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Igualdad salarial: ¿cómo vamos?

Por Red de Mujeres Sindicalistas

Cada 18 de septiembre, Día Internacional de la Igualdad Salarial, el mundo recuerda una verdad incómoda: las mujeres siguen ganando menos que los hombres por trabajos de igual valor. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas se estima que la brecha salarial ronda el 20% a nivel global y que el avance es demasiado lento. No se trata solo de cifras: es un déficit de justicia que recorre toda la vida de las trabajadoras, desde la primera nómina hasta la pensión.

En México, la brecha salarial promedio para personas trabajadoras de tiempo completo se mantiene en torno a 17%, por encima del promedio de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) (12%). Sus causas se encuentran en la persistencia de estereotipos de género en el espacio laboral: segregación ocupacional, interrupciones de carrera por cuidados y discriminación.

La participación laboral de las mujeres sigue rezagada y marcada por la informalidad. Según la misma OCDE, en 2025 la tasa de participación femenina fue de 51.2%, y la brecha con los hombres (30 puntos) es de las más altas del organismo. En paralelo, más de la mitad de las mujeres ocupadas se encuentra en la informalidad.

La desigualdad también se refleja en los ingresos: casi la mitad de las mujeres ocupadas en México (46.5%) gana como máximo un salario mínimo, frente al 34.1% de los hombres. Esto significa que las mujeres están sobrerrepresentadas en los trabajos peor remunerados, lo que limita su desarrollo y perpetúa la brecha salarial.

En el caso de las trabajadoras del hogar, un sector altamente feminizado y esencial, el salario promedio mensual fue de apenas $4,130 MXN en el primer trimestre de 2025, menos de la mitad del ingreso laboral promedio general en el país ($10,670 MXN mensuales). Estos datos muestran cómo las mujeres enfrentan simultáneamente un “techo de cristal”, que limita su acceso a mejores puestos, y presenta obstáculos estructurales que las concentra en los trabajos peor pagados

Además, el trabajo de cuidados y doméstico no remunerado sigue desbalanceado: en 2024, las mujeres dedicaron el doble de su tiempo a estas actividades. En promedio, acumularon 61.1 horas semanales de “trabajo total” (remunerado + no remunerado), frente a 58.0 de los hombres. La economía descansa sobre una base de cuidados invisibles.

Y aunque en materia económica esta situación persiste, en el ámbito legal se observan avances. El 15 de noviembre de 2024 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la reforma constitucional que incorporó el principio de igualdad sustantiva y la erradicación de la brecha salarial por razones de género, entrando en vigor al día siguiente.

Esta reforma abre la puerta a leyes secundarias que garanticen el igual salario por trabajo de igual valor y mecanismos efectivos para reducir la brecha. Es un paso histórico, pero exige una política laboral incluyente, la armonización con normas internacionales y, sobre todo, la inclusión de las trabajadoras que serán beneficiadas o no de estos cambios.

A nivel global, el Foro Económico Mundial advierte que, al ritmo actual, la igualdad tardará generaciones: 123 años para cerrar la brecha de género en su conjunto. La igualdad salarial no se logrará sola; requiere políticas laborales firmes, negociación colectiva con perspectiva de género y un enfoque de derechos humanos.

Desde la Red de Mujeres Sindicalistas proponemos acciones para fortalecer la lucha en materia de igualdad sustantiva:

  • La Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) debe establecer tablas salariales con criterios de igualdad aplicables a los distintos sectores productivos y de servicios.
  • Fortalecer la inspección laboral que audite a las empresas en la aplicación de dichas tablas y sancione de manera efectiva la discriminación retributiva.
  • Es indispensable que los sindicatos transversalicen la perspectiva de género en sus estatutos e incorporen de manera explícita el tema de la igualdad salarial en la negociación colectiva: cláusulas de igualdad salarial, así como licencias de cuidados y horarios corresponsables.
  • Promoción dentro de las organizaciones sindicales de cláusulas que cierren la brecha de género en los contratos colectivos y promuevan el acceso equitativo a ascensos y capacitaciones.
  • Un sistema nacional de cuidados con presupuesto etiquetado: estancias, tiempo y servicios de cuidados pactados con la patronal, que eliminen la penalización por maternidad.
  • Enfoque interseccional: atención prioritaria a trabajadoras del hogar, mujeres indígenas, rurales, jornaleras agrícolas y migrantes, donde la brecha es mayor.
  • Investigación y análisis de las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, para evitar que la transición tecnológica ensanche la brecha de género en salarios y oportunidades.

La igualdad salarial es parte fundamental del derecho humano al trabajo digno y condición indispensable para la democracia laboral y la gobernanza sindical. Como recordó el Secretario General de la ONU, António Guterres: “Incluso cuando cobran, las mujeres siguen ganando menos”; es una inequidad estructural que debemos desmantelar.

Desde la Red de Mujeres Sindicalistas llamamos a gobiernos, empresas, sindicatos y sociedad a convertir los compromisos en acciones concretas. Porque igual salario por trabajo de igual valor es la base de una economía justa y de sindicatos que verdaderamente representan a todas las personas trabajadoras.

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