo de la época que buscaban libertad para leer y escribir, poder acudir a la escuela, tener derecho a su dinero propio, trabajo remunerado, la respuesta conservadora desde los medios, la iglesia y la secretaria de educación pública instituyeron esta fecha para recodarle a las mujeres el deber sagrado de la maternidad como destino.

Tras el festejo, quedan los platos sucios, la basura y el desgaste. Las madres buscadoras regresan a la tierra a seguir buscando con la esperanza de encontrar, con un Estado ausente, ellas comparten con todas las demás madres, la cotidianeidad del trabajo doméstico no remunerado que sigue alimentando la desigualdad. 

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