Ciudad de México.- En el marco del Día Internacional de las Mujeres Rurales, celebrado cada 15 de octubre para visibilizar el papel de mujeres rurales al producir alimentos, contribuir a la conservación ambiental y a los cuidados comunitarios, se debe poner en el centro la situación que atraviesan y sin duda siguen enfrentando brechas de desigualdad que afectan su vida y desarrollo, por eso ONU Mujeres en esta conmemoración, las reconoció y apuntó que sin ellas no hay sostenibilidad ni justicia climática.
ONU Mujeres, indicó que existen cuatro ejes para impulsar a que las mujeres rurales sean sujetas políticas del cambio sistémico y sostengan la vida y el planeta. La primera apuesta por promover reformas legales que aseguren la tierra, acceso al agua, energía, recursos naturales y el crédito. Posteriormente, atender la economía del cuidado con iniciativas que brinden servicios de cuidado para reducir la sobrecarga de trabajo no remunerado que recaen en ellas.
A esto se suma el fortalecimiento de la participación sustantiva en espacios de gobernanza local, regional y global con ayuda de redes y marcos nacionales que promuevan su participación en la toma de decisiones. Finalmente, se necesita modernizar sistemas estadísticos para dar cuenta de la realidad de las mujeres rurales, por ejemplo, actualmente solo el 32% de las leyes de estadísticas nacionales desagregan la información por sexo o género.
Cifras
En el mundo, del 80% de las personas en pobreza extrema que viven en el ámbito rural la mitad son mujeres, de acuerdo con datos del informe de Antonio Guterres, Secretario General de la ONU. No obstante, la crisis climática, alimentaria, económica, migratoria y de cuidados amenazan los avances en igualdad de las mujeres rurales como su autonomía económica.
Este 2025, el tema es “Mujeres rurales en ascenso” que se traduce a un llamado a la acción, ya que el avance de las mujeres rurales en medios de vida, liderazgo, derechos y residencia es el seguimiento de la Agenda de Acción Beijing+30 con la cual se han creado iniciativas como Año Internacional de las Mujeres Agricultoras en 2026, la Década Interamericana por los Derechos de Todas las Mujeres, Adolescentes y Niñas en Entornos Rurales (2024–2034) o Mujeres hacia el Kilimanjaro, generando oportunidades para el avance de sus derechos.
No obstante, siguiendo los datos del informe, las mujeres rurales solo ganan 82 centavos por cada dólar que reciben los hombres en la agricultura, pese a que, en diversos países, el 29% de leyes apuntan a garantizar la igualdad de derechos sobre la tierra. Además, ellas tienen menos acceso a varios recursos como la tierra, concesión de créditos, educación y tecnología.
Por el contrario, ONU Mujeres señala que de tener el acceso a los mismos recursos que los hombres, el rendimiento agrícola podría aumentar entre 20% a 30% logrando alimentar 150 millones de personas más.

Este panorama evidencia que aún existe trabajo por hacer en cuanto a su reconocimiento como líderes del cambio sistémico y protagonistas de la transformación social. Retrocediendo a los años 90, las mujeres rurales en América Latina y el Caribe ya fungían como protagonistas de diversas luchas como la propiedad de la tierra, acceso al financiamiento, crédito rural y justicia ambiental.
Parte de su lucha fue combatir la discriminación para poder acceder a derechos, desde los más básicos como agua potable, producción y distribución de alimentos, así como garantizar seguridad alimentaria a la población para erradicar la pobreza y el hambre en conjunto con la justicia climática, fiscal y los movimientos de mujeres y feminismos.
Fue en 1995 que, durante la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer y más tarde la adopción de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, diversas voces se unieron para incluir las demandas de las mujeres rurales. Su lucha se ha expandido en encuentros como el Decenio Interamericano por los Derechos de Todas las Mujeres, Adolescentes y Niñas en Entornos Rurales (2024-2034).
Políticas públicas en América Latina para mujeres rurales
Desde Chile, la Estrategia para la Autonomía Económica de las Mujeres (2022-2026) apostó por programas para mujeres rurales, migrantes e indígenas; mientras que el Programa de Mujeres Rurales incluye perspectiva de género y desarrollo de emprendimientos beneficiando así a 3 mil campesinas y pequeñas agricultoras siendo que 40% de ellas aumentaron sus ingresos y su producción creció de 33.4% al 89.6%.
A su lado, en Colombia más de mil 300 mujeres rurales y campesinas del Caribe están impulsado la Reforma Agraria con enfoque de género ocasionando que alrededor de 45 mujeres recibieran títulos de propiedad de más de 330 hectáreas de tierra. De esta forma, han garantizado su autonomía económica, seguridad alimentaria y dignidad.
En México, durante abril de este 2025, La Secretaría de las Mujeres y la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) instalaron la mesa “Mujeres Agricultura y Tierra”, para firmar el Convenio de Colaboración de las Mujeres del Campo, su Derecho al Acceso a las Tierras y Territorios y el Reconocimiento de la Calidad Agraria.
Los trabajos de la mesa, realizados en el marco del compromiso 53 de la Presidenta Claudia Sheinbaum, buscaron que 150 mil mujeres fueran reconocidas como propietarias de la tierra, ejidatarias, comuneras, posesionarias o avecindadas.
La secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández Mora, refirió que más del 70% de los dueños de la tierra son hombres. “Es fundamental que las mujeres sean propietarias de la tierra y, a raíz de eso, generar su autonomía económica”, apuntó.
El Plan de Acción de Género y Cambio Climático (2024) de Guatemala nació como una propuesta de diversos grupos que plantearon la perspectiva de género e interseccionalidad en políticas ambientales. En Jamaica, el foro juvenil “Rural Girls Rock” empujó a muchas mujeres a seguir con su educación y asumir roles de liderazgo comunitarios para afianzar su confianza en la capacidad para impulsar el desarrollo rural y seguridad alimentaria.
En Uruguay, existe una iniciativa para que las mujeres rurales impulsen soluciones de adaptación climática para sus comunidades, la cual se denomina «Guardianes de la Tierra». Es de esta manera que fortalecen su liderazgo, capacidades técnicas y participación en la gestión sostenible del territorio con formación en prácticas agroecológicas, conservación de suelos, uso eficiente del agua y diversificación productiva.
«Estas experiencias, articuladas con políticas públicas y el acompañamiento de instituciones como el MGAP y el PNUD, han permitido visibilizar el papel de las mujeres rurales como agentes de cambio, promover redes de intercambio de saberes y fomentar políticas basadas en evidencia. Su impacto real se refleja en comunidades más sostenibles, con mayor autonomía económica, cohesión social y capacidad de incidencia en las decisiones que afectan sus territorios.» -ONU Mujeres
