Ciudad de México.- En una sociedad patriarcal donde la historia de las mujeres ha sido sistemáticamente desplazada y subvalorada, resulta indispensable nombrar y reivindicar figuras de trascendencia como María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández, mejor conocida como Leona Vicario, quien desempeñó un papel fundamental como periodista y defensora en la lucha por la Independencia de México, lo que la consagra hoy como una de las heroínas del país.
Leona Vicario, fue una de las primeras personas en conspirar activamente por la Independencia de México, acompañada por su esposo, el abogado Andrés Quintana Roo. Su participación, decisiva y fundamental la llevó a exponerse a múltiples riesgos, ganándose el título de “la mujer fuerte de la Independencia”.
Fue a través del periódico El Ilustrador Americano, donde los insurgentes advirtieron su talento y se pusieron en contacto con ella. Tras el inicio del movimiento independentista, Leona se incorporó a la rebelión e ingresó en una sociedad secreta llamada “Los Guadalupes”, conformada por criollos con recursos económicos y acceso a información estratégica, la cual transmitían a los insurgentes.
Estos grupos se convirtieron en un pilar para la comunicación clandestina, proporcionando desde materiales básicos hasta armas, e incluso intentando hacer llegar una imprenta a los rebeldes. Leona Vicario, comprometida con la causa, invirtió su fortuna en el financiamiento de la lucha y asumió el liderazgo de una red de mensajería que garantizaba la correspondencia entre insurgentes y sus familiares.
A inicios de 1813, las autoridades interceptaron uno de sus correos, y en marzo del mismo año la Real Junta de Seguridad y Buen Orden la sometió a un largo proceso judicial, internándola en el Colegio de Belén de las Mochas, donde fue interrogada minuciosamente.
Al ser declarada culpable, en lugar de enviarla a prisión, permaneció bajo custodia en el mismo Colegio hasta que, el 23 de abril de ese año, un grupo de correligionarios bajo el mando de Andrés Quintana Roo logró liberarla. Sin embargo, su libertad no detuvo su compromiso con la insurgencia. Continuó colaborando en la producción de periódicos insurgentes, como El Ilustrador Americano y el Semanario Patriótico Americano.
Vicario expresaba con firmeza que su única motivación era el “infinito anhelo de ver libre a su patria, y por realizarlo no vaciló en sacrificar la posición envidiable que siempre había tenido”
Negada como heroína
Previo a su muerte, Leona Vicario confrontó al secretario de Relaciones Exteriores, Lucas Alamán, quien en una carta cuestionaba su condición de heroína de la Independencia, argumentando que “había seguido a su amante, y además había recibido pagos en casas y haciendas”.
Leona replicó con contundencia y firmeza: “Mi objeto en querer desmentir la impostura de que mi patriotismo tuvo por origen el amor, no es otro que el muy justo deseo de que mi memoria no pase a mis nietos con la fea nota de haber yo sido una atronada que abandoné mi casa por seguir a un amante (…).
Todo México supo que mi fuga fue de una prisión y que ésta no la originó el amor, sino el haberme apresado por un correo que mandaba yo a los antiguos patriotas (…) Confiese usted, señor Alamán, que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres: que ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los deseos de gloria y libertad para la patria no les son sentimientos extraños; antes bien, suelen obrar en ellas con más vigor, son más desinteresadas y parece que no buscan más recompensa que la de que sean aceptadas”
Vida y muerte en la Nueva España
María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador vio la luz por primera vez el 10 de abril de 1789 en la Ciudad de México, misma tierra que la acogería al final de su vida, el 21 de agosto de 1842. Periodista, intelectual, activista y heroína de la Independencia, su compromiso y valentía dejaron una huella imborrable en la historia del país y fueron clave para la consolidación de la nación.
Hija de Gaspar Martín Vicario, comerciante español, y de la criolla Camila Fernández de San Salvador y Montiel, Leona creció en un mundo que no esperaba que una mujer pudiera aprender o pensar por sí misma. Sin embargo, sus padres desafiaron esos prejuicios: le dieron una educación completa y exigente, enseñándole Bellas Artes, Ciencias, francés, algo de inglés, música y pintura. Gracias a esos estudios, desarrolló un pensamiento crítico agudo que la llevaría, años después, a la pluma y al periodismo, transformando su curiosidad en acción y en voz de libertad.
A los 17 años, Leona se emancipó, y solo un año más tarde quedó huérfana. Bajo la tutela de su padrino, el abogado Agustín Pomposo Fernández de San Salvador, pudo elegir su propio camino. Renunció a la vida cómoda en la casona de su tutor y eligió vivir en la calle Don Juan Manuel N°19 (hoy República de Uruguay), en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México. Allí trabajó en su despacho, acercándose a las injusticias que atravesaban su sociedad y preparándose para la lucha que cambiaría su destino y el de México.
Fue en ese entorno donde conoció a Andrés Quintana Roo, joven estudiante de leyes de Mérida, Yucatán, que compartiría con ella ideales y convicciones. Unidos por la causa insurgente, se sumaron a la lucha junto a José María Morelos, enfrentando la opresión del gobierno de José I Bonaparte en España y la persecución del virrey Félix María Calleja.
Leona Vicario, incansable y valiente, se convirtió en la primera mujer periodista del país, reconocida por su apoyo constante a los rebeldes y por su participación activa en la independencia. El 25 de agosto de 1842, poco antes de su muerte, fue declarada Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria.
Su vida se convirtió en ejemplo de determinación, inteligencia y compromiso; junto a otras mujeres emblemáticas como Juana de Asbaje y Josefa Ortiz, demostró que las mujeres podían ser igual de capaces y merecedoras de las mismas oportunidades que los hombres.
Leona Vicario falleció en su casa de la Ciudad de México a los 53 años, renunciando a la comodidad que su posición social le ofrecía para vivir conforme a sus ideales. Sus restos descansaron primero en el Panteón de Santa Paula, y el 28 de mayo de 1900 fueron trasladados junto a los de su esposo Andrés Quintana Roo a la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores, hasta ser finalmente colocados en la Columna de la Independencia en 1925.
Con motivo del Bicentenario de la Independencia de México, en 2010 sus restos fueron restaurados, y en honor a su vida y legado, el Gobierno de México declaró al año 2020 como el Año de Leona Vicario, Madre de la Patria, recordando a todos los mexicanos que la libertad, el valor y la justicia también tienen nombre de mujer.