Ciudad de México.– Este día, madres y mujeres buscadoras de Guanajuato presentaron “Mi grito, mi silencio”, un libro nacido del impulso por transformar el dolor en memoria colectiva. A través de cartas y poemas, las familias dan voz a su causa convirtiendo el duelo en un acto de memoria, justicia y amor hacia quienes aún buscan.
El libro reúne 36 historias, poemas y relatos breves dedicados a personas desaparecidas, escritos por mujeres que, muchas de ellas por primera vez, se atreven a narrar lo que significa enfrentar la ausencia de una hija, un hermano o una pareja. A través de sus palabras expresan la valentía, el amor y la fortaleza que las sostienen en su búsqueda y en su lucha por la justicia.
Este libro surge también como una forma de visibilizar la profunda crisis de desapariciones que enfrenta México desde hace décadas y que, hasta ahora, no ha podido ser contenida.
De acuerdo con datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), al 28 de octubre de 2025 se registran 133 mil 575 personas desaparecidas en el país. En el estado de Guanajuato, la cifra asciende a 21 mil 507 personas, de las cuales 9 mil 676 son mujeres.
Olivia Ramírez, madre buscadora, relató que ejercer la búsqueda en un contexto tan violento como el que atraviesa su región, marcada por la presencia del crimen organizado, implica un riesgo constante para ellas. Aun así, afirmó que es el amor lo que las sostiene frente al miedo: “Es más grande el amor a nuestros hijos que el temor a irte de este mundo sin saber qué fue de tu hijo, sin saber dónde quedó, sin tener un lugar digno donde descansar”.
Es preciso subrayar que ante las persistentes omisiones del Estado, son los familiares, en su mayoría mujeres, quienes han asumido las labores de búsqueda e investigación por su cuenta, enfrentando riesgos, violencias y violaciones a sus derechos humanos.
Cabe señalar que, de acuerdo con Amnistía Internacional, el ser buscadora ha sido catalogado como una actividad de “alto riesgo”. Entre febrero de 2011 y mayo de 2025 se registraron 30 asesinatos de personas buscadoras, de las cuales 16 fueron mujeres (once madres, dos hermanas, dos esposas y una activista) Estos crímenes ocurrieron después de que las víctimas reportaran amenazas, ya sea de forma pública o ante las autoridades, y en varios casos tras el hallazgo de fosas, la identificación de restos o la detención de presuntos responsables.
Entre las afectaciones reportadas por estas mujeres buscadoras se encuentran diversos derechos como la vida (amenazas); a la integridad (secuestros, ataques físicos), a la circulación y residencia (desplazamiento interno); a la igualdad y no discriminación; así como a derechos económicos, sociales y culturales (problemas de salud y empobrecimiento).
“De alto riesgo” la labor de mujeres buscadoras. 16 fueron víctimas de feminicidio: AI
Ante esta realidad, María Elena Rodríguez, integrante del colectivo ¿Dónde están? Acámbaro, expresó que han sido las propias familias quienes, con esfuerzo y recursos propios, han logrado encontrar a sus seres queridos. Denunció que las autoridades les han brindado un apoyo casi nulo y que, además, enfrentan una constante revictimización social, así como la ausencia de protocolos efectivos que faciliten su búsqueda.
En consecuencia, al ser personas incómodas para el estado, deben de tomar constantemente precauciones y pasar desapercibidas. “Tienes que pasar inadvertida. Así como te pones la máscara de alegría y de convivir ante la sociedad. Así que pones el disfraz para ir a buscarlo”, apuntó Rodríguez.
Frente a esta situación, Ángeles Hernández, quien busca a su hija desde hace siete años, señaló que es urgente que tanto la sociedad como las autoridades dejen de juzgar y estigmatizar a las mujeres buscadoras y a sus familiares. Explicó que, a través de este libro, espera que las personas puedan empatizar con su dolor y su lucha, y que como consecuencia surja una mayor solidaridad hacia ellas.
“Es un libro muy bonito, muy completo, dice mucho, toda la emoción, todo el dolor que cada una de nosotras siente y que sale de nuestra alma. Entonces, que sean más empáticos al leerlo, y así es mi mensaje: que no nos juzguen, que no nos señalen como si fuéramos algo malo.”
Finalmente, Jeremy Preno, coordinador regional del programa de personas desaparecidas para México en Centroamérica, señaló que es fundamental involucrar a las familias buscadora dentro de la construcción de políticas públicas, pues son ellas quienes conocen de primera mano los retos y las acciones necesarias, gracias a su experiencia de años en la búsqueda.
En adherencia, destacó que es indispensable sostener estos esfuerzos con voluntad política, participación activa de las familias y presupuesto suficiente. Añadió que el objetivo no debe limitarse únicamente a la búsqueda de las personas desaparecidas, sino que el gran reto en México es la prevención de las desapariciones, pues recordó que las familias no solo buscan a sus seres queridos, sino que también luchan para que ninguna otra fama tenga que atravesar la misma tragedia.




