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Trabajo doméstico: gestión mental y el desgaste socioemocional en mujeres

Por La Redacción

Ciudad de México.- En los hogares diariamente se realizan actividades que brindan a las personas la posibilidad de estudiar, trabajar o incluso socializar. Dichas labores son realizadas en su mayoría por mujeres a quienes el trabajo doméstico les representa un desgaste emocional y mental que pocas veces se visibiliza. 

Alimentación, limpieza, cuidados personales y a otras personas que integran el hogar, mantenimiento de la vivienda y bienes del hogar, son solo algunas de las labores a las que las mujeres dedican hasta 50 horas a la semana frente a las 20 horas en promedio que le destinan los hombres. 

La frase “tú no trabajas, solo te dedicas al hogar”, no puede resultar más falsa y violenta, ya que las labores domésticas no remuneradas, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), representan un monto de casi siete billones de pesos, lo que equivale a 26.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.

Es decir, si a una mujer se le entregara un salario por esta labor doméstica que diariamente realiza, obtendría la cantidad de 71 mil 524 pesos anuales, de acuerdo con el INEGI.

El desgaste emocional detrás del trabajo doméstico

Las labores domésticas traen consigo una actividad llamada “gestión mental”, lo anterior es definido como “un trabajo invisible, que incluye la planificación, coordinación y supervisión del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado”, de acuerdo con Equidad de género, ciudadanía, trabajo y familia AC y Fondo Semilla.

Por ejemplo, explican las organizaciones, “para la alimentación es necesario realizar un presupuesto, cuidar el valor nutricional, considerar los gustos de quienes integran el hogar y tomar en cuenta el tiempo de preparación”. Otros ejemplos de gestión mental incluyen incluso identificar fallas en la vivienda y arreglarlos, hacer pagos, entre otros aspectos. 

Esta carga se encuentra relacionada a estereotipos y roles de género que históricamente han sostenido la discriminación, disminución de oportunidades educativas, menores posibilidades de desarrollo patrimonial, lo que a su vez genera mayor dependencia económica y limita las oportunidades para el desarrollo de competencias laborales que permita acceder a las mujeres a condiciones de igualdad sustantiva, a su derecho al desarrollo personal, profesional o incluso socializar, destaca la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM). 

Todo ello en conjunto afecta de forma desproporcionada la salud física y emocional de las mujeres, pues estas labores las hacen llegar a ritmos “poco sostenibles” para su vida, refiere ONU Mujeres

Tan solo durante la pandemia por COVID-19, la sobrecarga de trabajos domésticos implicó para las mujeres malestares como migrañas, insomnio, subir o perder peso. “En lo emocional, las mujeres reportan haber experimentado estrés, miedo o preocupación a contagiarse, a perder el trabajo, a la muerte, tristeza, desesperación, coraje, soledad, ansiedad, culpa y angustia”, explica el organismo.

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“Entre las causas que explican el incremento de esta sintomatología, se encuentran que las mujeres son las principales cuidadoras y se sienten mayormente responsables del bienestar físico y socioemocional de su hogar, lo que implica altos costos para su propio equilibrio emocional”. 

Incluso en algunos casos lo anterior puede provocar Síndrome de Burn Out, el cual se caracteriza por la presencia de estrés, ansiedad, depresión, irritabilidad, insomnio, dificultad de concentración, apatía, pérdida de apetito, dolor de cabeza o abuso de sustancias nocivas. 

Abandono institucional hacia las mujeres

Ante la falta de políticas públicas que priorice a las mujeres que realizan trabajo doméstico no remunerado, las organizaciones Equidad de género, ciudadanía, trabajo y familia AC y Fondo Semillas señalan que, entre las obligaciones que tiene el Estado para distribuir de manera justa el trabajo doméstico y que las mujeres tengan más tiempo para su autocuidado, descanso, desarrollo personal y profesional, se encuentran: 

  • Servicios de cuidado de calidad y universales para las infancias, personas con enfermedades temporales o crónicas, con discapacidad o adultas mayores. 
  • Servicios para el cuidado de la salud mental, tomando en cuenta diferencias entre mujeres y hombres.

Por otro lado, destacan, el sector privado también mantiene una corresponsabilidad. En ese sentido, se instó a las empresas a implementar jornadas laborales flexibles y permisos remunerados que permitan a los hombres participar en el trabajo de cuidado. Además de establecer horarios de trabajo remoto que permitan conciliar la vida en el hogar y el trabajo remunerado. 

Lo cual podría comenzar a permitir a las mujeres emprender una vida lejos de los mandatos patriarcales que las han delegado al hogar, al trabajo doméstico y a la familia.

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