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Migrar frente al cambio climático: IMUMI

Por Denise Carachure Abarca

“Invertir en nuestro planeta” fue el lema del Día Mundial de la Madre Tierra este 2023, que, como cada 22 de abril, desde 2009, nos invita a la reflexión acerca de los problemas que afectan al medio ambiente y a crear conciencia para hacer frente al cambio climático. Esta reflexión debe estar encaminada, también, a los efectos que tiene la crisis climática en la movilidad humana. Reconocer que los desplazamientos pueden tener una causa medioambiental es parte de reconocer la crisis climática como un tema que requiere de una atención urgente, coordinada, internacional e interinstitucional.

Si bien es cierto que el fenómeno migratorio obedece a una multiplicidad de causas, el cambio climático es una de ellas y tiene influencia en una variedad de impulsores económicos, sociales, políticos y demográficos que, a su vez, afectan la movilidad.

Una respuesta a la falta de interés y voluntad de algunos Estados para reconocer la crisis climática como un problema apremiante, es que los efectos e impactos medioambientales se viven de manera desigual. La vulnerabilidad ante el cambio climático obedece esencialmente a tres factores: el grado de exposición, la sensibilidad y la capacidad de adaptación que las personas tengan.

CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta

Los países catalogados como “en desarrollo” son quienes se ven particularmente afectados, ya que, aunque no tengan un grado de exposición alto a fenómenos climáticos, un solo evento ambiental extremo podría ser devastador sino se cuenta con la capacidad para hacerle frente.

Un ejemplo es Honduras, un país centroamericano en el que las mujeres representan el 51.7% de su población y que además tiene un alto porcentaje que vive en situación de pobreza y desigualdad. En 2020, Honduras no sólo enfrentó una crisis sanitaria, también una de carácter ambiental pues en noviembre, Eta e Iota, 2 huracanes de categoría 4 azotaron al país agravando las condiciones sanitarias provocadas por la pandemia de COVID-19.

Ambos huracanes afectaron el sector agropecuario nacional dañando cultivos, fincas, suelo de siembra y pérdida de ganado. El sector agrario representa casi la mitad de la población hondureña económicamente ocupada, lo que implicó una pérdida patrimonial para muchas familias.

De acuerdo con ONU MUJERES, Eta e Iota afectaron a más de 4 millones de personas en Honduras y han obligado a muchas a dejar sus hogares. Se contabilizaron 96 mil personas albergadas y 494 mil evacuadas, de las cuales, aproximadamente el 40% son mujeres y el 20% niñas, niños y adolescentes. Entre los damnificados, también se encuentran los pueblos misquitos, lencas y garífunas.

Es cierto que la posición geográfica de Honduras influye en la aparición de ciertos fenómenos ambientales, sin embargo, existieron otros factores que incrementaron la vulnerabilidad de la población hondureña ante Eta e Iota: el nivel socioeconómico, el tipo de vivienda, la actividad económica, el acceso a vías de comunicación, así como otros factores que, aunque no lo parezca, también incrementan el riesgo, tales como el género, la edad y el origen étnico-racial.

Y es que ser mujer, pertenecer a un grupo étnico-racial determinado y salir de tu país en busca de condiciones de vida dignas puede dar pie a una serie de prácticas violentas y discriminatorias avaladas por una cultura xenófoba y racista que se cuela en las políticas migratorias de los países.

Por ejemplo, en México las detenciones migratorias están basadas en el perfilamiento racial de las personas, es decir, los agentes del Instituto Nacional de Migración detienen a las personas por su apariencia -tono de piel, acento y vestimenta. El Observatorio de Racismo en México y Centroamérica señala que el perfilamiento racial en el país afecta, sobre todo, a la población migrante centroamericana y afrodescendiente que transita de manera irregular por el territorio mexicano.

Incluso en mayo de 2022, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió inconstitucionales las revisiones migratorias porque la nacionalidad no se ve. No obstante, a más de un año el legislativo no ha derogado los artículos que siguen permitiendo esta
práctica.

Los motivos por los que las personas deciden salir de sus países de origen son múltiples, uno de ellos es el cambio climático, mismo que puede influir en la agudización de otras vulnerabilidades. Eta e Iota motivaron la salida de miles de personas hondureñas; en 2020 y
2022, de acuerdo con estadísticas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) la nacionalidad con mayor número solicitudes de asilo en México fue la hondureña, mientras que, en 2021 ocuparon el segundo lugar, tan sólo después de Haití.

No hay que matizar el problema que enfrentamos, sobre todo cuando en distintas partes del mundo las políticas migratorias antinmigrantes son letales y el discurso negacionista del cambio climático tiene mucho eco. Prepararnos para la llegada de personas desplazadas por motivos medioambientales es una manera de invertir en nuestro planeta.

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